The Project Gutenberg eBook of Diario del piloto de la Real Armada, D. Basilio Villarino, del reconocimiento, que hizo del Río Negro, en la costa oriental de Patagonia, el año de 1782 This ebook is for the use of anyone anywhere in the United States and most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this ebook or online at www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you will have to check the laws of the country where you are located before using this eBook. Title: Diario del piloto de la Real Armada, D. Basilio Villarino, del reconocimiento, que hizo del Río Negro, en la costa oriental de Patagonia, el año de 1782 Author: Basilio Villarino Release date: July 5, 2020 [eBook #62559] Most recently updated: October 18, 2024 Language: Spanish Credits: Produced by Adrian Mastronardi and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from images generously made available by the Bibliothèque nationale de France (BnF/Gallica) at http://gallica.bnf.fr) *** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK DIARIO DEL PILOTO DE LA REAL ARMADA, D. BASILIO VILLARINO, DEL RECONOCIMIENTO, QUE HIZO DEL RÍO NEGRO, EN LA COSTA ORIENTAL DE PATAGONIA, EL AÑO DE 1782 *** NOTA DE TRANSCRIPCIÓN * Las cursivas se muestran entre _subrayados_y las versalitas se han convertido a MAYÚSCULAS. * Los errores de imprenta han sido corregidos sin avisar. * Se ha respetado la ortografía del original impreso, que difiere de la actual. Se han cambiado, además, todos los acentos graves por acentos agudos. * Las páginas en blanco han sido eliminadas. * Las notas a pie de página se han renumerado y colocado al final del libro. * En la p. 11 se indica 1.º DE NOVIEMBRE en lugar de DICIEMBRE para evitar duplicidades y conservar la serie temporal. DIARIO DEL PILOTO DE LA REAL ARMADA, D. BASILIO VILLARINO, DEL RECONOCIMIENTO QUE HIZO DEL RIO NEGRO, EN LA COSTA ORIENTAL DE PATAGONIA, EL AÑO DE 1782. Primera Edicion. BUENOS-AIRES. — IMPRENTA DEL ESTADO. — 1837. DIARIO DE VILLARINO. DIA SABADO 28 DE SETIEMBRE DE 1782. A las 12½ del dia puse á la vela las cuatro embarcaciones de mi mando, que llevo para hacer este reconocimiento, á cuyo tiempo me hallaba equipado y provisto con aquellas cosas que se me dieron, y pudo proporcionarse en este establecimiento: y en esta tarde navegaron hasta la Laguna Grande en el Puerto de San Xavier, habiéndome quedado yo hasta el dia 1.º de Octubre por aclarar algunos cargos con la Contaduría: y en este dia me incorporé al anochecer con la expedicion, que estaba 9 leguas rio arriba de este establecimiento, en cuyo sitio hice noche. DIA 2 DE OCTUBRE. Este dia arreglé las guardias, los ranchos de la gente, y hice algunos transbordos de útiles y víveres para acomodarlos mejor; habiéndose mantenido el viento al NO que es enteramente contrario á esta navegacion. A las 2 de la tarde se llamó el viento al S flojo, y con él me hice inmediatamente á la vela, y con la ayuda de los remos, sirga, y de los caballos, en los parages á donde podian entrar, navegué cinco leguas, y dos y media en línea recta, al ONO 5 grados O de la aguja, hasta las 7 de la noche que me acampé; y me hallo distante del establecimiento 11 leguas, al NO ¼ O corregido. DIA 3. A las 6 de la mañana me hice á la vela prosiguiendo mi viage, y á las 7, sobre una fugada de viento por el SO, desarbolé del palo mayor: arrimé á tierra para componerle y zafar la maniobra; y por haber refrescado el viento mucho, no pudimos seguir mas adelante hasta las 2 de la tarde; y á las 6½ paré inmediato al corte de la madera de arriba. DIA 4. Amaneció con el viento al OSO, duró y siguió todo el dia con granizo, de modo que no fué posible salir, ni hacer camino alguno. DIA 5. A las 6 de la mañana proseguí mi viage hasta las 6 de la tarde, habiendo navegado 12 leguas por el rio, y 5 en línea recto al ONO 5 grados N corregido; habiendo estado el viento al SSO duro. DIA 6. Al salir el sol proseguí mi viage, y teniendo espias con la gente casi todo el dia en el agua, navegué ¾ de legua al ONO corregido, y por las vueltas del rio 3 leguas. Aquí hay superior terreno en estas rinconadas, y abundante sauceria en las islas. DIA 7. Al salir el sol, salí continuando mi navegacion con viento al NO fresco: seguí hasta las 6 de la tarde que me acampé, habiendo hecho el rumbo directo al NO ¼ O corregido; distancia de 1½ legua siempre al remo y á la sirga, y por las vueltas del Rio Cuarto, en cuya distancia hay dos potreros de buen terreno, mucho pasto y bastante saucería, con 7 islas que están en medio del rio. DIA 8. Salí al amanecer á la sirga, por ser el viento contrario y la corriente mucha: navegamos hasta las 8 de la noche, y sin embargo del esfuerzo que se hizo, no pudimos navegar mas que 5 leguas por el rio, y 2 en línea recta al ONO 3 grados O corregido. DIA 9. Al salir el sol salí, y navegué hasta las 8 de la noche, 2 leguas al rumbo directo del ONO 5 grados N corregido: y en esta distancia hace el rio dos potreros de buen terreno, grandes, y las entradas muy angostas. Este dia, á las 3 de la tarde, pasé la primera angostura. DIA 10. Al salir el sol salí á la sirga con los caballos, y al remo hasta el al anochecer, y navegué 6 leguas y á rumbo directo al NO corregido 2: en este íntermedio es el terreno bastante estéril, y con pocos sauces. DIA 11. Al salir el sol, seguimos nuestro viage con viento N fresco y contrario: á las 11½ se rompió contra un sauce el palo del trinquete de la chalupa _San Francisco de Asis_. Al anochecer nos acampamos cerca de la segunda angostura, habiendo pasado, á las 3½ de la tarde, la boca de parte de este rio, donde entra una corriente velocisima y forma una grande isla. Este dia he navegado 6 leguas por rio, y en línea recta 2; y un tercio al N ¼ O corregido. DIA 12. Al ser de dia mandé al carpintero le hiciese mecha nueva al palo mayor de la chalupa _San Juan_, y á las 7 de la mañana continuamos nuestro viage: á las 8 varamos, y nos detuvo bastante el sacar al _San José_: á las 11 pasamos la segunda angostura: á las 2 de la tarde estabamos en el camino de San Antonio, y á las 7 de la noche nos acampamos, y volví á repetir las órdenes á los patrones de las chalupas para que no se separasen, por habérselas dado continuamente. Navegué este dia al NO corregido 3½ leguas, y por el rio 6½ segun sus vueltas. DIA 13. A las 6 de la mañana salí en cuanto me daba el viento por el N, y paré á las 9 del dia por ser el viento contrario y aparentar agua. Mandé poner los toldos á las embarcaciones, y al carpintero que registrase una isla y buscase un palo para el San José, el que no pudo hallar. Registré el armamento, y hallé 8 fusiles inutiles y 5 pistolas: cargué las armas restantes, y navegué al ángulo de 65 grandos 00 en el cuarto cuadrante, 3 minutos de distancia. DIA 14. Salí al amanecer continuando mi viage, y á las 10 llegaron del establecimiento D. Juan Ignacio Perez y D. Pedro Indart. Arrimé á tierra, y mandé al carpintero á registrar otra isla para el dicho palo, y trajo uno que puso al instante en astillero, y queda á toda prisa trabajando en él. Hoy navegué al NO ¼ O corregido, 3 millas de distancia en línea recta: el terreno en esta inmediacion es bastante inferior. DIA 15. Se prosigue trabajando en el palo de San José, y la gente de mar, que se entretiene en tomar liebres para ayudar á los víveres, mató 28. Mandé dos peones á hacer la descubierta, y dijeron que en 8 leguas no se hallaba rastro fresco. DIA 16. Al amanecer arbolé el palo mayor nuevo. Se fueron D. Ignacio y D. Pedro, al mismo tiempo que me hice á la vela, continuando mi reconomiento con viento por el S flojo: refrescó bastante el viento, y á las 9 varamos, que costó bastante trabajo sacar el _San José_: á las 12½ volvió á varar, y lo sacamos á la una de la tarde. Seguimos con viento fresco: á las 