Title: Diario de la navegacion empredida en 1781
Author: Basilio Villarino
Release date: February 1, 2004 [eBook #11302]
Most recently updated: December 25, 2020
Language: Spanish
Credits: Produced by Distributed Proofreaders Europe, http://dp.rastko.net Project by Carlo Traverso and Paz Barrios This file was produced from images generously made available by the Bibliothèque nationale de France (BnF/Gallica) at http://gallica.bnf.fr
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Primera Edicion. 1837.
Al cabo de dos siglos y medio de dominacion se resolvió la Corte de Madrid á colonizar nuestras inmensas costas del sud: sus miras se dirijieron primeramente á las bahias de San José y de San Julian, concentrándose por último en el Rio Negro, que se consideró mas á propósito para recibir una poblacion. Los aprestos se hicieron en Montevideo, y el virey Vertiz, que gobernaba estas provincias, acordó con un carpintero los auxilios que debian darse á D. Juan de la Piedra, nombrado Comisario y Superintendente de los nuevos establecimientos patagónicos.
La expedicion zarpó el 15 de Diciembre de 1778, con cuatro buques, y en tan mal estado, que el mayor de ellos hacia 40 pulgadas de agua por hora al salir del puerto; asi es que emplearon cinco dias para desembocar al Océano. Con tan infáustos auspicios se emprendió la grande obra de la colonizacion de Patagónia!
Ni se variaron despues. Antes de llegar á la Bahia sin Fondo, donde debia recalar la expedicion, estalló la discordia entre el Superintendente y D. Francisco de Viedma, que desde entonces aspiraba á suplantarle: en una correspondencia secreta que este último mantenia con el Virey, le indujo á desaprobar el primer establecimiento que, segun las instrucciones, Piedra habia fundado en la península de San José; y con igual injusticia se residenció á Villarino que habia vuelto á Buenos Aires á dar cuenta de sus reconocimientos. Se le acusó de infidencia, sin mas fundamento que el haber sabido que el esclavo de un platero, ocupado en sacar en limpio los borradores del piloto, los habia mostrado á D. José Custodio Sâ y Farias, brigadier portugues, que solicitaba entrar al servicio de España.
Sin embargo, el viage que en 1779 Villarino emprendió al Colorado fué clasificado de descubrimiento, porque realmente nadie hasta entonces habia visitado aquel rio: su situacion retirada, en el fondo de una bahia toda sembrada de bancos y escollos, lo habia sustraido de las observaciones de los navegantes, que, despues de haber reconocido el Cabo San Antonio, se apartaban de la costa para no empeñarse inutilmente en una penosa travesía.
Parece que el Superintendente Viedma no quedó satisfecho con este reconocimiento, puesto que obligó Villarino á volver otras tres veces al Colorado: la primera en 1780, la segunda en 1781, y la última en 1785. El diario que publicamos corresponde al segundo de estos nuevos viages, y lo hemos preferido por ser el mas completo, sin que sean de desdeñarse algunos apuntes contenidos en los inéditos.
"Este rio (el Colorado) dice el autor en uno de ellos[1], tendrá la cuarta parte del caudal del Rio Negro, ó menos. Yo lo pasé á caballo, y adonde era mas hondo me llegó el agua al basto del lomillo. En su desague no se vé reventazon; pero pienso sea de poco fondo, por lo muy desplayado, y por los muchos bajos que se descubren en la bajamar. La pleamar es una hora mas tarde que en la boca del Rio Negro. Los bajos dichos estan sembrados, por la parte de adentro, de las islas que forman, lo que pareció puerto á los de la chalupa."
"El rio tendrá de ancho 60 á 70 varas. Su agua es algo gruesa, y muy inferior á la del Rio Negro: esto procede de un arroyo de agua salada que, según me dijo un indio, le entra muy arriba de su desagüe[2]. Las lagunas que hay en sus márgenes son saladas, y lo mismo las que se hallan en el espacio comprendido entre estos dos rios, cuya distancia, prudencialmente calculada, es de 24 leguas: esto es, del Colorado al primer pozo, 8 leguas; del primero al segundo, 10; y del segundo al Fuerte del Carmen, 6."
En otro documento contemporaneo, que existe inédito en poder nuestro[3], hallamos los siguientes detalles sobre el Colorado: es el Superintendente Viedma el que habla—
DIA 17 DE JULIO DE 1781.—"A las 8 de la mañana emprendí mi marcha al reconocimiento acordado con el indio lenguaraz Matias. Fueron conmigo el ingeniero extraordinario D. José Perez Brito, D. Pedro Fermin Indart, el P. Sanchez, con tres dragones, incluso el cabo Bores, y tres soldados de infanteria. Matias venia de vaqueano, y por habernos dicho que el rio estaba muy lejos, llevamos para cada uno dos caballos de muda.
"Nuestra marcha fué en todo el camino á galope. A las 11-1/2 del dia llegamos al parage donde se aparta el camino que sale para el Sauce: habrá de distancia de la isla[4] este sitio, unas once leguas, poco mas ó menos. Todo el terreno es fertilísimo, muy abundante de pastos, particularmente de trebol, que se cria tan lozano, que en partes tiene mas de media vara de alto. La leña es escasa, aunque en dicho sitio hay una loma con algunos chañares, que es endonde Matias dice que puede hacerse el fuerte: en lo interior del terreno se advierte tal cual islote de ellos.
"El rio tiene poca arboleda de sauces, y de ínfima calidad, inutil enteramente para edificios, y solamente buena para quemar: con estos, y los chañares se puede por algunos años abastecer de leña á una poblacion. Estos árboles cubren por trechos las márgenes del rio; espesos en unos, claros en otros, y á veces ninguno, de modo que suelen pasarse cuatro ó seis cuadras, y hasta media legua sin encontrar un sauce.
"El camino que sale desde las orillas del Colorado con direccion al Sauce, sigue hasta Buenos Aires, segun me informó Matias, y á las ocho leguas está el manantial, ó pozo que cita el peon Juan José Gonzalez en su relacion: de este parage á las Salinas, de que se hace mencion en mis instrucciones, habrá como un dia de camino: dichas Salinas, dice el mismo indio y otros que he examinado, son abundantísimas, y de sal excelente.
"Todo el terreno que se descubre desde la citada loma, es arenoso y estéril, tanto por el norte como por el este; y el indio Matias me aseguró que cuanto mas arriba, tanto mas desnudo era el terreno, habiendo solo alguna arboleda mas en las orillas del rio.
"Que en lo interior no hay indios, pues á excepción de los que estan en las sierras del Casuhatí[5], Tandil, Vulcan, en Salinas, y los que pertenecen á las tolderias de Calpilquís[6], y Guchuláp[7]; todos los demas tienen su domicilio permanente en las inmediaciones del Rio Negro, de donde salen como enjambres para abastecerse de yeguas y caballos. Son varias tribus, á saber: los Chulilaquihets[8], los del cacique Quiliner, y otras, cuyos nombres no he podido entender. Me hablaron tambien de un cacique poderoso llamado Sanquel[9], que se aguardaba dentro de pocas lunas en los toldos del cacique Negro.
"Cuando estas indiadas se ponen en camino para las fronteras de Buenos Aires, tienen que pasar precisamente por un parage del Rio Negro, al que llaman Chuelechet, pues ningun otro es transitable. Desde este sitio salen dos caminos, el uno para el Colorado, el otro para las Salinas, que quedan á dos dias de marcha, y en donde hay agua en abundancia. Desde este punto sigue el camino por el Sauce y las sierras, y algunos trozos de indios lo transitan sin pararse en el Colorado.
"Que el Cacique Negro, despues de haberse casado con una Araucana, y de haber muerto á algunos indios emparentados con los del cacique Usel[10], se ha separado de él, y se ha establecido cerca de las tolderias de Chulilaquin.
"Para reconocer la otra banda del Colorado intenté vadearle, á cuyo objeto le hice tantear por un indiecito que se hallaba á cerca de media legua, pastoreando unos caballos de las tolderias de Usel. Pero, viendo que poco le faltaba para nadar con su caballo, no me determiné á pasarle, considerando que no era precisa esta diligencia, pues se veia que aquellos terrenos eran iguales á estos: y el cabo Bores me dijo, que los habia transitado cuando vino con su partida al alcance de los desertores, y que le parecieron mas fértiles.
"Por aquel lado hay dos pequeñas salinas: vimos á una de ellas; á la otra no, por estar mas distante; y segun me informó el indio Matias, tienen sal solo en el verano. La fertilidad de estos terrenos, por lo que he andado, se extiende á cerca de cuatro leguas de ancho en ambos márgenes, las que unidas suman ocho, y creo que es el efecto de las inundaciones del rio en tiempo de las grandes avenidas, que los indios dicen ser periódicas en los veranos, y que cubren dos y hasta tres leguas por cada lado. La planicie del terreno favorece estos riegos naturales, que serán con el tiempo un manantial de riqueza para los que vengan á explotarlo.
"Estos parages abundan de perdices, palomas, avutardas, patos, lievres, venados, etc."
Ningun provecho sacó la Corte de Madrid de estos reconocimientos: la apatia era su estado habitual, y solo cuando recelaba un rompimiento con alguna potencia europea, se despertaba de su letargo para ordenar que se explorasen las costas del sud, no con el objeto de poblarlas, sino para desalojar á los extrangeros. En el gobierno del Virey Melo, los cuidados de la lucha en que España se hallaba empeñada con la República Francesa, hicieron registrar dos veces la Bahia de Todos los Santos, la Anegada, y la boca del Rio Colorado, donde se sospechaba que se ocultasen subditos de aquella nacion. Una de estas expediciones salió del Rio Negro en el verano de 1794, á las órdenes del capitan de fragata D. Juan Gutierrez de la Concha, que, despues de haber acompañado al ilustre y desgraciado Malespina, se detuvo en Montevideo para hacer un mas prolijo reconocimiento de los puertos de la costa patagónica: la otra fué encomendada á D. José de la Peña, el piloto el mas experto en la hidrografia de aquel litoral. El diario de Concha se ha sustraido hasta ahora á nuestras indagaciones, y recelamos que el fin desastroso[11] de este oficial, haya ocasionado la pérdida de sus papeles: el diario de Peña nada adelanta á lo que sabemos del Rio Colorado, habiéndose ocupado mas especialmente de reconocer las bahias adyacentes.
En 1822 todos estos parages fueron explorados, de órden del gobierno, por el Coronel Cramer, en cuyo informe hallamos las siguientes noticias del Colorado. "De la Bahia de Todos los Santos pasé á la de la Union. Las canales que conducen de una á otra tienen poco fondo, y solo las chalupas pueden atravesarlas: reconocí al pasar la Isla Larga y la de Borda; pero una y otra ofrecen muy pocos recursos.
"La Bahia de la Union, ademas de prometer las mismas ventajas que la de Todos los Santos para la pesca, tiene tambien mejores fondeaderos: la canal para entrar es bastante ancha, con cinco brazas de agua en bajamar.
"El rio Colorado desemboca en esta bahia por dos canales: la una chica, y la otra grande. A la pleamar las chalupas pueden pasar por la primera; la segunda tiene tres brazas de agua casi en toda la extension, de modo que los buques pueden fondear en este brazo con la mayor seguridad.
"Creo que en toda la costa no hay un punto que ofrezca las ventajas de esta bahia: porque, á mas de ser bastante abrigada, á pesar de su grande extension, es tambien el único paso para llegar al Colorado, por ser las bocas de afuera de esto rio casi siempre impracticables, aun para las embarcaciones pequeñas.
"Entré en el Colorado por la canal chica: este rio se divide en una porcion de brazos, que forman otras tantas islas, pero todas anegadizas y pantanosas. La corriente baja con mucha fuerza, y trae tanta arena que las canales se obstruyen. Al salir de este rio para seguir la costa hacia el norte, hallamos tan poca agua que varamos con una canoa chica. Como á nueve leguas del Colorado encontre la Bahia de Brightman, etc."
Desde entonces no se oyó hablar mas del Colorado, hasta la campaña de 1833, en que el Sr. General Rosas, cuyo cuartel general ocupaba las márgenes de este rio, ordenó que se emprendiese su reconocimiento. Mientras la goleta San Martin penetraba por la boca del rio, dos botes, que se construian en las inmediaciones del campamento, debian seguir los movimientos de la division Ramos, para elevarse hasta donde les era posible hacerlo. La San Martin muy cargada, y calando nueve cuartas, pasó por la barra, y el 27 de Julio fondeó á dos cuadras del campamento, que, segun las observaciones del astrónomo del ejército, se hallaba en los 39° 37' 58" 5"' de latitud, y á los 64° 53' 55" 30"' de longitud, al oeste del meridiano de Paris.
La boca del Colorado, que Villarino colocó en los 39° 57,' y el capitan Morell[12] en los 39° 49', segun el capitan Bathurst, yace en los 39° 55'. Sus demás observaciones se hallan en el parte que insertamos á continuacion de este discurso.
"El rio Colorado, segun se colige del diario del Ejército[13], corre sobre arena, y tiene de ciento á docientas varas de ancho. Solo dá paso en el invierno, pues en verano está siempre lleno y muy profundo: los indios lo pasan en balsas de sauce. Sus costas son poco barrancosas, y pobladas en lo general de árboles de sauce colorado y blanco. Cuando está crecido en verano inunda una parte de los grandes llanos que se abren en sus márgenes. Los pastos de estos son de los mejores engordes, y en los altos son fuertes y excelentes para el pastoreo."
El nombre que lleva este rio, uno de los mas caudalosos de las pampas, es la traduccion literal de Coli-leufu que le dan los indios. En algunos mapas publicados en Inglaterra y en Francia se le dá tambien el título de Primer Desaguadero, y el de Segundo al Rio Negro que le sigue inmediatamente al sud: esta denominacion, cuyo origen ignoramos, es exacta, porque efectivamente por estos dos rios desaguan al mar los infinitos raudales que bajan de la Cordillera, y los que se forman en las pampas, en una extension comprendida entre las costas del Oceano y las cumbres de los Andes, por el espacio de cerca de 12 grados de latitud. Pero nada mas incorrecto que el curso de ambos rios, segun los representan los modernos geógrafos: ni es estraño que los desconozcan, siendo tan escasas las nociones que se tienen generalmente de la topografia interior de este pais. Es de sentir que en la última campaña al desierto, la division Ramos no hubiese continuado sus marchas en la direccion que seguia, para resolver practicamente el problema del origen del Colorado. Si fuesen ciertas las noticias transmitidas por un observador moderno[14], deberiamos buscar sus fuentes en la misma Cordillera, entre los 36 y 37 grados de latitud, y seguir su curso por las inmediaciones de Muinlin[15], y al sur de Payen[16]: en lo que no cabe duda es, que ningun rio de la provincia de Mendoza desagua en el Colorado, al menos de un modo aparente. El Desaguadero, que fluye de las lagunas de Huanacache, el Tunuyan[17], el Diamante, despues de haber derramado sus aguas en las cienagas que encuentran, se pierden en una gran laguna que se forma á las faldas de Limeñ-Mahuida[18]; y es probable que esta inmensa acumulacion de aguas pase por meatos subterraneos á aumentar el caudal del Colorado, que es el único rio que corre por aquellas inmediaciones: lo que nos induce á creerlo son los grandes tremedales que cubren sus orillas, y que suponen una infiltracion copiosa y perenne.
Falkner, cuya Descripcion de Patagonia contiene noticias importantes, habla de un modo muy inexacto del Colorado: talvez es la parte mas defectuosa de su obra. Imbuido como estaba de que este rio "recibia cerca de San Juan y de Mendoza las aguas del Tunuyan, para perderse despues en las lagunas de Huanacache;" sostuvo este error con la especie de un buque español que naufragó en la Bahia Anegada[19], y cuya tripulacion llegó por el Colorado hasta la segunda de estas ciudades: de donde inferia que no quedaba la menor duda sobre el curso de este rio, tal cual él lo habia descrito: (the course of this river therefore is established past all doubt[20]). Citamos sus mismas palabras para hacer sentir la necesidad de leer con desconfianza lo que se ha divulgado hasta ahora sobre la topografia de estas provincias. La que puede perfeccionarla es la obra de los Sres. Fitz-Roy y King[21], recien anunciada en Inglaterra, sobre la Costa Patagónica y el Estrecho de Magallanes, por ser el producto de muchos años de diligentes é ilustradas investigaciones. Sentimos no haber podido tomar conocimiento de los planos que sus autores enviaron á Buenos Aires, y que nos hubieran ayudado á completar estas noticias.
Las costas del Colorado, tan yermas en el dia, abrigaban en otros tiempos tribus numerosas. Los "Diuihets" y los "Chechehets,"[22] á quienes los españoles llamaban Pampas: los "Puelches" y los "Tehuelches," mas conocidos con el nombre de Serranos ó Patagones, poblaban estas vastas soledades[23], de donde se lanzaban como fieras sobre nuestros establecimientos rurales. Cuando se emprendió por primera vez el reconocimiento del Colorado, el gefe de mas séquito de estas parcialidades era el famoso Chanel, ó Cacique Negro, que fué por muchos años el terror de nuestra provincia: Villarino estrechó relaciones íntimas con él, sin sospechar que debia ser su verdugo. Reservamos los detalles de esta tragedia para nuestro discurso preliminar á la navegacion del Rio Negro.
Buenos Aires, 12 de Marzo de 1839.
Comandancia de Marina de la Division Izquierda.
Rio Colorado, á 31 del mes de Mayo de 1833. 24 de la Libertad, y 18 de la Independencia.
Al Sr. Comandante en Gefe de la Goleta de guerra San Martin.
El Sr. General en Gefe de esta division me ha ordenado comunicar á V. los conocimientos que he tomado del puerto de este rio en el reconocimiento que de él he practicado ultimamente en la comision que á este objeto me confirió dicho Señor.
Llegado á la latitud de 39° 55' S se tendrá la boca del rio al S. 67° 30' O. En dicha latitud, á la distancia de dos á tres millas de la boca, se encuentra la profundidad de cuatro brazas, y se observan unos médanos, ó cerrillos de arena al N. 78° 45' O, marcados con letra B en el plano que acompaño[24]; y un arbol solo el mas notable, letra D, en la misma direccion de la entrada de la boca, que es S. 67° 30' O.
El canal de la boca se distingue por la corriente colorada que se nota en medio de aguas quebradas encima de los bancos. Al entrar en la boca tendrá una y media braza sin el flujo, y con este una braza mas: y, habiendo entrado como media milla para adentro, se encuentran dos brazos sin aquel, y tres con él; donde se fondeará cerca del arenal grande de la mano derecha, señal dos anclas, demorando entonces al N. 45° O los medanos primeramente observados en B, y el arbol de que se ha hecho referencia D, al rumbo S 67° 30' O.; demorando tambien unos pequeños médanos, letra C, al S 40° O.
Aunque de este fondeadero para arriba las corrientes son bien rápidas, en la hora del flujo se pueden avanzar unas dos millas mas, inclinándose siempre á la costa de la derecha, hasta enfrentar la primera isla E de la izquierda, endonde se encuentran sobre la costa tres palos clavados F, y en el mas alto una tablita atravesada, en que está grabado FEDERACION, y los vestigios de mi campamento en los dias 20 y 21 del presente.
Al tomar la boca es preciso prevenirse para no dejarse abatir por la corriente, que es violenta hácia el norte. Las profundidades que he referido, se han hallado sondando en el reflujo, ó bajamar. Los rumbos expresados son con relacion al norte magnético….
Diario de la navegacion que vá á hacer D. Basilio Villarino, segundo piloto de la Real Armada, con las dos embarcaciones de su mando, el bergantin Nuestra Señora de Cármen y Animas, _y la chalupa _San Francisco de Asis, desde el Rio Negro, á reconocer la costa, la bahia de Todos los Santos, Islas del Buen Suceso y demas adyacentes, buscar el desague del Rio Colorado, y penetrar su entrada, de órden del Comisario Superintente de estos establecimientos, el Sr. D. Francisco de Viedma.
A las ocho y media de la mañana tiré la última pieza de leva, y me hice á la vela del establecimiento con las expresadas embarcaciones, y viento N bonancible. A las cuatro y media de la tarde llegué á la boca del Rio Negro, remolcando el bergantin con el bote y la chalupa, por estar calma; en cuyo parage dí fondo, á esperar tiempo á propósito para emprender mi navegacion, el que no pude conseguir hasta el 4 de Mayo, en cuyo intérvalo de tiempo tuve lugar de registrar la barra, (el que no habia tenido antes) como á satisfaccion la registré en los dias que el tiempo lo permitia; y no sin muchísima utilidad, pues descubrí por la parte del N una canal, mejor que la que hasta ahora practican los navegantes á este rio por la parte del S.