5 pasamos la Cruz de Villarino: á las 7 hicimos noche, y este dia fué el de mejor navegacion, pues conducimos por el rio 11 leguas, y directamente, al NO corregido, 16 millas marítimas: pero tuvimos la desgracia de que descubriese agua la chalupa _San José_, y quedé observando, á ver si puedo descubrir por donde la hace, por no vararla, que me seria de mucho atraso. DIA 17. A las dos de la mañana empezó á llover, y siguió hasta el mediodia, y el _San José_ hizo 68 baldes de agua, desde ayer al anochecer hasta esta hora. A la una de la tarde continué á la sirga, por ser el viento fresco contrario, y no poder los caballos entrar: seguí á remo y sirga hasta el anochecer, que me acampé, habiendo hecho el rumbo del NO ¼ O corregido, 3 millas de distancia. DIA 18. Al salir el sol continué mi viage á la sirga, por estar calma: al mediodia observé el sol en 39° 44′, y dí dos horas de descanso á la marineria. Seguí navegando á la sirga y remo hasta las siete de la tarde, habiendo hecho el rumbo directo de 62° 00′ en cuarto cuadrante, 7 millas de distancia. DIA 19. Al salir el sol continué mi viage, y habiendo navegado hasta el anochecer hice solo 5 millas de distancia, al O ¼ NO corregido, tales fueron las vueltas que hicimos, segun el rio, de barranca á barranca: pero hay en este intermedio muy buenos potrero, ó rinconadas de buenas tierras, y esta noche no parecieron los caballerizos con la caballada. DIA 20. Salí al amanecer, y navegué hasta las ocho de la noche 8 millas, al ángulo de 58° 00′ en cuarto cuadrante, que por las vueltas del rio fueron 33; y en este intermedio hay algunas rinconadas de excelentes tierras, y he visto algunos árboles de la misma especie que los que sirven para hacer carbon en el establecimiento. Cuando atraqué á la costa del S para acamparme, hallé al dragon llamado Torres, que con el peon Vergara me condujeron 15 caballos de órden del Señor Super-Intendente, que yo habia pedido para servicio de la expedicion. DIA 21. Amaneció el dia con viento al NO, tan fuerte que no fué posible hacer camino, por lo que me mantuve en este parage, y mande dos peones á la descubierta; los que me dijeron habrian caminado como 9 leguas rio arriba, y no hallaron otra novedad que el juntarse la barranca del S con el rio, de aquí como 8 leguas, sin que haya camino para pasar á la orilla, internándose el camino de los indios como dos leguas tierra adentro. DIA 22. Amaneció con el viento al SO flojo: á las 7 se fueron para el establecimiento el soldado José Torres y el peon Vergara; y yo continué mi viage, y navegué este dia solo 3 millas al NO corregido, por la fuerte corriente, viento contrario y malos sirgaderos. DIA 23. Al ser de dia seguí, continuando mi viage con viento al NO fuerte, pasando á la sirga y á fuerza de espias. A las tres de la tarde se llamó el viento al SE récio, y tanto, que la chalupa _San Francisco_ partió cuatro vergas sin poder casi romper la fuerza de la corriente, particularmente en el Estrecho de las Siete Islas. Navegué hasta las siete de la noche al NO corregido, 9 millas de distancia. Dios quiso darnos este viento tan á tiempo y tan á propósito para pasar este parage, que á no ser así de seguro tardariamos en salir de este parage mas de dos semanas. DIA 24. Navegué todo el dia á la sirga y teniendo espias, sin que tuviese hueco para dar de comer á la gente. A mediodia, por la fuerza de la corriente me faltó un cabo de tres pulgadas: esta tarde se vió fuego al NO como á distancia de 4 leguas: hice el rumbo del NO ¼ O corregido, 3 millas de distancia. En este intermedio y lo navegado ayer, hay mucha sauceria, y conté 16 islas: el terreno de una banda y otra es malísimo en dicho intermedio. DIA 25. Anoche, no habiendo parecido los caballerizos, estuve con mucho cuidado: esta mañana mandé en busca del capataz, y yo monté á caballo y seguí el rio aguas arriba, y hallé un potrero de buen pasto y terreno, que tendrá como una legua cuadrada, cuyo sitio parece no ser frecuentado de indios, aunque á la salida hallé una senda muy vieja por donde han transitado. Pero el camino que regularmente siguen pasa tierra adentro, y separado de dicho potrero mas de dos leguas; por lo que mandé al capataz trajese allí la caballada por precisarme el rio á separarme dos leguas en una vuelta que hace al N; y en este intermedio hay una isla de igual anchura con muchos sauces, y á mi parecer buen terreno. Al anochecer avisté los caballerizos á la parte del S, á cuya banda pasé en el bote, los que me digeron no habia novedad, y que no habian podido descubrir los indios, ni saber en que parte estaba el fuego que avistamos todo el dia: pero que en la inflexion que hace el rio mas arriba, ya se separaba de la barranca, y habia buen parage para los caballos, pues hacia ya de la parte del S considerable llanura. En cuya atención, y en la de que es mi intento llegar con las embarcaciones á los toldos primero que los caballos, que con eso aseguro la caballada, lo que no sucederá si acaece lo contrario, mandé al capataz cuidase los caballos en el parage donde estaban, y estuviese atento cuando yo llegase con las embarcaciones á la llanura que me decia, y entonces condujese allí la caballada. Este dia navegué en línea recta 4 millas al ONO corregido. DIA 26. Salí al salir el sol á la sirga, y navegué al NO 4¼ millas, habiendo hecho alto á las 4 de la tarde para aguardar la caballada y tener los peones á la vista: pues esta mañana á las 9½, habiendo mandado los peones á registrar el campo, hallaron un indio que andaba corriendo guanacos, el que no quiso venir á bordo. Fueron 3 peones á ver los toldos, y satisfechos que solo dos toldos habia, llegaron á ellos y hallaron otro indio mas en ellos y unas cuantas chinas, que ninguno quiso venir á bordo. Preguntaron por Francisco, y unos dijeron que se habia ido para la tierra de las Manzanas, y otros que estaba cerca. A las 2 de la tarde divisaron los peones un indio, encima de un cerro observándonos: fueron hasta el cerro, y ya no pareció. Por esto, y porque mas adelante no habia parage en donde tener los caballos, de modo que estuviesen inmediatos á las embarcaciones, paré y mandé se trajesen. Cuatro dias há que intento pasar la caballada á la parte del N, por los mejores pastos y sirgaderos, y proporcion de tenerlos cerca, pero no fué posible por no haber paso, esto es, caida ni salida del rio, por las barrancas que hace. Esta noche se toldaron las embarcaciones, por haber empezado á llover con truenos. DIA 27. A las 5½ de la mañana me hice á la vela, rio arriba, con viento ESE flojo, por lo que fué menester la ayuda de la sirga y de los remos, habiendo dejado la caballada en este sitio á fin de avanzarme con las embarcaciones, y de la parte de arriba de los toldos: á cuyo efecto previne al capataz de la caballada estuviese en observacion para que la condujese al parage donde hiciesen noche las chalupas. Hasta mediodia nos ayudó bastante el viento por el E: á este tiempo pasó un peon un brazo del rio, á donde hallaron los indios con sus toldos, y vino á darme la noticia de que ya los indios los habian levantado y se habian ido. Pero no pudiendo arrimar á tierra, ni los caballos pasar adonde yo estaba, caminé sin poder dar de comer á la gente, á fin de avanzar hasta donde pudiese estar el reguardo de peones y caballada. Seguí toda la tarde á fuerza de remo y vela, no siendo esta bastante á romper la rapidez del rio: á las 6½ avisté los peones, arrimé á donde estaban, y hallé con ellos al hermano del capitan Chiquito, y otro indio que venia en busca nuestra, por haberle dado noticia de nosotros los indios que levantaron los toldos. Los regalé con bizcocho, aguardiente y tabaco, á fin de que por ellos tengan, los mas indios que haya, noticia de nuestro buen trato: se fueron ya de noche los indios á sus toldos, y quedé en este parage á pasar la noche. A las 10 de la mañana ya me separé de la barranca del S, y navegué este dia al O ¼ NO corregido 15 millas de distancia. DIA 28. Salí á las 6 de la mañana, y navegué hasta las 6 de la tarde al ONO corregido 6 millas de distancia. Hoy se tomaron dos truchas de 2½ libras cada una, sin que hubiese mas novedad. Los caballerizos se quedaron separados de nosotros, por no poder alcanzar adonde estaba la caballada. DIA 29. Salí á las 6 de la mañana: á las 9 llegué adonde se junta el rio con la barranca del N, la que fuí á reconocer por parecerme, ó por no quedar con la desconfianza de si tendria por una quebrada que habia algun arroyo. Volví á mediodia, y hallé cuatro indios junto á las embarcaciones, con la novedad de que venia la cacica vieja y la lenguaraza Teresa. Continué mi viage, y á las 5 de la tarde me avisaron que estaban las referidas chinas, y otras dos mas con 10 indios que las acompañaban, en parage que de ningun modo yo podia llegar allí con las embarcaciones: esto me puso en cuidado por los caballerizos y caballada, por lo que tomé el medio de traer con el botecillo los dichos indios y las chinas á dormir junto á las embarcaciones, que con esto aseguro por esta noche los caballos. Se les dió de comer, y se les regaló aguardiente, algun bizcocho y tabaco, y les hice varias preguntas concernientes á mi comision; y dicen, que de donde tiene los toldos Francisco hasta el Colorado hay dos dias de camino; y de este parage hasta el Choelechel diez: que antes de llegar hallaremos dos rios á la parte del N que entran á este: que inmediato á los toldos de Francisco debemos pasar la caballada á la parte del N, porque la del S es intransitable, y que ellos, cuando van á las _tierras de las manzanas_, se separan del rio y caminan tierra adentro. Que el cacique del caballo bailarin está de aquí tierra adentro al SSO, y que las aguadas que tiene son pozos. Este dia navegué al ONO corregida 4½ millas de distancia. DIA 30. Se fueron les indios á las ocho de la mañana, y yo continué mi viage con viento contrario, y siempre inmediato á la barranca del N: se llamó el viento al SO, y con la ayuda de este y los caballos, pues hubo algunos buenos sirgaderos, navegué al ángulo directo de 50° 00′ en cuadrante, 8 millas de distancia, y por las vueltas del rio, 18. Esta mañana me dijeron los indios que venian indios Aucaces del Colorado á las tolderias de Francisco, y que este habia ido á encontrarlos: que los dias pasados habian pasado por el Choelechel muchos Aucas, con mucha porcion de ganado. A las 7 me acampé:--órden San Lorenzo. DIA 31. Salí á la mañana con viento al NO fuerte. A las 12½ llegó el dragon Villalba á decirme de parte del dragon Antonio, que lo esperase, pues traia ganado y venia este muy cansado. A la una vinieron los indios en caballos reyunos. A las dos se fué Villalba y el peon que le acompañaba, á incorporarse con los que traen el ganado, y yo continúe á pasar mas adelante, media legua que hay de muy malos sirgaderos. Al ponerse el sol me acampé, no habiendo podido conseguir salir de dichos malos pasos. Al anochecer he visto á Villalba y al peon; y preguntado como no habian vuelto á ayudar á traer y custodiar el ganado, y que si sucedia alguna cosa como quedariamos? Me respondió, que venia gente bastante con él, y que lo mismo sucederia que ellos estuviesen allí, como que nó: navegué este dia al ángulo de 60° 00′ en cuarto cuadrante 4 millas de distancia, y por él no han sido 13. DIA 1.º DE NOVIEMBRE. Al amanecer se fué Villalba y el peon, y yo continué siguiendo mi viage hasta la 1½ de la tarde, habiendo navegado al ONO 5 millas de distancia. A esta hora llegó el dragon Antonio, me entregó las cartas de oficio del Super-Intendente, y me pidió un peon para ayudarle á traer el ganado que estaba cerca: hice alto en este sitio, y volvió con el ganado á los cuatro de la tarde, que constaba de 30 reses. A las dos de la tarde llegaron indios con la lenguaraza Teresa, la que trajo noticia que Francisco con sus toldos habia caminado rio arriba, á un parage donde esperaba porcion de Aucas: que mucha gente, de la que estaba con él, se habian vuelto rio abajo, hasta un paso que habia, á donde iban á pasar las mugeres y niños, para que estos siguiesen al Colorado, y ellos volverse á robarnos los caballos y matar los peones; y que esta noticia la mandaba el cacique viejo, que fué el único que se quedó con su toldo en el parage á donde estaba. Esta noche puse 5 marineros á caballo á rondar el ganado y caballada, con los 5 peones que tengo, y los 6 que vinieron del pueblo: con este dragon vino el calafate José de los Santos y un peon con 8 caballos. DIA 2. Esta mañana se fueron los indios, á quienes regalé y ofrecí amistad y buena armonia, y yo continué mi viage. Esta noche, habiéndole dado á la lenguaraza bastante aguardiente, me confesó que Francisco se habia ido de miedo, pero á juntar indios, y que el viejo no habia caminado con ellos, porque estaba tan enfermo que no podia montar á caballo. A mediodia observé el sol en 39° 00′ de latitud S: vinieron algunos indios, á quienes regalé y obsequié bastante. Al anochecer largaron los indios sus caballos entre los nuestros, y dijeron que les mandaba el cacique que dormiesen entre nosotros. Mandé á los peones y gente de guardia tuviesen mucho cuidado con ellos, pues dicen que ya se vuelven á unir los toldos y á juntar los indios. A mediodia estaba inmediato á una horqueta, que por los indios no pude averiguar si es de algun otro rio que entra por el N del principal, ó si es formada por alguna isla. Este dia hice el rumbo del NO ¼ O, 4 millas de distancia directa que por las vueltas del rio se hicieron. DIA 3. Salí siguiendo mi viage á las cinco de la mañana: á mediodia llegó el cacique Francisco con un número como de 30 á 40 indios; los regalé y convidé con aguardiente, tabaco y bizcocho, y se les hizo de comer á todos, y á las dos de la tarde continué, y los indios anduvieron entre el ganado y la caballada, por lo que inmediatamente hice venir todo al costado de las embarcaciones. Al anochecer acampé, y vinieron 6 indios de parte de Francisco, con una botija á pedir aguardiente: se la dí, así por esegurar los chasques que vengan del pueblo, como por adquirir noticias, y por medio de sus indios ó esclavos mandar ahora chasque con nuestra gente al pueblo, á fin de tener pronta respuesta á los oficios que envio. Este dia fué la distancia directa de 1½ millas al NO: aquí hay excelentes potreros y buenas tierras. DIA 4. Salí de mañana, y á las 9 del dia llegó uno de los nuestros con la noticia de que los indios habian levantado los toldos, y ya caminaban las chinas con ellos, menos el de Francisco, y del viejo: y luego llegó Francisco con su familia y mas de 50 indios y chinas, y viendo yo la mucha canalla que venia, tiré á navegar sin arrimar á tierra; y á las dos de la tarde volvieron: se les dió de comer y aguardiente; y á la noche se repitió lo mismo. Navegué este dia dos millas al NO ¼ O, y hay muy buenas tierras. Esta tarde, que navegué en una sola vuelta 9 millas de distancia, cuando paré á la noche tenia, desde el parage de donde habia salido al mediodia de camino en línea recta 180 varas, que así son las vueltas y potreros de este rio, los cuales regularmente es buena tierra, y no necesitan otra cosa que abrir zanja de media vara, para por cualquiera parte sacarles riego. DIA 5. Hoy á las 8 de la mañana acabé de despachar al dragon Antonio, y yo seguí mi viage y me siguieron todos los indios y chinas, sin embargo de haberles dado de almorzar, y luego aguardiente, bizcocho, tabaco, azucar, &a. A mediodía pararon á donde yo paré, para dar de comer á la gente: tuve la paciencia de obsequiarlos de la misma suerte. Pasado esto me pidió el cacique Francisco