Esta canal hace fácil y poco arriesgada su navegacion á este rio, su entrada y salida casi con todos vientos, sin atender á otra cosa que á las mareas: lo que no sucedia antes, pues era preciso combinar estas con los vientos, y estos debian ser favorables en el único punto de la pleamar, cuya circunstancia eternizaba las embarcaciones, que fondeadas de la parte de adentro iban á entrar, pues no concurriéndoles en aquel punto de la pleamar viento favorable, permanecian fondeadas afuera. Y aunque á mí nunca esta circunstancia me detuvo, pues casi siempre he entrado con viento contrario, ya se ha visto lo muy cerca que alguno ha estado de perderse, por permanecer afuera fondeados: por lo cual convendria, que los navegantes á este establecimiento se instruyesen bien en la barra de este rio y sus canales, á fin de asegurar sus vidas y los reales intereses; pues solo la falta de practica es la que ocasiona los muchos riesgos y detenciones que continuamente se experimentan.
Parece que contradice lo que llevo dicho, el haber yo estado desde el dia 12 de Abril hasta el 4 de Mayo fondeado en la boca aguardando tiempo oportuno para mi viage: pero no es así, porque yo salgo á un reconocimiento, de cuyo paraje no se sabe otra cosa que lo muy peligroso que es, que precisamente debo salir á tal hora que pueda pasar en el dia los bajos de Punta Rubia; que el viento sea tal que me proporcione de dia esta navegacion, y que lo pueda resistir una embarcacion menor como es la chalupa que llevo conmigo sin exponerla á zozobrar; y que la mar sea á propósito, para que así mismo la pueda resistir, y otras infinitas circunstancias que me es indispensable atender, como conocen los inteligentes en la navegacion: y únicamente el asegurar las comisiones que se me han encargado pudieron á veces detenerme algunos dias fondeado en la boca, pero no los vientos contrarios ni aun las noches, pues he entrado y salido por la barra, sin que uno ni otro me sirviese de estorbo aun antes de descubrir esta canal: pero ahora descubierta, es mucho mas fácil esta navegacion, por lo que se hace preciso que se hagan prácticos en ella todos los que navegan al Rio Negro.
Los vientos que regularmente detienen en la boca de este rio á los que van á salir de él para Buenos Aires, son del tercer cuadrante, y estos son contrarios hasta salir de la barra por la canal del S: pero en saliendo de ella, todos son vientos largos para hacer esta navegacion. Por la canal del N son favorables, pues esta corre con la boca del rio ENE y OSO; y en esta inteligencia, los que mas detenian las embarcaciones antes que se descubriese, son ahora los mas favorables.
Del mismo modo, los vientos que tenian las embarcaciones fondeadas á fuera de la barra, tan expuestas á perderse cuando venian á entrar, eran del primer cuadrante y del cuarto: esto es, desde el ENE hasta el NO, los cuales son asimismo favorables por la expresada canal.
Unicamente solo un temporal, ó los vientos del segundo cuadrante, pueden detener los barcos que salen de Rio Negro para Buenos Aires, fondeados en la boca, por ser estos contrarios á esta navegacion y travesías á la costa; pero la entrada no la pueden estorbar á los inteligentes en las dos canales del S y del N, (á no ser un temporal desecho, que no pueda aguantar) ninguna especie de vientos, sea donde se fuere.
A las siete y media de la mañana metí el bote á bordo, y á las ocho y cuarto me hice á la vela con viento ONO medianamente fresco. A las ocho y media estaba á distancia de 100 varas de la punta del N del rio, y seguí gobernando al ENE, á pasar por la canal del N. A las nueve estaba en la menor agua, que fué de dos brazas, y demarqué la punta del N del rio al OSO, distancia de cuatro millas, y seguí á dicho rumbo hasta las nueve y media que goberné al NE, siempre barajando la costa á distancia de media legua, y lo mas separado de ella fué una legua. A las 11 se llamó el viento al S recio, por lo que me fué preciso acortar de vela por esperar la chalupa, y llevarla siempre á mi costado para socorrerla en caso de que no pudiese aguantar. A la una y tres cuartos entré en los bajos de Punta Rubia, sobre los cuales pensé largase la quilla esta embarcacion; pero, ya barándo, ya saliendo, estuve hasta las dos, que doblé la dicha punta y salimos á mas agua, y á este tiempo metí en vuelta del ONO, barajando la costa á distancia de un cable. A las cuatro de la tarde me hallé entre la Isla de las Gamas y tierra firme, en tres brazas de agua, y dí fondo en este sitio por ser abrigado, á fin de hacer aquí algunos reconocimientos. A las cuatro y media eché el bote al agua, y fuí á reconocer el brazo de mar que entra entre la tierra firme y la Península de los Jabalies, por haberme parecido desde el tope laguna. Habiendo llegado á él, probé el agua salada, y por ser ya de noche me volvi á bordo: en este intermedio hice tender la red á los marineros, y se pescaron algunos pejereyes y bacalaos.
Amaneció con el viento ONO: duró sin que permitiese hacer diligencia alguna, ni salir de á bordo.
Salí de mañana á reconocer la tierra, y mandé la chalupa á que reconociese una isla que está á la parte del N: todo el dia estuve en tierra y reconocí los dos arroyos, que llevan los nombres de Arroyo Hondo y Arroyo Chico: en el primero hallé cuatro brazas de agua en pleamar, cuyo fondo sigue una milla, arroyo arriba, y es excelente para estar fondeadas dentro de él embarcaciones, pues no puede haber temporales que las incomoden: el segundo es menos hondable, mas angosto y de menos caudal. La tierra es arenisca y sin leña, pero no falta pasto: su calidad es mejor que la del Rio Negro, exceptuando la llanura de este á donde lo bañan las corrientes; hallé rastro fresco de caballos silvestres, como de 70 animales, y abunda de perdices, leones, jabalies y liebres. Se tendió la red y se pescaron pejereyes, sollas y bacalao, pero poco. Al anochecer volví á bordo.
Al amanecer bajé á tierra á reconocer el campo, á fin de hallar agua dulce, observando la latitud, y la hora de la pleamar: anduve toda la mañana sin que pudiese descubrir agua. Al mediodia observé el sol á la lengua en 40° 32', y la pleamar á la una y tres cuartos de la tarde, y siendo en el Rio Negro en este dia, á las once, tres quintos, se sigue que hay dos cuartos nueve minutos de diferencia de un puerto á otro. Al anochecer me retiré á bordo, y se mataron hoy 17 jabalies, á cuyo tiempo llegó la chalupa de registrar la isla, en la que no halló otra cosa digna de notar que muchas gamas; estando esta circundada de mar por todas partes, y siendo la distancia mas breve á tierra firme de cinco millas, de las cuales trajeron diez muertas.
A las ocho y tres cuartos de la mañana me hice á la vela en vuelta del ONO, con el viento SO fresco. A las nueve y media viré por avante con vuelta del SSO, por haber dado encima de un bajo: las nueve y treinta y dos minutos viré por causa de otro: á las nueve y cincuenta minutos volví á virar por el mismo motivo, hallándome casi en cima de otro: á las diez volví á virar por lo mismo: las once viré en vuelta de SE, por hallar solo una braza de agua: á las once volví á virar á buscar mas agua; y á las doce dí fondo en 7 brazas, y observé el sol en 40º 25' de latitud, y por descargar el viento por el SO duro, me mantuve dado fondo el resto del dia.
Amaneció claro, el viento por el O fresco. A las nueve y media me hice á la vela: las diez y cuarto viré en vuelta OSO por haber hallado poco fondo: á las diez 1/4 viré en vuelta del N, por la misma razon: las once 1/4 volví á virar por causa de un bajo, y á las doce y cuarto dí fondo por hallarme cercado de infinitos bajos, en 5 brazas de agua lama, habiendo arreciado tanto el viento, que se hallaron á riesgo de perderse las embarcaciones. Al anochecer abonanzó algo el viento.
Esta mañana me hice á la vela, continuando mi navegacion y reconocimientos. A las nueve y tres cuartos varé en un desplayado grande, que hace entre tierra firme y los muchos bajos que están sembrados por todo este saco. A las doce y media pude sacar la embarcacion, y volví á hacerme á la vela: las dos y cuarto de la tarde volví á varar, y tan de firme que no fué posible poder sacar el bergantin.
Seguí siempre con la faena de sacar el bergantin, (que sería prolijidad referir aquí los trabajos y maniobras que se hicieron en esto), el que pude poner en flote á las tres y media de la tarde, á cuyo tiempo me hice á la vela en vuelta del ENE 5º E. A las cuatro dí fondo en 2 brazas de agua, cerca de la Isla de Vaqueriza. Inmediatamente bajé á ella, y la atravesé hasta la parte opuesta que tiene media legua de ancho, y me parece que con tiempos fuertes se anega toda. En ella no he visto animal alguno, ni rastro de ellos: hice tender la red y se tomaron pejereyes, pero grandes y de especial gusto, y á las seis y media de la noche me retiré á bordo.
Este dia se mantuvo el viento de NO, pero tan fuerte que no permitió hacer operacion alguna.
Amaneció claro, y el viento al NO recio: mandé 6 marineros descalzos para que reconociesen la isla por la parte del NE, que por ser pantanosa no se puede andar calzado. Luego que caminaron como 2 leguas, tuvieron que volverse por el mucho pantano y arroyos que les estorbaron el seguir adelante: llegaron á bordo á las dos de la tarde: el viento se mantuvo muy fuerte todo el dia, y así anocheció.
Este dia continuó el viento del NNO tan recio, que ni aun pude salir de á bordo, de cuyo modo anocheció.
Siguió el tiempo de la misma conformidad.
Amaneció claro, y el viento al N fresquito, á cuyo tiempo embarqué en la chalupa víveres para ocho dias, y salí con ella dejando fondeado el bergantin en el expresado paraje. Seguí el Arroyo del Baradero, y habiendo llegado á su barra no tuve agua para pasar, por lo que dí fondo y allí pasé la noche.
A las siete y media de la mañana salí de la expresada barra, y navegué al NNE hasta las doce del dia, que habiéndose llamado el viento á la proa, navegué á remo hasta las tres de la tarde, que desembarqué en la Isla de Bordas, y desde ella observé que rompia la mar por la parte de afuera desde el NE hasta el SE.
En esta isla no hallamos otra cosa que chorlitos, gaviotas y lobos marinos; é inmediato á ella fondeamos la chalupa, y nos quedamos á hacer noche.