una vaca para dar de comer á su gente: á esto le dije que esperaba comprar ganado á los Aucas: que mandariamos un indio de sus toldos al pueblo; que si me mandaban ganado que le daría, pues bien veia que el ganado que yo tenia era poco, y que ya se me acababan los víveres, y que no tenia que comer la gente: que mi viage era muy largo, ni tampoco tenia donde hacer bastimento, ni menos adonde comprar. Ensilló su caballo, y se puso en camino muy enojado. Es imposible hacer cosa buena con los indios, y lo mas seguro es el rigor, pues con un escarmiento en una tolderia como la de Francisco, no se atreverian los otros á estas y otras burlas que nos hacen; y mas cuando esta gente es tan acreedora á que se les castigue. Al anochecer me acampé, y algunos indios se quedaron entre nosotros; y navegué en todo este dia 2 millas al ONO corregido en línea recta, que por las vueltas fueron 8. DIA 6. A las 6 de la mañana salí con viento al SE flojo, y se fueron loa indios: antes de irse me llamó Teresa con secreto, y me dijo que el cacique Francisco se iba huyendo rio arriba, porque tenia en sus toldos dos cristianos, el uno llamado Mariano y el otro Francisco: y asimismo que ya habiamos pasado el Choelechel, que es una loma que está en la cuchilla, á la cual los indios dan este nombre, pero que el paso de las indiadas está mas arriba, y que allí iba á parar Francisco, y los del viejo que van tambien á su solicitud. Navegué hasta de noche: se pescaron 13 truchas que son muy ricas, y desde luego me parece pesarian 50 libras. La distancia que he navegado segun las vueltas del rio llegó á 15 millas, pero en línea recta al NO corregido, 6. En estos tres dias próximos pasados todas las tierras han sido superiores, tales que desde aquí al desague del rio ni por asomo se hallan otras que les igualen; pero las que pasé hoy sobre todas. El potrero adonde estaban los toldos del cacique viejo, á mas de ser excelentes tierras, tiene la mejor proporcion que dar se puede para invernar, fortificarse y guardar el ganado: su entrada, como mas arriba tengo dicho, es de 250 varas; á esta se le puede hacer estacada de palo á pique, que para los indios es inexpugnable; con la misma y aun con mas facilidad se le puede abrir un foso de agua, por ser el terreno tan bajo que está elevado solamente dos palmos sobre la superficie del agua. Hecho esto, y poniendo un puente levadizo, con seis hombres, hay bastante: y no se piense que esto es muy difícil, porque, yo solamente con los marineros que tengo, toda esta obra tendria concluida en el término de un mes.[1] Muchos y buenos potreros ó rinconadas he pasado desde que salí del establecimiento, pero ninguna como la que llevo dicho para el expresado intento. Tiene dicha rinconada otra excelencia, que sino es mas superior que las antecedentes no cede á ninguna de ellas, y es que por la parte del N no es tierra firme sino isla, y la parte del rio que pasa por la parte del N de ella, es de tanto caudal como la que pasa por la parte del S por la cual navego. Esta isla es muy grande, pues el principio de ella lo hallé el dia 2 del corriente, de cuya horqueta hago referencia en dicho dia. DIA 7. Salí al ser de dia, continuando mi navegacion, y mandé á los calafates y carpintero que montasen á caballo, y junto con los peones acompañasen ganado y caballada, y que llevase tres armas de fuego cada uno. Supe por los indios, que los fuegos é incendios del campo eran señal de reunion entre ellos, y seña de venir algun enemino de aquella nacion, á los cuales sus aliados y parientes le hacian esta seña. Desde el dia siguiente que se hallaron los primeros indios, hemos visto diariamente algun fuego, y siempre mas arriba de nosotros, pero nunca como desde antes de ayer, porque á las 4 horas de salir el cacique Francisco, empezó á arder el campo por diversos parages por la orilla del rio, y segun el camino que dicho Francisco llevaba: pero no por eso dejó de proseguir, pues el dia de hoy nos abrasamos entre las llamas de los fuegos, que parecia todo el campo un infierno. A la 1 de la tarde llegaron tres indios junto á nosotros, el hermano del capitan Chiquito con otros dos, y nos dijo que ya sus toldos iban delante á incorporarse con los de Francisco: lo regalé y se fué. A las 4 de la tarde pasaron los indios, y hablaron con los peones, los cuales llevaban un caballo que habian dejado cuando vinieron con el ganado, por estar despeado: estos dijeron que venian del Colorado con su cacique Guisél, el cual quedaba acampado en el mismo sitio donde estaban los toldos del _Cacique Viejo_, y que este los habia mandado á los toldos de Francisco. Navegué este dia al NO 6 millas de distancia, y por el rio 14. Pusieron los indios el campo tan abrasado, que no hallé en todo el dia parage alguno adonde comiese algo el ganado. A la tarde hice matar una res, porque no era posible sugetarla, y se repartió entre la gente. A las 11½ de la noche dispararon los caballos. DIA 8. Al salir el sol continué mi camino con viento al SO, que aprovechaba en las vueltas adonde venia bien. A las 9 llegamos á una que fué preciso pasarla toda á espias, por ser el viento contrario: hoy se vieron pasar otros dos indios, uno hácia abajo y otro hácia arriba, sin llegar á las embarciones, antes bien, particularmente uno, caminaba á media rienda y por la orilla de la barranca. Estos movimientos de los indios, y el conocer su doblez é intencion depravada hácia nosotros, me tienen con cuidado. A mediodia monté á caballo á reconocer el campo, y en mas de 2 leguas no se halla pasto alguno para nuestro ganado, por haberlo quemado los indios. Navegué este dia al NO corregido 3 millas de distancia, siendo por el rio 7 y de tierras muy inferiores: de la banda del S y la del N no puedo hacer juicio, porque por la orilla todo lo que hoy hemos caminado es bañado en esta isla. DIA 9. Reflexionando en los movimientos de los indios, los inconvenientes que tenemos de dejar los de Guisél atras, que se puede decir con seguridad que estos interceptarán nuestros chasques y la correspondencia que debe tener libre la expedicion con el caballero Super-Intendente, para que este, segun el estado de las cosas, le comunique sus órdenes: el no saber si los indios de dicho Guisél habrán hallado á la partida que trajo el ganado, como asimismo el no saber adonde van, qué intenciones llevan, y si se juntaron ya con Francisco: si este está en parage donde se le pueda atacar, qué indiada se juntó con él, qué hacienda tiene; ó si está en parage adonde no pueda ser atacado con las embarcaciones, ó si teniéndolo debajo del tiro, tener seguro nuestro ganado, y de no tomar otro medio que tierra, qué paso en el rio, &c.; para esto mandé al marinero Miguel Benites Paraguayo, (porque reusando hacer este servicio todos los peones, este se ofreció libremente) mozo bastantemente vivo y avisado, para que llevase una botija de aguardiente de regalo al cacique Francisco, con pretexto de que me mande un indio que vaya al pueblo de chasque; y que en viniéndome vacas le daré una y otras cosas á este tenor, solo con el fin de que el dicho Benites se informe de todo lo dicho, y me traiga si puede á la lenguaraza Teresa para informarme: porque de quedarme de invernada por falta de auxilios, debo volver al potrero adonde estaban los toldos del Viejo, y nos han dicho los tiene ahora Guisél, así por la bella proporcion que tiene de fortificarse y guardar los ganados, como por hacer caminar rio arriba al cacique Guisél, y tener libre el acopio y transporte de víveres y todo auxilio, como las órdenes del Super-Intendente y las noticias que segun lo que acaesca debo irle remitiendo; y si estuviese allí Guisél y los pudiese tener á tiro, esperar en aquel sitio la resolucion del Super-Intendente. Mandé á dos peones que lo acompañasen hasta cerca de dos toldos, y sin que los viesen los indios se volviesen: y asimismo lleva la órden Benites, que si me puede traer el chasquero del Colorado me lo traiga, que es uno de los que pasaron. Esto tenia yo premeditado desde anoche, que encargué al capataz viese algun peon para hacer esta diligencia, y yo seguí rio arriba á fuerza de espia al salir el sol, habiéndose ido el marinero á esta hora. A las 9½ llegó un indio de los toldos de Francisco, el que habia salido de ellos, segun dijo, y le pude comprender despues de haber llegado el marinero: que el cacique Guisél estaba allá y que habia muchos toldos, y esto casi por señas. Despues se explicó diciendo, que el cacique Guisél le habian muerto los Aucas. En este punto estaba en el extremo del codillo que hace aquí una península, que desde ayer estoy navegando por ella, cuya grande rinconada es de tierras muy inferiores. A las 3½ de la tarde todavia no habia venido el marinero que fué á los toldos; y me dijo un peon que habia visto venir un indio, y que luego que nos avistó retrocedió á la furia. Esto, con no haber llegado el marinero, me puso en cuidado, y aunque procuro adelantar camino con el mayor trabajo, se dejó venir un viento tan fuerte y contrario, acompañado de la veloz corriente, juntamente sauceria por las orillas, que apenas basta toda la gente para poder llevar muy despacio las embarcaciones á la espia; de suerte que se pasan bastantes horas para adelantar una cuadra en algunos parages. A las 5½ llegó el marinero de los toldos: dijo eran 21, y contó en ellos 53 indios, sin la muchachonada, ó mozuelos. Dice que están en buen parage, que tienen de 500 á 600 caballos, y entre ellos muchos reyunos; que le han dicho que Guisél está en el Colorado: que de este rio no han venido mas que dos indios: que el cacique Toro ha llevado mucho ganado á vender al establecimiento: que hay otro cacique en los toldos, á excepcion de Francisco, á quien no conoce: que Francisco va á caminar rio arriba: que habló con un desertor nuestro, llamado _Mariano_, á quien exortó para que se viniese, y que no pudo conseguirlo. Que otro desertor llamado _Francisco_, caminó rio arriba con algunos indios, que se fueron ayer. A este marinero le regalé una camisa por la diligencia. Navegué todo el dia de hoy al SO corregido 2 millas de distancia. DIA 10. Salí al amanecer aprovechando todo el dia, á fin de llegar á los toldos, por asegurar, estando yo inmediato á ellos, el ganado y caballada. Seguí todo el dia á vela y remo y espias. A las 5 de la tarde monté á caballo, y fuí á reconocer la distancia que habia, y las vueltas que daba el rio, para hacer juicio si podria alcanzar de dia, y de no, buscar parage proporcionado para hacer noche con la posible seguridad. Cuanto llegué á parage de donde podia observar los toldos, he visto que ya los indios los habian levantado, y por los rastros siguieron rio arriba: volví inmediatamente á las embarcaciones, y navegué hasta ponerse el sol, siendo el rumbo corregido de este dia 6 millas al O ¼ NO, y por las vueltas 14 millas. A la una de la noche me dió parte el peon Miguel que el marinero Miguel Benites, que fué á los toldos el dia 9 á llevar el aguardiente al cacique Francisco, le habia encargado la noche del dia 8, que fué cuando determiné y hablé á los peones para hacer la expresada diligencia, que si le tocase á él llevar el aguardiente, le dijese de su parte al cacique, que yo llevaba intencion de inmediatamente que llegase á la tolderia avanzarlo con toda la gente para matarlos á todos, y que á lo menos llevase su hija muy lejos, porque no le acaeciese su muerte, y de la cual me dicen estaba muy prendado. Reconvine al expresado peon de no habermelo dicho antes; pero este no dió respuesta á esto, y solo me dijo que el dicho marinero habia hecho muy mal en haberse ofrecido á ir, respecto estaba viendo que los peones lo reusaban, y que en algo se fundarian cuando se eximian de ello; pero que el marinero lo habia hecho por acreditarse de hombre de mas valor que ninguno. Estas razones indujeron en mi una sospecha ó duda grande de ser el hecho cierto, inclinándome á que lo diria sin mas verdad que su antojo, picado de que Miguel Benites hubiese hecho un servicio sin mas informe que el de talvez un enemigo suyo. Por otra parte pensaba en que el no haber venido el cacique Francisco con la lenguaraza (á quien con él habia mandado á llamar) estribaba en algun grande motivo, aunque Benites me habia dicho que el cacique lo habia acompañado hasta medio camino, y que él no lo habia querido traer porque no traia la lenguaraza, y esta habia dicho que estaba cansada de caminar, y que no pudiendo entender á Francisco aunque este viniese, no se conseguia el fin, que era el informarme de él. Este marinero estaba de ronda á la caballada y ganado, y le tocaba el cuarto de alba: no me pareció conveniente prenderle, así porque dudé del hecho, como porque aquí no hay prisiones ni comodidad para esto; y ya dado por entendido, precisamente era menester proceder contra él rigorosamente, y esto no me pareció justo, pues podia estar inocente. Solo tomé la providencia de llamarlo á él, al capataz de la caballada, peones y patrones, y les dije, que una vez que habian mudado los indios los toldos, que alguna cosa tenian intentado, por lo cual era menester entre todas las 24 horas del dia, fuesen la de mayor cuidado las del cuarto de alba, que es cuando regularmente hacen los indios sus travesuras: para cuyo fin era menester que todos rondasen sin apearse del caballo. Doblé las centinelas de apié: hice recoger todo el ganado á la orilla del agua, y puse una guardia avanzada de 4 hombres, y un patron á la espalda de los rondadoras y animales, y otro patron velando las centinelas y yo. Ya se habian disparado los caballos una vez, y por estar así la gente prevenida no pude romper muy á fuerza: llamé al capataz de los peones y le encargué, que siempre que hubiese algun rumor de indios el primero, á quien debia asegurar de un pistoletazo habia de ser á Benites, y le dije lo que pasaba, (quien me dijo se lo acababan de decir), y que se lo encargase así á los peones, y que tuviese mucho cuidado con él. Pero el tal Benites, al amanecer, le dijo á uno que estaba á su lado, que volvia al instante, que iba á hacer una precisa diligencia, el que no ha vuelto. Luego que fué de dia pregunté por él, y me dijeron lo que llevo referido: registré su petate, y hallé unos calzoncillos llenos de galleta, y una media con la misma provision, y unos pedazos de hojas de lata y dos cojinillos viejos. La prevencion de la galleta precisamente dá á conocer el que Benites tenia de antemano premeditada la fuga y desercion á los indios, porque el pan aquí lo tienen á su libertad por no ser posible hacer otra cosa: luego precisamente esta prevencion era para llevarse. DIA 11. Luego que aclaró bien el dia procuré examinar los rastros, y hallé en un cerrito de árboles espinosos las pisadas de bastantes indios á pié, que habian tenido los caballos por atras de dicho cerro: hallé las pisadas de un muchacho que habia estado metido en el pantano de una laguna bien cerca de nosotros, y para salir y venir á gatas se conocia que traia la daga en la mano, pues habia quedado el cabo de ella estampado en la tierra ó greda. Registré todo aquel terreno por ver si hallaba parage en que fortificarme, teniendo resguardado gente, ganado y caballada, y no hallé, porque aunque hay uno allí muy bueno, formando con el rio una laguna, toda su orilla cubierta de sauces con una entrada de menos de 50 varas, tenia mucha maciega, y sin ser quemada no era posible tener allí el ganado, y si se quemaba se quedaba sin pasto. Por esto, y porque no puedo fiarme de lo que me dijo el desertor, temiendo que estuviese el cacique Guisél en el potrero adonde estaba el _Viejo_, y