A las siete de la mañana salí, dando vuelta por el NNO NO y SO, siempre por el fondo desde 3 palmos á 7, á excepcion de algunos pozos, ó canalizos muy angostos, hasta que llegué á 3 brazas de agua, y 2 y media arrimado á la Isla de Urristi, cuyo sitio es un buen fondeadero abrigado y de buena tenazon. Desde este sitio fuí siguiendo la canal, pero á distancia de media milla dimos sobre bajos, despues de haber varado infinitas veces: arrimamos á la isla para aguardar la bajamar, á ver si en ella descubria algun canalizo por donde seguir; observé la pleamar á la una y un quinto de la tarde, de que se sigue que el dia de la conjuncion ser á las cinco y un quinto. Habiendo bajado al agua, se repartieron los marineros por los desplayados, y el proel de la chalupa pasó hasta la tierra firme desnudo, nadando algunos pozos; el que llegó de noche con la noticia, de que todo el trecho que hay desde la isla á tierra no tiene canal alguna, pero que se habia visto muchas veces casi sumergido en fango. Desde esta isla para el NNE se descubre un laberinto de bajos y juncales, y todo fango intransitable. A las nueve de la noche descargó una turbonada de viento y agua con truenos, y así se mantuvo toda la noche.
Este dia salí dando vuelta á los bajos, gobernando al SE y SSE, y habiendo navegado 2 y media leguas, goberné al SO, S y SSO, hasta la noche que di fondo en una y media brazas de agua.
Salí al amanecer para á bordo del bergantin, á fin de traerlo hasta la Isla de Bordas, para aproximarlo mas al Colorado, y seguir de allí con las embarcaciones menores al reconocimiento, y porque me faltaban viveres, y no me era posible con los que tenia seguir adelante el reconocimiento, con solo la chalupa me costó bastante hallar la boca del Arroyo del Baradero pues sobre no tener mas que 15 varas de ancho, no tiene señal alguna por donde se conosca, por ser todo mar al rededor como 3 leguas, y con una y media brazas de agua. A las tres y media de la tarde llegué á bordo del bergantin, que ya estaba inmediato á la barra del arroyo, que así se le habia prevenido al piloto á mi salida. Anocheció lloviendo, y así se mantuvo toda la noche.
Al amanecer mandé el bote á poner balizas en la barra del arroyo: todo el dia estuvo lloviendo, y el viento al NNE recio.
Este dia estuvo el viento por el N recio, y por ser contrario no pude salir con el bergantin á la barra.
Este dia de la misma conformidad estuvo el viento fuerte, y contrario por el ESE, y lloviendo.
De la misma suerte ha estado lloviendo, y el viento del primer cuadrante recio.
Amaneció nublado y el viento al SSO, cuyo tiempo me hice á la vela. A las ocho y media varé junto á la primera baliza, y empezé la faena de sacar la embarcacion, habiendo arreciado el S. A mediodia observé el sol en 40° 14' de latitud. A las dos de la tarde salio la embarcacion, y me hice á la vela, y volví inmediatamente á varar: tendí dos espias para salir, y habiéndola puesto á las tres en flote, me hice á la vela y volví á varar á las tres y media, á cuyo tiempo volví á la faena de sacarla. A las cinco conseguí poner el bergantin en la canal, y me amarré á pasar la noche.
Amaneció claro, y el viento al O recio. A las seis y tres cuartos, me hice á la vela, y á las siete y media varé, y aunque se trabajó muchísimo no fué posible sacar la embarcacion. A las diez fué el bote, y puso 9 balizas en la canal. Al mediodia observé 40° 14'. A las cuatro y media de la tarde sacamos el barco de donde estaba varado, habiendo trabajado todo el dia en esta faena, á cuya hora me hice á la vela, y hice recoger la balizas. A las cinco estaba fuera de la barra. Al anochecer dí fondo en 5 brazas de agua: pasamos la noche con viento del cuarto cuadrante recio, y tanto que me fué preciso meter el bote bordo.
Amaneció viento del cuarto cuadrante recio; á las doce se llamó al SO. A la una, habiendo algo abonanzado, me hice á la vela, y se me cayó el relox al agua, quedándome sin siquiera una ampolleta para gobierno, y sin relox alguno bordo de ninguna especie. Seguí adelante, gobernando al N 1/4 NO. A las tres dí fondo, y reconociendo que no era buen paraje, zarpé el ancla y me hice á la vela, y navegué por 3-1/2, 4-1/2, 5 y 6 brazas de agua, y dí fondo en 2-1/2, á distancia de una milla de la Isla de Bordas, demorando esta por su medianía al N 1/4 NO.
Amaneció el viento al OSO fresco, y fui á la Isla de Bordas á observar la latitud, que es de 40° 3'. A las doce y media mandé la mitad de la gente á bordo, por haber arreciado mucho el viento, y fué tanto que no pudo volver el bote en busca mia, ni de la demas gente. Siguió siempre el temporal, y me quedé en la isla esta noche, habiendo sido preciso á bordo dar fondo á la esperanza.
Amaneció el viento al SO recio. A las nueve de la mañana, habiendo disminuido un poco, vino el bote, y me fuí á bordo. A las diez mandé el bote á llevar víveres á la chalupa, que estaba fondeada de la parte del N de la isla, y le era imposible venir á bordo. A las cuatro de la tarde llegó el bote á bordo: anocheció con el viento al SSE fresco.
Amaneció con el viento por el N fresco, y á las ocho atracó la chalupa bordo, y le hice embarcar ocho dias de víveres. A las cuatro de la tarde me hice á la vela para mejorar de fondeadero, y por ser la canal angosta y viento contrario, varé dos veces, y con una hora de noche dí fondo en 4 brazas de agua.
Este dia estuvo el viento por el NO duro, por lo que me mantuve fondeado, y se le pusieron á la chalupa baileos nuevos por estar los otros inservibles.
DIA 1.º DE JUNIO.
A las ocho de la mañana me hice á la vela con viento SO fresco, y goberné al N 1/4 NE hasta que hallé 5 brazas de agua de la parte del NE de la Isla de Bordas, que por haber visto reventar la mar y bajos por todas partes, dí fondo en dicho sitio hasta reconocerlos. A la una de la tarde mandé la chalupa con el piloto á la Punta de los Lobos, para que registrase los bajos, y viese si habia sitio á donde echar el caballo en tierra, á fin de reconocer la boca del Colorado por considerarme ya muy cerca de su desague. Al ponerse el sol tendí la ancla grande, por haberse puesto el horizonte de mal semblante. Al anochecer entró el viento por SO á ráfagas muy fuerte con granizo, y mandé izar un farol al tope mayor, para que le sirviese de guia á la chalupa. A las seis llegó la chalupa á bordo, con la noticia de haber hallado cerca de la Punta de los Lobos 5 brazas de agua.
A las ocho de la mañana zarpé las anclas, y me hice á la vela para la Punta de los Lobos. A las nueve y media tocó el barco, y fué arrastrando como dos cuadras, hasta que cayó en 5 brazas. A las diez y media dí fondo en 5 brazas de agua, inmediato á la expresada punta, habiendo navegado en vuelta de N 1/4 NE. A las cuatro y media de la tarde volvi á hacerme á la vela, para mejorar de fondeadero, y navegué al NO 1/4 O una milla, y á las cinco dí fondo en 4 brazas fango, y aseguré la embarcacion con los mejores cables. Anocheció de mal semblante, y á las tres de la mañana se achuvascó el tiempo, y descargó por el OSO una turbunada de viento que parecia huracan, y duró hasta las cinco, que se llamó al SO algo mas benigno.
Amaneció el viento al SO recio, á cuyo tiempo mandé 3 hombres á que reconociesen la tierra, y que siguiesen lo posible al NNO, pues allí considero el desague del Colorado. A las ocho registré la aguada, y visto la poca que tenia por la mucha que se habia vaciado por la inutilidad de la vacijeria podrida, hice cerrar la caldera del mate, y dí órden que se diese de beber una sola vez á los animales media racion, y que la gente bebiese por un cañon de fusíl, y mandé la chalupa á un arroyuelo de agua salada para su seguridad, pues inmediata al bergantin está expuesta á irse á pique. Todo el dia se mantuvo el viento al SO duro, y anocheció de la misma conformidad, sin que los tres que fueron á reconocer hubiesen parecido.
Me embarqué de mañana en el bote, y fuí á reconocer la ensenada: entré por un arrojo y lo seguí como dos leguas, hasta que no hallando agua para el bote, por esparcirse esta en diversos arroyos muy pantanosos de fango, di vuelta y pude desembarcar, aunque con fango á la rodilla. Subí á un cerrito, en el que hallé paja cortadera y apio, y desde él divisé, aunque confusamente, dos árboles, que se me figuraron dos sauces, junto á los cuales habia yo bebido agua el año pasado, en el viage que por tierra hice al Colorado: y aunque estaban como 4 leguas de distancia, le dije al contra-maestre que estaba conmigo que me acompañase, y siguiésemos hácia los dichos árboles. Habiendo caminado como una legua, y siempre por puro pantano, nos hallamos cercados de arroyos sin poder pasar adelante: dí vuelta y vine por el arroyo á donde estaba refugiada la chalupa, y la hallé varada, sin que fuese posible en la pleamar echarla al agua. Aquí hallé los tres hombres que fueron al reconocimiento, los cuales de ningun modo pudieron transitar este terreno, lleno de fango pantanoso, arroyos y maleza; al anochecer volví á bordo.
Amaneció lloviendo con el viento NO duro. A las doce del dia, habiendo algo aplacado, mandé en el bote 18 hombres á que pusiesen la chalupa en flote, y con ellos el contra-maestre, para que abriesen pozos en el Cerrito del Apio, por ver si se sacaba agua dulce. A las tres de la tarde llegó el bote con 10 hombres, y los restantes se quedaron abriendo dichos pozos: volvió á reciar el viento tanto, que no fué posible mandar el bote en busca de la gente á tierra, el que me fué preciso meter á bordo porque no se fuera á pique. Siguió el temporal toda la noche.
A las ocho de la mañana eché el bote al agua, y lo mandè en busca de la gente á tierra, y de todos ellos solo el contra-maestre y un marinero pudieron pasar el pantano para embarcarse en él, y los restantes, temiendo quedar ahogados en el fango, no se determinaron á pasar el pantano que mediaba entre ellos y el bote: los dos marineros, Eusebio Gonzalez y Manuel Alcain, al amanecer volvieron á emprender la descubierta del Rio Colorado, á los cuales les habia yo dado la señal de los dos árboles mencionados arriba. A las once y cuarto llegó el bote á bordo, y me hice á la vela, aproximándome mas al Colorado, aunque con viento por la proa. A las dos dí fondo en 3 brazas de agua, 3 millas al O de donde estaba fondeado, y á este tiempo llegó la chalupa á bordo y trajo los dos que habian ido al reconocimiento, los que no pudieron llegar los árboles expresados, por los infinitos arroyos de agua salada y pantanos. Al anochecer tuve que meter el bote á bordo, por el mucho viento y marejada.