por ser un parage tan á propósito para fortificarme, acordé volver al expresado sitio para esperar allí los víveres que necesito para continuar rio arriba. A las 8 del dia me largué á son de corriente, y á cada paso arrimando á tierra y pasando, á fin de que no saliese el ganado del costado de las chalupas, á cuya custodia puse 16 hombres á caballo armados: esto es, acompañando á los 6 peones, 10 de la tripulacion. A la media hora no cabal de haber salido, avistamos de los topes dos ginetes, en el mismo sitio donde habiamos hecho noche: seguimos el rio aguas abajo, hasta las 6 de la tarde que llegué al expresado sitio. A la noche monté los pedreros, esmeriles y alisté todas las armas, puse 4 centinelas avanzadas, una patrulla de 4 hombres y un patron á pié, y 12 caballos para defensa y ronda de la caballada. DIA 12. Esta mañana hice recoger todos los remos rompidos, y mandé al carpintero y algunos marineros hiciesen de ellos astas para chuzas, se enastaron 12 para los de á caballo: mandé 18 marineros á cortar posteria para cerrar la boca del potrero de palo á pique, y hacer primeramente un corral, porque siéndome preciso invernar, no hallo parage mas seguro ni de mas conveniencia: porque puesto, como tengo premeditado, la estacada de palo á pique, y abriendo por la parte de afuera un pozo de agua, que se hace con mucha facilidad, ayudando ó trabajando en él mucho mas la corriente del agua que los trabajadores, al cual puesto un puente levadizo, queda el dicho potrero inexpugnable aunque vengan 50,000 indios. Este potrero es capaz, tiene dentro leña, madera, caza, pescado que abunda de ricas truchas, y pasto para siempre para el ganado que tengo, y aunque venga mas; para cuyo fin se encavaron palas, zapapicos y azadas. Esta grande isla por estar á la banda del N, es la mayor excelencia de dicho parage: tiene 9 leguas de largo, y por algunas partes 3 de ancho: las tierras de las inmediaciones de este parage ó potrero en espacio de 4 leguas, son las mejores que he visto desde aquí al desague de este rio en el Oceano. A las 11 del dia divisamos ginetes que fuimos á reconocer, y era el dragon Antonio de Sosa con dos peones, que vino con las órdenes del Comisario Super-Intendente, en las que me dice me remitirá los auxilios que pido dentro de 10 ó 12 dias: en vista de lo cual cesó mi proyecto, y solo determiné hacer un corral sencillo, á fin de tener mas seguro el ganado y mas descansada la gente, permaneciendo en este sitio hasta que lleguen las carretas. DIA 13. Esta mañana hice que toda la gente registrase todo el bizcocho para saber el que hubiese averiado, y cargar con la chalupa San Juan todo cuanto pueda llevar, mas que el que tiene. Se condujeron á donde se debe hacer el corral ciento y cincuenta postes; y desde antes de ayer creció el rio mas de media vara: á la noche se doblaron las centinelas, y se llevó el mismo método que en la antecedente. DIA 14. Esta mañana hallaron los descubridores rastro de haber venido un ginete á un potrero, ó rinconada cerca de nosotros, se compusieron algunos cabos rompidos, y á la noche se observó el mismo método y cuidado que las antecedentes, y se mató un novillo. DIA 15. Al amanecer despaché á Antonio de Sosa, que salió á las 6½ para el establecimiento: á este tiempo mandé 25 hombres á cortar postería á una isla de la banda del N. A la 1 de la tarde se hizo una balsa con 260 postes, y se pasó á la banda del S un cabo nuevo de 3 pulgadas de grueso para remolcarla: pero fué tal la fuerza de la corriente, que habiendo hecho firme dicho cabo á un sauce, rompió y se llevó la balsa con 16 hombres encima, la que no fué posible traer á esta orilla hasta media legua mas abajo. Esta mañana salieron á la descubierta, y volvieron á mediodia los descubridores, sin haber hallado novedad. A la noche se llevó el mismo método en las guardias, y se mató un novillo. DIA 16. Esta mañana mandé 25 marineros á cortar postes á la banda del N, y se condujeron á esta banda 240, y esta noche se llevó el mismo método en las guardias que en las antecedentes. DIA 17. Amaneció claro, viento al N, y descansó la gente, que fué el primer dia de descanso; á las 12 vinieron los descubridores, y no hubo novedad. A la noche se dió la órden de observar el mismo método en las guardias y centinelas, que en las antecedentes. DIA 18. Esta mañana fueron dos peones á hacer la descubierta: el dia 16 empezó á bajar el rio, y el dia de hoy hallé que habia bajado desde dicho dia 4½ pulgadas; por cuyo motivo no domina el campo la artilleria de las chalupas, y para precaver este inconveniente, mandé se buscase un sauce bastante grande y capaz, para hacer en él 6 tragantes para los pedreros, y otro proporcionado para los tragantes de los 6 esmeriles, y se acopió posteria. A las 5 de la tarde vino el viento por el SE fresco, y es el primero que he visto desde que salí á este reconocimiento: duró toda la noche. Hoy cayeron 4 hombres enfermos. DIA 19. Amaneció el viento al SE, y se prosigue acopiando madera. A las 4 de la tarde dí principio á la estacada para cerrar el potrero: vinieron los descubridores y no hallaron novedad: se observó el mismo método en las guardias que en las noches pasadas. DIA 20. Amaneció cerrado de neblina, y el viento al SE: á mediodia vinieron los descubridores sin novedad. Se prosiguió con la estacada, y se cortaron y condujeron dos sauces grandes para poner en ellos los tragantes para los esmeriles y pedreros, formando una especie de trinchera por no poder usar ya de esta artilleria en las chalupas; pues bajó tanto el rio, que ya la barranca las domina. DIA 21. Se prosiguió en la estacada, y se pusieron los sauces que se trajeron para trinchera en su lugar: á mediodia vinieron los descubridores del campo. Siguen las guardias del mismo modo que las noches antecedentes. DIA 22. Se prosigue con la estacada: puse 6 pedreros en bateria: vinieron los descubridores, y no hubo novedad. DIA 23. Se prosiguió con la estacada, y no hubo novedad en el campo. DIA 24. Se mató una res: vinieron á mediodia los descubridores sin novedad. DIA 25. Se prosiguó con la estacada, y no hubo novedad en el campo. DIA 26. Se hicieron almohadas para los pedreros. A la 7 de la mañana me avisó el patron Eusebio Gonzalez, que se habia hallado una bolsa, y esta que era de Miguel Benites, la cual pasé á registrar, y tenia dentro tres cuchillos y la hoja de otro, dos agujas de las con que se prenden las chinas, con un hilo de cuentas, y un peine blanco viejo, una braza de tabaco negro, medio manojo idem blanco, y tres pesos fuertes, todo lo cual deposité en poder de dicho patron: y concluí la estacada, habiendo cerrado la boca del potrero de palo á pique, en la que entraron 1,670 estacas, habiendo dejado solo una boca angosta por donde entrar y salir, habiendo concluido la fortificacion de dicho potrero al anochecer. DIA 27. A las 2½ de la mañana se vió fuego al SE que parecia en la costa del rio. A las 3 mandé 4 á caballo á ver si podian reconocerlo, 2 de ellos han vuelto á las 5, sin haber descubierto nada. A las 7, viendo que no parecian los otros dos, mandé 8 bien armados, los 2 primeros vinieron á las 10 sin novedad, y los 8 á la 1 de la tarde, con la de haber hallado rastro fresco de dos ginetes; pero no pudieron hallar el parage del fuego. Este dia se mantuvo el viento al O medianamente fresco. DIA 28. Esta mañana salieron los descubridores, y volvieron á las 10½ sin novedad, y se cortó madera. DIA 29. Este dia se acabó de carenar el bote, y concluí un galpon que hice, á fin de conservar la carne, por haberse perdido la mayor parte de la res que se mató el dia 24. Este galpon tiene doce varas de largo y 7 de ancho: sirve, ademas de lo dicho, de cuerpo de guardia, y de defensa á la gente de los rayos del sol, que son los calores excesivos; no hubo novedad en el campo. DIA 30. A mediodia vinieron los descubridores del campo sin novedad, y se mató una res. DIA 1.º DE DICIEMBRE. No hubo novedad en el campo. A las 10 de la noche se vió fuego al ESE, pero muy lejos. A las 12 vió el marinero Miguel Ignacio 2 hombres á pie á la orilla del rio, y como á distancia de 15 pasos de las chalupas y ranchos: corrió á preguntar á la guardia si andaban algunos de los nuestros afuera, y sabido que nó, fueron 4 de los de guardia á reconocer, y ya se habian escondido. Se tomaron las precauciones que me parecieron oportunas para pasar el resto de la noche, y mandé 9 hombres á caballo á registrar estas inmediaciones: pero la noche obscura, y la mucha maciega, no dió lugar á que se pudiese divisar cosa alguna, y solo por el desasosiego de los perros y los pájaros, ya desde prima noche sospechábamos gente en esta inmediacion. DIA 2. Al amanecer registré la estacada y los parages que hay mas á propósito para emboscarse, y no hallé cosa alguna. Salieron los descubridores, y volvieron á la 7 de la tarde sin novedad. DIA 3. Amaneció nublado con el viento al OSO bonancible, y cayeron algunas gotas de agua, á cuya hora se tomó un bagual que todas las noches nos tenia en cuidado, y al fin rompió un lazo y se fué; salió un peon corriéndolo, y vió un indio que galopaba campo afuera. Vino á dar parte, y mandé inmediatamente tomar caballos, y salieron 13 hombres armados con chuza y pistolas: volvieron á mediodia con solo la novedad de haber hallado el rastro fresco, y de otros mas. Despues que salió esta partida fué el bote á reconocer la otra banda por haber sentido las centinelas ruido á la media noche, y se halló el rastro de un hombre á pié. DIA 4. Esta mañana mandé reconocer el campo, siguiendo el rio aguas abajo; á mediodia volvieron los descubridores, con la novedad de haber visto fuego: á las 2 de la tarde despaché una partida de seis hombres á reconocerlo, y habiendo llegado la media noche sin que hubiesen vuelto, puse, desde esta hora hasta el dia, la mitad de las tripulaciones de guardia. DIA 5. De mañana mandé un peon á hacer la descubierta, el que volvió á las 11 sin novedad. A las 12 llegaron los 6 descubridores, sin otra novedad que la de no haber podido llegar al fuego por estar lejos, habiendo caminado el rio, aguas abajo, como 12 leguas: lo que sentí bastante, pues me parecia me traerian noticia de la partida, que estoy impaciente esperando con los víveres que me debe mandar el Super-Intendente, que segun sus cartas ya dias ha que debia estar aquí; y con esta tardanza el rio baja y se avanza la estacion. DIA 6. Salieron á hacer la descubierta, y no huvo novedad en el campo. DIA 7. Mudé la bateria á la boca de la estacada, y hice el cuerpo de guardia de la parte de adentro, porque habiéndose retardado tanto tiempo los auxilios que espero del establecimiento, me hace ya desconfiar su envio, por lo que tiro á fortificarme lo mejor que me sea posible, por si la estada aquí fuere para tiempo largo. No hubo novedad en la descubierta del campo. DIA 8. Esta mañana se mató una res: salieron los descubridores y vinieron á mediodia sin haber hallado novedad en el campo. A las 3½ de la tarde salió á cazar con un fusil el marinero Nicolas Baltazar y no ha vuelto, y se levantó una quemazon á dos leguas de nosotros. DIA 9. Esta mañana mandé dos peones á hacer la descubierta rio arriba, y cinco aguas abajo, á reconocer el fuego y buscar el marinero. A mediodia volvieron sin novedad los que fueron rio arriba, y los que fueron abajo trajeron la de haber hallado rastros frescos; que habian venido como tres cuartos de legua de nosotros cinco ginetes, y que este rastro vuelve para abajo: por lo que me persuado llevarian estos al marinero, y pegarian fuego. A esta hora divisamos otro fuego al N, pero á mas de 15 leguas de distancia: por la tarde mandé 7 hombres bien armados, rio abajo, á ver si hallaban algun vestigio del marinero, y no han hallado mas que los rastros dichos. DIA 10. Al amanecer despaché una partida de 11 hombres á descubrir el campo, siguiendo el rio aguas abajo, con el fin de descubrir algun estorbo que pudieran tener para llevar aquí los víveres que espero del establecimiento. Esta gente vá prevenida de á 3 y 4 armas de fuego, y una chuza cada uno para defensa de los indios que puedan encontrar. No pareciendo el marinero Nicolas Baltazar, hice registrar su petate, y se halló un poncho, una fresada, un cuero de caballo, una chaqueta de cuero, un cuero de guanaco, dos saleas, unos calzones de poncho y otros de cuero, un chaleco viejo azul y una chupita de idem, un chaleco de cuero, un pañuelo nuevo, una talega vieja y en ella dos camisas, unos calzoncillos casi nuevos, otros idem viejos, una camiseta de crudo, un pañuelo viejo, unas medias de lana viejas, un chaleco de pañete forrado en bayeta, unos calzones de pañete azul usados, un gorro de pison usado, dos ligas, un aparejo de pescar, dos dados y un rempujo, una bolsita de brin con dedal, alfiletero y tijeras, una barrena y un rosario, un cuchillo viejo, un talegoncito con una chupa y dentro tres duros, vara y media de tabaco negro, y confesó el marinero Miguel Nuñez, que le tenia 11 pesos 2 reales que le habia dado á guardar, y estaba pronto á entregarlos. Se puso todo lo dicho depositado en manos del patron Eusebio Gonzalez. Al anochecer volvió la partida sin mas novedad que la de haber hallado dos rastros frescos, los cuales se perdieron de aquí á 4 leguas, y no vieron señal de que venian los víveres que espero. Hoy estuvo el viento al SO duro, y el rio prosigue siempre bajando. Este mes, que por falta de víveres estoy aquí, sirve de tanto perjuicio á la descubierta, me parece que si retardan algo mas en enviarlos enteramente la imposibilitaba, ya por lo mucho que baja el rio, ya por avanzarse la estacion y quedar poco verano, y ya porque se les dá lugar á los indios á que se junten para quitarnos los caballos en cualquiera vuelta en que no puedan ir al costado de las chalupas, sin cuyo auxilio es casi imposible este reconocimiento.[2] DIA 11. A las 5 de la mañana salieron á descubrir el campo, y volvieron á mediodia sin novedad. El viento se mantuvo al SO fuerte, y el rio baja mucho. DIA 12. Mandé los descubridores por la orilla del rio, siguiéndolo aguas arriba, los que volvieron á las dos de la tarde sin novedad. A las 4 llegó D. Ramon Sancho y dos peones, con la noticia de que venian á llegar las carretas con los víveres que esperaba del establecimiento: las que llegaron al ponerse el sol, al cargo de D. Juan Ignacio Perez, auxiliado por un sargento, un cabo, 16 infantes, un cabo, dos dragones y dos artilleros, que con los peones componian el número de 46 hombres. Se acamparon dentro del fuerte, y seguí el mismo método en las guardias que antes. DIA 13. Determiné salir dos dias aguas arriba, á orillas del rio, á fin de que nos viesen los indios; y si nos esperaban, traer los desertores y quedar en paz con los indios, haciéndoles manifiesta su traicion y engaño, sin hacerles á ellos el menor agravio, procurando llenarlos de confianza: y si no nos esperasen de miedo, (que seria lo mas cierto, como nos viesen á tiempo que ellos lo tuviesen para levantar sus toldos) para que este fuese bastante á ahuyentarlos muchas leguas, y separarlos de las orillas del rio para que no nos sirviesen de estorbo. Me pareció importantísima esta diligencia, porque de cualquier modo que sucediese era favorable: pero reparando y volviendo á leer las órdenes del Super-Intendente, y viendo que me dice que no se debe exponer la tropa por apresar los desertores, y que le parece conveniente mandase los peones y caballada, (que me servian de mayor auxilio) determiné obedecer y no empeñarme,[3] seguir lo que pueda sin los caballos y peones, y remitirlos al establecimiento, porque no se verifique la cláusula que dice, que mire á lo que me expongo si roban los indios los caballos, y acaece algun desgraciado suceso. DIA 14. Se acaba de carenar el _Champan_, y se recibió á su bordo el bizcocho de dos carretas, la grasa y miniestra de otra: estas son buenas, el bizcocho el mas inferior que se puede imaginar,[4] que será mucho que no se pudra antes de tiempo, y tres tipas de sal, que no llegaban á tres cuartillas. DIA 15. Este dia se mataron y charquearon 16 reses, las que hubiera salado si el Super-Intendente me hubiera mandado la sal que le pedí, y tendria en tal caso carne para dos meses mas que charqueada: si bien no hizo caso de algunas cosas que son indispensables y estan inutiles en el establecimiento, como son los remos, sal y otras.