Al amanecer aseguré la embarcacion con las mejores amarras que tenia. A las ocho mandé la chalupa que fuese en la vuelta del E á reconocer, y yo me embarqué en el bote y salí de la vuelta del O con cinco dias de viveres, estando el tiempo mas bonancible, á fin de hallar parage á donde desembarcar en tierra firme; pues considero que el Colorado está muy cerca, y pudiendo llegar á tierra, precisamente lo hallaré, ó á lo menos conoceré en la calidad del campo, á que distancia me hallo de él, por haberlo ya transitado. A las diez llegué á la boca de una canal que sigue al NO, entré por ella y seguí siempre, y tenia mas caudal, pues de esta salen innumerables canales. A las doce llegué á donde se dividia en dos iguales, y viendo en la que seguia al NE unas tominas que estaban por ella, así por esto, como por seguir mejor rumbo que la otra, determiné seguirla. A las dos de la tarde desembarcamos en tierra, pero de la parte de adentro habia un arroyo pantanoso: este lo pasó el contra-maestre con 3 marineros, y siguieron hácia los árboles. Yo que esperaba que bajase el agua para pasar, probé en este intermedio el agua y la hallé casi dulce, y no quedándome la menor duda que por allí desaguaba el Colorado, ó á lo menos alguna porcion de él, tiré algunos tiros llamando al contra-maestre y marineros, los que volvieron, habiendo bebido agua dulce en el dicho rio. Nos embarcamos, y seguimos aguas arriba, hasta la noche que nos acampamos en la orilla, bebimos agua dulce con alguna mezcla de salada, como la de la mar.
Al amanecer volví á buscar el bergantin, que me tenia con bastante cuidado el tenerlo fondeado afuera, dejando el reconocimiento del rio principal para despues de tenerlo asegurado adentro. A las doce llegué á bordo, y le hice señal á la chalupa de que viniese á bordo, que habia ido á cortar leña, la que llegó á la una de la tarde. Pasamos aquí el resto del dia y la noche, por estar el viento contrario.
Amaneció el viento al E bonancible y lloviendo, y empezé la faena de llevar las anclas. A las siete y media me hice á la vela para el Colorado. A las once del dia llegué á la Horqueta de las Tominas, y por ser aquí contrario el viento, dí fondo á esperar viento favorable. Pasamos el resto del dia y la noche con el viento por el E fresco y lloviendo.
Este dia se mantuvo lloviendo, y el viento al ENE recio, por lo que no fué posible salir de este sitio.
Amaneciò con el viento al S bonancible, y tuve que esperar la bajamar para poder hacerme la vela y navegar, pues de marea crecida en este paraje no es posible. A las diez y media zarpé, y me puse en derrota para el Colorado. A las doce y media quedé varado de la parte de adentro de la Punta de los Zaramagullones, y mandè el bote balizar la entrada, que tenia á este tiempo muy poca agua. A las cinco de la tarde puse la chalupa y bote al remolque por la proa, y con toda vela, por estar casi calma, procuré entrar. A las seis de la noche volví á varar, por lo que fué preciso tender espia para sacar la embarcacion, y egecutado, mandé poner faroles en las balizas, que por ser la noche obscura no se veian, y volví á tentar la entrada que conseguì á las ocho de la noche, en cuyo sitio dí fondo, dejar para mañana el saber cual sea el principal Colorado, pues sé que estoy en su entrada.
Este dia mandé la chalupa con el piloto buscar el río principal, y yo salí asimismo con el bote por ser tantos los canales que hay, no es fácil hallar el principal. A las dos de la tarde ya estaba cerciorado cual era el rio principal, y lo seguì aguas arriba hasta la Isla de Lobos. A las cuatro y media de la tarde dí vuelta y llegué á bordo á las siete de la noche, y no pareciò la chalupa.
Al amanecer hice señal á la chalupa para que viniese á bordo. A las siete y media zarpé el ancla, y con el bote al remolque y la cisga seguì con el bergantin el rio aguas arriba, y las doce quedamos varados. A este tiempo mandé la gente tierra pegar fuego al pajonal y carrizal que tiene este rio en sus márgenes, pues si estando el tiempo algo seco peg ran fuego los indios ù otros cualesquiera, estando la maciega en el estado de hoy, precisamente se quemarian las embarcaciones que estuviesen ancladas en èl: por lo que debe el que entre, tener cuidado de limpiar y quemar la dicha maciega. A las diez de la noche puse la embarcacion en flote.
Este dia tuve la felicidad de colocar el bergantin en el principal brazo del Colorado, y á donde no llega el agua salada, y salì á tierra con los marineros á pegar fuego á la maciega, así por el motivo dicho arriba, como para que, vièndolo los indios, vengan donde estoy, para por medio de ellos dar parte al Señor D. Francisco de Viedma de mi entrada en este rio: pues me tiene con bastante cuidado, el que dicho Señor tendrá de esta noticia, así por ser la estacion en que salí á este reconocimiento la mas rígida del año, como por ser esta navegacion hasta ahora ignorada de todos; y saber de cierto por informe y diario mio, que le presenté á mi llegada del viage que hice por tierra, costeando la mar este rio, por el mes de Mayo del año próximo pasado, que esta costa est llena de infinitos bajos; cuyas circunstancias, juntas con 42 dias que há que salí del Rio Negro, le ocasionar n bastante indisplicencia.
Bajè tierra con la gente pegar fuego, siguiendo los reconocimientos de la calidad del terreno, y á la noche volví bordo.
Al amanecer me embarquè en la chalupa, y seguí reconociendo el rio aguas arriba, dejando òrden al piloto para que asimismo mudase el bergantin una legua mas arriba, siempre que tuviese viento favorable, por ser este mejor parage; navegué todo el dia, bajando varias veces tierra, por reconocer la calidad de ella. A la noche me acampè en una isla del rio, habiendo pegado fuego en toda su orilla.
Seguì rio arriba, haciendo las mismas diligencias que el dia de ayer, hasta que llegué una isla de sauces, donde me habia acampado el año pasado: allì hice noche.
Este dia al amanecer me puse la vela para bordo del bergantin, con el cuidado de si llegasen indios. A las cuatro de la tarde lleguè bordo, y hallé una carta del Señor D. Francisco de Viedma que habia entregado al piloto un indio, que con otros 4 habia llegado bordo el dia de ayer: y aunque el piloto los agasajò bastante y los regaló, no quisieron quedarse por no haberme hallado; pero quedaron en volver para llevar la respuesta de dicha carta, fecha 14 de Mayo; y el bergantin lo hallé ya en el paraje que al piloto le habia prevenido.
Este dia eché la vacijeria en tierra, el caballo (que hasta ahora no habia hallado paraje para desembarcarlo), y todos los ùtiles de á bordo, á fin de limpiar la embarcacion, y achicarle el agua: y asimismo eché en tierra anclas y cables, y monté la artillerìa y bajè tierra cerciorarme bien de su calidad, la que ciertamente supera cuanto he visto en la Costa Patagónica, y creo compite con los mejores parages, cuyo juicio hice el año pasado, y expuse en el diario citado arriba: pero no siendo esto de mi profesion, suspendo lo que pudiera decir en el asunto, por no errar; dejándolo los inteligentes en la agricultura (aunque esta no me es totalmente desconocida). Luego que llegué bordo, que fuè bien cerca de noche, llegaron un cerrito, por la parte del N, como de 50 60 indios: inmediatamente mandé el bote y la chalupa á que condujesen algunos, y trajeron 5, y una mulata lenguaraz: entre ellos venia el que habia conducido la carta del Super-Intendente, los que agasajè y regalé con aguardiente, (la mitad agua del Colorado) poleadas y bizcocho; y aunque los quise despachar para el Rio Negro, respondiendo por medio de ellos dicho Señor, y d ndole cuenta de mi arribo á este rio, no pude conseguirlo, porque decian quieren pasar aquì el dia de mañana, para que descansen sus caballos. A las ocho de la noche los eché en tierra.
Este dia se les diò de comer á los indios, y se les regaló aguardiente, tabaco, y bizcocho para de noche.
Esta mañana se les diò de comer á los indios, y le entregué al que trajo la carta otras, para que llevase al Rio Negro al Señor D. Francisco de Viedma, d ndole noticia de mi arribo: asi para que hiciesen esta diligencia como por la buena armonía, fueron todos regalados con aguardiente, porotos, bizcocho, harina y abalorios, y las doce del dia se pusieron en camino para sus toldos, y el que llevaba la carta dice que en derechura pasará al Rio Negro entregarla.
Este dia se trabajó en limpiar el barco y la vacijeria, y llenarla de agua.
Fuí á reconocer por tierra la costa de la mar. A las cuatro de la tarde llegué bordo, y al mismo tiempo llegaron 3 indios del cacique Calpisquis, los que se quedaron esta noche: se les diò de comer y aguardiente.
A las ocho de la mañana se fueron los indios expresados, y las cinco de la tarde volvieron con tres chinas, que dicen habian dejado al resguardo de los caballos que traian para vender: se les obsequiò de la misma suerte que el dia de ayer.
A las ocho de la mañana vinieron los indios á que les comprase los caballos, de lo que me escusè, esforz ndolos á que fuesen á venderlos al establecimiento del Rio Negro; pero no fuè posible porque dicen tienen los caballos cansados, y que est lejos, por cuyo motivo querian volverse. En esta suposicion se les regalò aguardiente, harina, bizcochos, porotos y abalorios. A las cuatro de la tarde se fueron.
Este dia, ya un poco restablecido el caballo de lo que se habia enflaquecido en la navegacion, me fuì en él por la costa del mar como seis leguas. A las dos de la tarde dí vuelta, y llegué de noche bordo.
Este dia estuve bordo, haciendo componer algunas cosas pertenecientes á su aparejo.
A mediodia llegó bordo el cacique Uzel, con 18 indios y la lenguaráz mulata; y porque este es el que pára ahora en el Colorado, y ser el cacique mas inmediato á nosotros, lo regalé mucho, como tambien á todos los indios que le acompañaban.
Este dia se les dió de comer los indios, y se les regalò con aguardiente, harina, bizcocho y porotos, y se fueron las cuatro de la tarde gustosos, pero esta noche me robaron un caballo que habia comprado; tal es la fidelidad de estos b rbaros.
Este dia permanecí á bordo, aguardando respuesta del Rio Negro, pues ya tiene el indio que llevó la carta sobrado tiempo para haber vuelto.
Esta mañana salí á caballo, costeando el rio agua arriba, y reconociendo el terreno de sus márgenes, y cuanto mas arriba es mejor tierra: caminé como seis leguas, y llegué bordo con una hora de noche.
Este dia lloviò mucho, por lo que no pude salir de á bordo.
De la misma suerte estuvo lloviendo con los horizontes cerrados.
Asimismo se mantuvo lloviendo hasta el mediodia. A las cuatro de la tarde llegaron 3 indios y 2 chinas, los que no se pudieron entender por no haber traido lenguar z: los obsequiè como siempre.
A las nueve de la mañana llegaron indios, los cuales ascendieron 60 personas entre hombres y mugeres, y entre ellos una china ladina, sobrina del cacique Calpisquis, la que dijo que toda aquella gente era del expresado cacique, que venian á vender caballos y reses por bayeta, ollas, bugerias, bizcocho, sombreros, harina, aguardiente y porotos: los agasajé, dándoles de comer y aguardiente, y se empezó la feria.
Amaneciò con viento SO fresco, mucha lluvia y truenos, y siguió la feria de los indios, d ndoles de comer y aguardiente.
Al amanecer empezé embarcar la vasijería, y todos los útiles que tenia en tierra, para pasar con el bergantin á la otra banda donde est n los indios, por custodiar los animales que comprè. A las dos de la tarde me anclé en la parte del N: inmediatamente echè la vasijería en tierra, y con ella hice un corral provisional para encerrar los caballos que compré, y seguì la feria. A las seis de la noche llegò el indio que fuè al Rio Negro llevar la noticia de mi entrada en el Colorado, al Señor D. Francisco de Viedma, con la deseada respuesta de haberla recibido dicho Señor, y todos en general se les dió de comer y aguardiente.
Se continuó la feria hasta las tres de la tarde, habiendo comprado 17 caballos, 5 vacas y 4 novillos; asimismo compré lazos, colleras y maneas, y se pusieron en marcha los expresados indios de Calpisquis, quedándose el que trajo la carta con los que le acompañaban. Al anochecer llegaron 4 indios, 2 del Colorado y 2 del paraje donde est el Cacique Negro, los que me trajeron de parte de este un costillar de vaca de regalo, y dijeron que luego que ellos regresasen á sus toldos, quería venir aquí dicho cacique: les mandè dar de comer y aguardiente: se atò el ganado vacuno, y se encerraron los caballos. A las dos de la mañana se fueron 4 reses, que rompieron los lazos con que estaban atadas.
Al amanecer mandè la chalupa á cortar palos para hacer un corral, y ensillè caballo para campear las vacas; hallé el rastro, y lo seguí campo adentro, hasta que advertì el caballo algo pesado: me apeè dej ndolo refrescar, y me fuí á bordo las tres de la tarde. A esta hora despaché todos los indios, habièndoles regalado aguardiente. bizcocho, harina y porotos. A las cuatro llegó un peon, de los que acompañaban al Super-intendente, con la noticia de que estaba ya á mas de medio camino del Rio Negro al Colorado dicho Señor.
Antes de amanecer mandé al bote á que trajese la madera que tuviese cortada la chalupa, y ordenase al patron de esta, que navegase el rio, aguas arriba, hasta una isla que le señalé, y que allí permaneciese hasta otra disposicion. Al mismo tiempo monté á caballo, y con el expresado peon, á teson de galope, fuí á encontrarme con dicho Super-intendente, de nueve á diez leguas de donde salimos: seria mediodia, nos pusimos en marcha y vinimos á hacer noche á la orilla del Colorado.
Esta mañana salimos costeando el Colorado, aguas abajo, por la parte del S. hasta la citada isla á donde estaba la chalupa, en cuyo puesto determinó dicho Sr. Super-intendente dejar toda la expedicion al cargo del alferez de dragones D. Francisco Piera, y auxiliándole la chalupa, pasó á la parte del N acompañado del ingeniero D. José Perez Brito, un Padre Mercedario y dos soldados, y nos pusimos en marcha por la orilla del rio para á bordo del bergantin. Habiéndo llegado á bordo hallé la novedad de haber robado las vacas los indios, y que el marinero que las pastoreaba habia salido en busca de ellas, y no habia vuelto.
Fué el bote á remudar la chalupa para que conduzca víveres.
Este dia salí á caballo, acompañando al Señor D. Francisco de Viedma que salió á reconocer el terreno. A las tres de la tarde llegó á bordo la chalupa con víveres. A las nueve de la noche hubo noticia, de que el marinero que faltaba lo tenian los indios en los toldos.
A las tres de la tarde vino el marinero que faltaba, al cual lo habian apresado los indios en los toldos, y tenian ya como esclavo.
Despues de mediodia salí en el bote, con el Super-Intendente y el Ingeniero, á reconocer la boca de este rio, á cuyo tiempo llegó el cacique Uzel con algunos indios, y á las cuatro de la tarde volvimos á bordo.
Despues de mediodia se puso en marcha el Super-intendente, con los que le acompañaban, para el Rio Negro, dejándome la órden para que yo regresase á dicho rio, con toda la expedicion con que vine, luego que viniese á bordo la chalupa.
Este dia mandé porcion de la gente de á bordo á cavar tierra para sembrar algunas semillas, y empezé á alistar la vasijería, y á hacer la aguada.
Mandé la gente á que siguiesen la sementera, otros á hacer leña para el viage, y otros prosiguiesen con la aguada. A las dos de la tarde llegó el Cacique Negro con sus indios, se le dió de comer y aguardiente: á la noche llegó la chalupa á bordo.
Se acabó de hacer la aguada, leña y sementeras: despaché al Cacique Negro con sus indios, habiéndole regalado aguardiente, harina, bizcocho y porotos, quedándome listo para por la mañana emprender mi viage al Rio Negro.
Al anochecer vino á bordo el Cacique Negro, pretendiendo con fuertes instancias una carta para el Exmo. Señor Virey, para que la condujesen á Buenos Aires 4 indios que con el Chanchuelo, dice, vá á mandar á esta ciudad, á fin de que estos pudiesen pasar por las guardias francamente, y que el dicho cacique con Guchulap, Calpisquis, Toro, Guchan, Canopey y Alcaú juntos, pasaban al Volcan á tomar bagualada, de cuyo paraje queria despachar los expresados chasques Buenos Aires. Y habiendo yo sabido por dicho cacique, que los dichos peones que llevaban carta por tierra á Buenos Aires, llamado el uno Juan José, y el otro Martinez, los tendrian detenidos en los toldos de Calpisquis hasta el regreso del Cacíque Negro á ellos, por haber dicho allí unos indios que nosotros marchabamos con mucha gente y armas para matarlos, motivado de la venida del Super-intendente al Colorado, les dije que de ningun modo irian estos indios mas seguros, que con los expresados peones, pues llevaban cartas y pasaportes. Les expresé cuanto pude esta seguridad, á fin de que no los detuviesen, y lograsen el viage que se intenta por tierra; y regalé á este cacique cuanto pude, y á sus indios, encargándole mucho la seguridad del peon Godoy, haciéndoles muchos ofrecimientos mi regreso al Colorado.
El Chanchuelo me dijo, que el camino que llevaban los dos peones que van á Buenos Aires, es el peor, y que el camino mejor era por cerca de la costa hasta el Volcan, y que desde el Colorado hasta el Quenquen habia cinco dias de camino bueno.
De mañana salí para el Rio Negro, y al mismo tiempo se fueron los indios: llegué al Paso de los Faroles, y me fué preciso dar allí fondo para abalizarle.
Este dia fuí á reconocer el principal desague del Colorado, y abalizé el paso con 40 balizas hasta la Punta de los Zaramagullones, y me hice á la vela, y al remolque hasta la noche, que dí fondo á la expresada punta en dos brazos de agua.
Esta mañana, estando el viento al OSO bonancible, zarpé el ancla, y con el bote y chalupa por la proa al remolque seguí la canal, y llegué á las diez para las once á la Horqueta de las Toninas, en cuyo paraje largué toda vela, siéndome ya allí dicho viento favorable. Serian ya las doce del dia, estaba desembarcado, y goberné al SE 1/4 E hasta las dos de la tarde que dí fondo en 5 brazas, á dejar crecer la mar para pasar un bajo y abalizarlo. Habiéndolo abalizado y reconocido, me hice á la vela, y seguí mi navegacion, gobernando al S 1/4 SE, hasta el anochecer que dí fondo en 41/2 brazas de agua.
Amaneció con el viento al SO recio, el que á mediodia abonanzó, y mandé el piloto en la chalupa á la barra del Arroyo del Baradero, para que abalizase su canal. A las cuatro y media, habiéndose llamado el viento NNE flojo, me hice á la vela, y navegué hasta la noche que dí fondo en 3 brazas de agua.
Amaneció claro con el viento por el O, y contrario á mi navegacion: á mediodia llegó la chalupa á bordo, dejando abalizada la canal expresada arriba. A las dos de la tarde me hice á la vela con viento ONO, y bordejeando llegué á la primera baliza, y de allí con remolque y espias, llegué al anochecer á fondear dentro de dicho arroyo. A las ocho de la noche entró el viento por el E flojo, con el que me hice á la vela; y á las diez se llamó el viento á la proa, por lo que dí fondo.
Se mantuvo el viento de proa, y al remolque seguí hasta las tres becas, que no pudiendo pasar, dí fondo á las dos de la tarde, con viento al E muy flojo: levé, mareé toda vela, y navegué hasta el anochecer, que dí fondo en dos brazas hasta la salida del arroyo.
Al amanecer me hice á la vela con viento NNO bonancible, gobernando al SS0. A las nueve y media quedé varado sobre un bajo, de los infinitos que hay en estos parajes: por lo que tendí una espia, y con ella á las tres de la tarde salió la embarcacion, á cuya hora me hice á la vela, y goberné al SSE hasta la noche, que hallando 10 brazas de agua, dí fondo.
Al salir el sol me hice á la vela con NO bonancible, y á las nueve y media varé sobre el bajo grande, frente á los arroyos. A las tres de la tarde con dos espias salí á la canal, y dí fondo en 7 brazas, por estar calma, y ser la corriente contraria.
Esta mañana me hice á la vela con viento NO fresco, y dí fondo en la angostura que hace entre la Isla de las Gamas y la Península de los Jabalies; y en este paraje, á la orilla del agua sobre la barranca, puse cinco pipas y dos cuarterolas de agua dulce, para que sirvan de socorro la embarcacion que allí vaya con comision ó arribada, y asimismo á los que vayan por tierra.
Al amanecer me hice á la vela con viento fresco ONO, y fuí fondear inmediato á Punta Rubia, á fin de abalizar la canal que hace entre esta y los bajos de afuera, á cuya diligencia mandé el piloto por hallarme yo enfermo, y no pudo poner mas que 4 balizas por la orilla en tierra firme, por ser en los bancos el suelo muy duro.
Este dia salí, aunque con trabajo, á la Punta Rubia á reconocerla, y puse una baliza sobre un cerro, por la cual se conoce cuando se halla en la canal entre los bajos y tierra firme, y mandé algunos marineros á cazar, porque nos hallamos faltos de carne, á los que se les dieron algunas balas de fusil. Al anochecer volvieron á bordo los cazadores, habiendo traido 24 jabalies; y se puso el viento de muy mal semblante.
Amaneció el viento al OSO muy recio, y luego se llamó al SE de la misma suerte: á mediodia abonanzó, y mandé al contramaestre en el bote á reconocer los bajos de afuera, el que halló canal que sale al SE: al anochecer volví á bordo, y quedaba el horizonte de mal semblante.
Amaneció con el viento al OSO recio y contrario para navegar al Rio Negro: á las ocho mandé la chalupa á la Punta Rubia, con una cuarterola para que la llenasen de aceite de lobo, que los hay en abundancia. Todo el dia se mantuvo el viento de la misma conformidad, y anocheció de mal semblante. A las dos de la noche se llamó al ONO que parecia huracan, por lo que fué preciso dar fondo á la esperanza.
Todo este dia se mantuvo el viento muy recio, desde el ONO al OSO, hasta la noche que se quedó calma, cuyo tiempo zarpé la esperanza.
Amaneció con el viento al SO fresquito, y los horizontes cerrados. A las diez de la mañana se llamó al SSE recio, y por tener en este paraje poco abrigo, me hice á la vela para adentro, con mayor y trinquete arrizados. Despues de mediodia dí fondo inmediato á los dos arroyos: todo el dia se mantuvo el viento desde el SSE hasta el SSO fuerte con granizo, y así anocheció.
Amaneció el viento SO recio, de cuyo modo se mantuvo todo el dia, hasta la noche que abonanzó.
Amaneció con dicho viento medianamente fresco: á las nueve de la mañana vino la chalupa á bordo, le dí víveres para que volviese al arroyo adonde estaba refugiada. Al anochecer se llamó el viento NNO fresquito, y le hice señal á la chalupa para venir bordo: á las doce de la noche le dí víveres, y órden para que á aquella hora se pusiese á la vela, adelantándose á Punta Rubia embarcar la cuarterola de aceite de lobo, que antes no habia podido por la dureza de los tiempos.
Serian las dos de la noche cuando metí el bote á bordo, y me hice á la vela para el Rio Negro. A las cuatro de la mañana llegué á Punta Rubia, á donde hallé la mar sumamente gruesa; y en medio de la rompiente seguí con la chalupa por la proa, y toqué con la quilla en la cabeza del N de los bancos: con otro golpe de mar salimos, y seguí gobernando al S 1/4 SE por entre el rompidero de la costa, y el de los bajos, que tiene 50 brazas de latitud. Al salir el sol ya habia montado los bajos, y seguí con fuerza de vela y viento N fresco, por lograr la pleamar de dia en el Rio Negro, y poder lograr entrar en él, por estar la mar muy gruesa y el viento contrario para aventurarse á embestir su barra. De noche las doce llegué la barra que rompia de punta á punta, y la embestí por la canal del N por entre las reventazones. La menos agua que hallé fueron dos brazas, y con todo, era tanta la marejada que tocó algunas veces la embarcacion, no calando esta mas que 71/2 palmos: pasé la barra y navegué por 3 brazas de fondo hasta la punta del N del rio, que me dió el viento de proa, y á fuerza de muchos bordos logré dar fondo dentro del rio. A las dos de la tarde ya emparejó seguro, mediante Dios, no pudiendo seguir mas adentro por tener la corriente encontra.
A la chalupa no le fué posible embestir la barra por donde nosotros, por la mucha mar que podia sumergirla, y dió vuelta á los bajos, y desde afuera á remo vino á amarrarse á nuestro costado con mucho trabajo, y á no tener tan buena gente no lo hubiera logrado, ni tampoco entrar en el Rio Negro.
A las once de la noche me hice á la vela, y con la creciente fuí á fondear mas adentro, y en mejor paraje.
Al salir el sol mandé tierra los marineros para que hiciesen fuego, á fin de que por él viniesen en el establecimiento en conocimiento de mi entrada en este rio; y á las diez me levé, haciendo diligencia de llegar al establecimiento.
Advertencias á los navegantes á estos destinos.
1.° Todo aquel que del Rio Negro salga haciendo viages á la Bahía de Todos Santos, debe emprenderlo con vientos del tercer cuadrante, teniendo presente la hora de la pleamar en Punta Rubia, para doblarla á aquella hora sin perder minuto de tiempo, en esta inteligencia, y en la de que es la pleamar en el Rio Negro dos horas antes (con diferencia de pocos minutos) que en Punta Rubia, en las cuales es imposible hacer esta navegacion. Deberá salir del Rio Negro á media marea creciendo, y precisamente por la canal del N de su barra, y en este caso tiene cinco horas para navegar esta distancia, que con un pampero fresco, haciendo fuerza de vela, es tiempo suficiente para hallarse en dicha Punta al punto de la marea; no debiendo separarse al doblarla mas que 18 pasos de la baliza que en ella está clavada, por ser la canal sumamente angosta, y precisa al pasar por ella, en cuanto no se haga otro reconocimiento mas prolijo, en que se sepa si hay otro paraje que proporcione la entrada en dicha bahía con mayor facilidad.
2.ª Si los vientos con que salga del Rio Negro fueren bonancibles, y en el término arriba expresado viere que no puede alcanzar á Punta Rubia, deberá mantenerse inmediato á Punta Rasa á la vela, ó dado fondo, contando con 14 horas que tiene precisamente que estar afuera: pues corriendo la costa desde esta punta basta la Rubia N S de la aguja, y desde ella para el Rio Negro NE SO asimismo de la aguja, si le entra algun tiempo, nunca le puede ser enteramente travesía, pues el mas travieso lo deja navegar en 10 cuartas, y así se halla, estando en esto paraje, en términos de seguir su viage, ó retroceder al Rio Negro, San José ó San Antonio à refugiarse; lo que no sucederá si se hallare à sotavento ó barlovento de la expresada Punta Rasa.
3.ª Si hallándose ya al N de Punta Rasa, le entráre algun tiempo del S SSE SE, y mas si fuere de noche, procurarà aguantar hasta qae considere ser tiempo de seguir à embestir à Punta Rubia à la hora de pleamar, sin pensar en amarrarse; porque en la latitud de 40° 45' toqué ya con la quilla de la embarcacion que hoy tengo á mi cargo, cuando vine al reconocimiento del Rio Negro al principio de la expedicion, y en 12 palmos de agua no se vé la tierra, y sí el horizonte cerrado, de lo que revienta la mar encima de los bajos: cuya advertencia puede servir tambien á los que viajan à Buenos Aires, para que les dén el correspondiente resguardo.
4.ª Si doblando Punta Rubia le diere el viento escaso, puede dar fondo, pues estando ya de la parte de adentro, no hay mucha marejada, porque esta quiebra en los bajos de afuera: pero con la advertencia de que sea con la mejor ancla que tenga, por la mucha corriente que hay. Esto es en caso de estar la marea parada ó bajando, que si creciere, puede, aunque sea el viento enteramente de proa, voltejear, pues con la ayuda de la corriente, que lo menos que corre en las cuadraturas lunares es 4 millas, muy breve se hallarà al O de la Isla de las Gamas, é inmediato al Arrojo Hondo, en cuyo sitio puede dar fondo, sin que temporal alguno le pueda incomodar. Pero de ningun modo permanecerà fondeado en Punta Rubia mas tiempo que hasta que la marea empieze á crecer porque, ademas de la mucha corriente, es malísima la tenazon, y mucho fondo, por lo que debe hacerse á la vela antes que la marea tome mucha fuerza, que de lo contrario le costará mucho trabajo. Los bordos que diere puede rendirlos en tierra, que es todo limpio y hondable hasta el viril, pero tendrà sumo cuidado con el bajo de afuera, por no dar de mucho fondo de repente sobre él.
5.ª Estando ya adentro de la angostura que hace la Isla de las Gamas con tierra firme, se puede dar fondo en toda la bahía sin cuidado; teniéndolo solo de que no sea sobre algun bajo, y atendiendo á que si diere fondo en pleamar, le quede agua suficiente cuando esta baje para quedar en flote: en la inteligencia que lo que crece y mengua en este paraje en las mareas ordinarias, y con viento del cuarto cuadrante, es bruza y media, y con los vientos de afuera crece mucho mas, y segun la fuerza de los temporales que la impelen.
6.ª Pasando de la Bahía de Todos Santos á Bahía Anegada, es menester atender á la diferencia que hay en las mareas de una á otra, que es de 3º 27' (como se deduce de las observaciones que se expresan en el diario), para poder navegar y fondear con la posible seguridad, de no quedarse sobre algun bajo, de los infinitos que tiene: en inteligencia de que, con corta diferencia, tanto crece y mengua en una como en la otra.
7.ª Ninguno debe navegar de noche en ninguna de estas dos bahías por no arriesgarse á quedar varados; y en cualquiera paraje de ellas que dé fondo, puede estar seguro de su tenazon.
8.ª De dia se debe navegar de dos tercios de marea, creciendo para adelante, á fin de tener agua sobre los bajos para pasar, y al mismo tiempo si varáre, puede con facilidad sacar la embarcacion, creciendo el agua.
9.ª El paraje se señala con 4 anclas al O de la Isja de los Lobos, de 4 y 5 brazas de aguas, que entra á la Canal de Villarino; es de fuertísima tenazon, y si sale á la mar ancha, sin bajos que estorben la entrada en él, embarcaciones mayores, como lo creo con bastante probabilidad, podria muy bien servir para refugio de ellas, y hacer aguada, porque el paraje es segurísimo, y desde allí al Colorado vá seguro cualquier cayuco, desde el cual haciéndose á la vela para el Colorado hasta la Punta de los Zaramagullones, deberá navegar de dia y de bajamar, porque cuando está esta crecida, se cubre todo el desplayado y no se conoce la expresada canal; y al contrario, de bajamar todo queda en seco, á excepción de ella. Y para navegarla de continuo se necesita abalizarla, bien entendido, que toda la distancia que hay desde la Punta de los Lobos hasta el Colorado, es puerto seguro; y entrando dentro de la canal expresada, con toda seguridad se puede navegar, hasta con canoas.
10.ª Desde la Punta de los Zaramagullones hasta entrar en el Colorado, debe navegar de marea crecida, y á cualquiera hora, arrimando el costado de la embarcacion á las balizas, que allí dejé puestas á mi salida, dejándolas por la parte de babor.
11.ª Para venir del Colorado al Rio Negro es menester, inmediato al Arroyo Hondo, esperar viento al propósito para hacer esta navegacion, particularmente si es por el invierno, cuando los dias son cortos, los temporales muchos, y las noches penosas, largas y arriesgadas en estos. Los vientos mejores son de NE al NO. En esta atencion debe salir de Punta Rubia á la pleamar, y hacer bastante fuerza de vela, á fin de llegar al Rio Negro en el mismo dia de marea crecida, y entrar por la canal del N de su barra. Luego que la pase por la canal expresada, orzará á arrimarse á la punta del N que forma la boca del rio, así por tomar del mismo bordo el fondeadero, como por dar resguardo á un bajo chiquito que se halla á sotavento.
12.ª Siempre que los vientos sean del segundo ó tercer cuadrante fuertes, y haya mucha mar de leva, de ningun modo entrará por la expresada canal del N de la barra, porque en este caso es mucho mas seguro entrar por la del S, en la cual no altea tanto la mar como en la del N, por quebrar en los bajos de afuera, y los vientos expresados son en aquella favorables.
13.ª Habiendo mucha marea de leva (esto es de un temporal desecho) debe tener presente, que en la canal del N altea la mar mucho, porque no tiene resguardo alguno de la parte de afuera, y el que viniere á entrar por ella, debe contar con 9 palmos de alzada: cuya experiencia hice en este viage, que asegurado de la agua que habia, por las repetidas observaciones que tengo hechas, y que precisamente tenia lo menos dos brazas, embestí la barra que rompia de punta á punta, con marejada tan disforme cual nunca he visto en ella, y hallé las dos brazas mencionadas: pero toqué muchas veces, mandando la embarcacion solo 7 palmos de agua.
14.ª Desde el Rio Negro al Colorado pueden muy bien navegar chalupas, y barquear de una parte á otra víveres y algunos útiles, teniendo agua en el paraje à donde ahora dejè las pipas: y aunque salgan del Rio Negro con un pampero desecho, no hay que temer, porque van abrigadas, no separándose mas que una cuadra de la costa; y como mandan poca agua, hallan entrada á cualquier hora en Punta Rubia, y doblada esta, cualquier bote con seguridad puede navegar al Colorado. Pero si se estableciese tragin de un rio á otro, serian à propósito balandras ó goletas, que cargadas no mandasen arriba de 5 ó 6 palmos de agua, las cuales hallan agua à un tercio de marea creciendo, para pasar por todas las barras, y sobre todos los bajos que hay de una à otra parte.
Las advertencias referidas, de las cuales me parece no debe ningun navegante despreciar lo mas leve, las sujeto como debo à la correccion de mejor juicio, y á la enmienda de lo que en lo sucesivo vaya adelantando la experiencia: que asì como esta fuere creciendo, así habrá mas que añadir y quitar; y mas si se hace exacto exámen de esta costa, las dos bahias por la parte de afuera, sus bajos y canales que entran à ellas, levantando geometricamente su plano, y balizando algunos canalizos para mayor seguridad de las embarcaciones: lo que à mi me ha sido imposible egecutar, así por lo riguroso de la estacion como por la poca proporcion que mas que, como conocen los inteligentes, se necesita para ello de mucho mas tiempo, estacion proporcionada, y mayores arbitrios.
NOTA.—El puerto que está al O de la Punta de los Lobos, señalado con cuatro anclas, del cual hago referencia en la advertencia 9.ª, ademas de ser segurísimo y capaz de anclar en él muchas embarcaciones mayores y menores, tiene la gran ventaja, de que solo puede servir para que nuestras embarcaciones vayan à èl à proveerse de lo necesario: lo que no puede hacer otra ninguna embarcacion que no sea de la nacion ó de alguna aliada nuestra; pues siendo enemiga, no puede por camino alguno hallar ningun socorro. La razon es, porque embarcaciones mayores no pueden llegar al Colorado, y aun lanchas y botes es menester esperar marea para entrar mas adentro de la Punta de los Zaramagullones, y precisamente á tiro de piedra de tierra, que no hay mas distancia que 60 brazas. Antes del expresado sitio, ni aun en èl, desde la Punta de los Lobos, es imposible hacer desembarco, por no ser transitable por el fango suelto de que se compone todo aquel terreno: en cuyo supuesto la embarcacion, que por los nuestros, ò con su consentimiento (en caso de estar habitado el Colorado) no sea socorrida, no tiene mas arbitrio que perecer, entregarse ò marcharse.
El fango, de que digo que está compuesto este parage, es tan suelto, especialmente por las orillas de los arroyos, que un perro que en una ocasion saltò del bote, y nadando salió al expresado fango, tuvimos que ir con el mismo bote à buscarle, porque luego que se clavò ya no pudo salir.
Algunos de los marineros que llevè se han visto en bastante riesgo de perder la vida, queriendo hacer pruebas à veces à pasar algun pantano ó arroyo, que por casi seco les parecia chico.
Y ùltimamente, siempre que este puerto tenga salida libre á la mar, como con bastante fundamento lo presumo, vuelvo à decir, que me parece solamente bueno para la nacion que ocupe el Colorado.
A bordo del bergantin Nuestra Señora del Carmen y Animas, al ancla en el Rio Negro, à 8 de Agosto de 1781.
[1]: Diario del año de 1780.
[2]: Talvez sea el Charileo del diario del Ejército expedicionario de 1833, y mas correctamente, Chadi-leufú ó Chadileu, "arroyo salado."
[3]: Diario del establecimiento del Rio Negro, por D. Francisco de Viedma.
[4]: En la boca del Colorado.
[5]: De Casu montaña, y hati alta, en el dialecto de los indios orientales ó "Puelches:" pero los meridionales ó "Ghùylliches," dicen Vuta-calel, el gran cerro, y los Araucanos en general, Catan-lil, peñasco agujereado, por una especie de horqueta, parecida al marco de una ventana, que tiene en la cumbre, de donde le viene el nombre de "Sierra de la Ventana." En un mapa inédito del Coronel Cabrer se le dá el nombre de "Monte Mayor," que tiene bastante analogía con los ya mencionados.
[6]: Mas correctamente Call-pulquís, "flecha verde;" de call
verde, y pulquí flecha.
[7]: O Gucha-lan, "el que desafia á muerte;" de guchan desafiar, y
lan muerte.
[8]: "Gente que agarra con las bolas," de chuln, prender, laques
bolas, y het gente, ó tribu.
[9]: Los Ghùylliches, y los Pehuenches suplen con la letra s la r que falta á su alfabeto, y dícen Sanquel en vez de Ranquel, que en el idioma araucano significa carrizal. Falkner da este nombre á un rio, que por la posicion que ocupa en su mapa es el Neuquen.
[10]: "Bonito."
[11]: Llegó ser Gobernador de la Provincia de Córdoba, y fué fusilado por órden de la Junta Gubernativa de Buenos Aires, con el ex-Virey Liniers y otras ilustres víctimas, en el parage llamado la Cabeza del Tigre, en los primeros meses de la revolucion.
[12]: A Narrative of four Voyages to the South Sea. Nueva-York, 1832, in-8.°
[13]: "Gaceta Mercantil de Buenos Aires" de 18 de Julio de 1833.
[14]: El Coronel D. José Antonio Alvarez Condarco, cuya residencia accidental en Mendoza ha sido tan provechosa á las ciencias, por haber levantado el mejor mapa que poseemos de aquella provincia.
[15]: O mas bien Muyn-lil, "peñasco hinchado."
[16]: Este cerro, cuyo nombre significa "cobre," tiene la reputacion de ser una de las mas ricas minas de este metal, en un pais donde abunda. "Cuando se empezó á trabajar, dice Molina (Compendio de la historia natural de Chile, pag. 97), producia pepitas de cobre puro de 50 y de 100 quintales de peso, y de tan excelente color que parecia un similor verdadero, pues por lo general dominaba mas el oro que el cobre." Lo mismo confirma Frezier, agregando que el descubridor de esta mina fué D. Juan de Melendez, que le puso el nombre de San Joseph." Sacó de ella, segun afirma este viagero, un riñon de 40 quintales, del que fabricó seis cañones de campaña de á seis, mientras él estuvo en la Concepcion. Este mismo cerro abriga vetas de lapis-lazuli." (Relacion de un viage á la Mar del Sud. Amst. 1717, tom. 1, pag. 145.) El nombre araucano del cobre es Cum-pañil-hue, "fierro colorado;" pero los Pahuenches dicen Payen; sea alterando la voz pañil, que es el nombre genérico de todos los metales, sea mas bien por el color azul (payne) del lapiz-lazuli, ó del cobre de este cerro, semejante talvez al azulado de Vittemberg y de Sajonia, ó al carbonate de cobre de Inglaterra, y de otras partes de Europa y de América del Sud.
[17]: "Baja con estrépito," de tuun salir, y yatain, ó yun ruido.
[18]: "Cerro de las piedras de afilar."
[19]: En algunos diarios se le da el nombre de Bahia de Noé, que tiene también el mérito de expresar el estado de inundacion casi permanente de estas sirtes.
[20]: A Descripcion of Patagonia, and the adjoining parts of South America. Hereford, 1774, in-4.° pág. 77.
[21]: _Surveying Voyages of H.M. Ships Adventure and Beagle, 1833-6, by Captains P.P._ King and R. Fitz-Roy, R.N., with extracts from the Journal of C. Darwin, Esq. (Esta obra ha sido premiada por la Real Sociedad de Geografia de Londres.)
[22]: Dihueñ-hets, gente unida, ó acompañada; y Cho-che-hets, indios de sangre pura, y sin mezcla de europeos.
[23]: Los geógrafos suelen llamar á esta parte de la costa patagónica, País del Diablo, asi como los indios dicen en su idioma Alhue-mapú. En el mapa que acompaña el Viage al Rio de la Plata del viagero francés Acarete, que visitó estas provincias en 1657, y en otros antiguos mapas publicados en Holanda, se da á nuestras pampas el nombre de "Trapalanda," que parece ser una corrupcion, ó metátesis, del plat-land de los alemanes: esta voz expresa con propiedad el carácter de estos desiertos, cuyo aspecto, segun la poética expresion de Humboldt, "llena el alma del sentimiento de lo infinito."
[24]: El plano á que se alude en esta parte nunca ha sido publicado.