[5] DIA 16. Se mataron y charquearon 6 reses, y se concluyó la descarga de las carretas, y es tal el bizcocho que se hizo para la expedicion, que se metieron en el _Champan_ 79 quintales, 37 libras; y de seguro entraria solo en este buque 120, siendo el bizcocho tan ruin como el que se embarcó. DIA 17. Se compusieron las velas, se le pusieron dos paños de baileo á la chalupa _San Juan_, en lo que se consumió la pieza de lona y ocho libras de hilo de velas, y se rompieron quince agujas de cocer velas. Este dia á las 4½ de la mañana salieron las carretas, y á las 5 ya estaba de marcha toda la expedicion de carretas y caballos. DIA 18. Se hizo un mamparo á la chalupa chica, y se le mudó al _Champan_ uno, á fin de acomodar mejor las cosas, y pasé á la chalupa chica 16 quintales de bizcocho, y de allí otros víveres al _Champan_: les puse las tapas ó cubiertas de cueros. DIA 19. Se escogió el charque seco, y se embarcó y aprensó en el _Champan_: se derritió el sebo que se sacó de las reses; se hicieron velas nuevas por haber llegado inservibles las que mandaron del establecimiento. DIA 20. Hice recoger el charque y promediar la carga de las embarcaciones, y se le descubrió agua por la mura de babor al _Champan_, por lo que le dí pendoles y se compuso á mediodia. Se llamó el viento al SE, y por aprovecharlo embarqué todo el charque, aunque alguno fresco. Se abatieron algunos barriles, y puse la carne á plan de las chalupas; y á las 2½ de la tarde seguí mi viage con las cuatro embarcaciones de mi mando; habiendo navegado hasta las 10¼ de la noche 3½ leguas al NO corregido. DIA 21. A las 5 menos un cuarto seguí mi navegacion al remo, y aunque el viento era SE, en esta vuelta nos daba de proa. Seguí hasta las dos de la tarde, á cuya hora calmó el viento, y se dejó caer un aguacero, por lo que me fué preciso atracar á tierra y toldar las embarcaciones. A las 4½ de la tarde, habiendo cesado el agua, continué mi viage, y navegué al NO corregido 6 millas de distancia. A las 9 empezó á llover, y toldé otra vez las chalupas. DIA 22. Salí á las 6 de la mañana á remo y sirga por estar calma, y de esta suerte navegué todo el dia con alguna poca lluvia hasta las 8 de la noche, que por una turbonada del SO con viento recio, arrimé á tierra, y mandé el bote á dar auxilio á la chalupa _San Juan_, que con la fuerza del viento y corriente se habia ido á la otra costa. Toldé todas las chalupas por estar aturbonada la noche, la que pasé en el parage que, segun Falkner, me parece _Tehuel-malal_, cuya vuelta corre al SOS y SE. Navegué este dia 4½ millas de distancia en línea recta al ONO corregido. DIA 23. Este dia continué mi navegacion á remo y sirga hasta las 2 de la tarde que tuve viento al SO, con el que navegué hasta las 5½ de la tarde que se quedó calma, y seguí hasta las 8 á la sirga. A las 11 de la mañana estaba inmediato á la cuchilla, último extremo del rincon grande, ó _Tehuel-malal_, y á las 5 de la tarde en el Potrero del Chanchito: entre uno y otro potrero hay 5 millas de distancia, arrimado á la cuchilla del S al NO ¼ N corregido. El Potrero del Chancho es muy angosto en su entrada, y se puede facilmente fortificar. Este dia navegué en línea recta 8 millas al ONO corregido. DIA 24. A las 5¼ de la mañana continué mi viage al remo, por ser el viento poco y contrario: á las 12½ estaba adonde se desertó Miguel Benites, de cuyo parage dista media legua al NNO el último brazo del arroyo que forma la isla grande: á distancia de 4 millas de donde se fué Benites, hallé los vestigios de haber estado los toldos de Francisco, y no es mal parage para pasar animalada de un lado á otro del rio, por tener buenas bajadas y salidas, y tres islas adonde pueden descansar, que precisamente salen á alguna de ellas, porque están en medio rio. A las 5 de la tarde vino el viento al SE fresco, con el que navegué hasta las 8¼ de la noche, que me acampé, por haber varado una chalupa. Navegué este dia al NO ¼ O corregido, en línea recta 10 millas de distancia. DIA 25. Al ser de dia me hice á la vela, y siguiendo el rio por las canales de mayor profundidad, que son muchas por las espesas islas que hay en este rio, llegué á las 5 de la tarde á un parage que parece ser paso, por haber por la parte del N un camino y rastro de animales, desde donde tenia los toldos Francisco, hasta donde me acampé. Hoy á las 9 de la noche no se pudo caminar por la parte del S la orilla del rio, y esto conviene con las noticias de los indios. Toda esta tarde tuve viento por el E fresco, pero incapaz de romper la rápida corriente de este rio, y en algunos parages á vela y remo no pudieron romper las embarcaciones, siendo preciso por esta causa traer siempre los marineros hasta medio cuerpo metidos en el agua tirando la sirga. Navegué este dia al ONO 5 grados N corregido, en línea recta 9 millas de distancia. DIA 26. Navegué este dia á remo, espias y sirga al ONO corregido 4¾ millas de distancia, y me acampé á las 8½ de la noche. Desde antes de ayer que hallé la novedad en este rio de ser el agua totalmente encarnada, lo que jamas he visto en el establecimiento ni en sus inmediaciones, de lo que infiero que cuando en las avenidas de arriba llega al establecimiento el barro que la colorea se aposentó, por ser larga la distancia, y que aquí habrá algunas tierras ó sierras vecinas á nosotros que tendrán dicho color. DIA 27. A las 5¼ de la mañana seguí á la sirga y remo, estando el viento casi calma, de cuyo modo se mantuvo todo el dia hasta las 5 de la tarde que vino por el E flojo. A las 7¾ me acampé en una isla, habiendo navegado al ONO corregido 7 millas de distancia. DIA 28. A las 5½ de la mañana seguí á la sirga con viento NO, y opuesto á mi viage. A las 11 se divisaron 4 ginetes que seguian el rio aguas abajo, arrimados á la barranca del N. A las 5 de la tarde se avistó fuego al N tierra adentro á larga distancia: navegué hasta las 8 de la noche 4 millas de distancia al ONO corregido. DIA 29. Salí á pié por no tener caballos, sobre unos cerros al ser de dia á descubrir el campo. A las 6 de la mañana seguí mi viage á la sirga, con viento NO fuerte. A las 10½ arrimé á tierra, por ser el viento y la corriente tan fuertes, que con toda la gente no fué posible sacar avante las embarcaciones una á una, y si tuviera caballos todos los dias desde que salí de donde estaba el indio Francisco, hubiera caminado á lo menos 6 leguas en línea recta, pero el Super-Intendente juzgó inutil este auxilio que tanto interesaba al servicio del Rey[6]. Al tiempo de arrimar á tierra, se vió un ginete como á menos de un cuarto de legua de nosotros, el que se volvió despues de estar un rato parado mirando. A las 2½ de la tarde se levantó una turbonada por el ONO de viento recio, agua y truenos. A las 3½ atravesé á la parte del S á acamparme, y toldé las embarcaciones. A las 5 pasó la turbonada, y se quedaron los horizontes achuvascados. Hoy á medio dia observé el sol en 38° 52 de latitud S, y hasta el parage de la observacion he navegado este dia una milla de distancia. DIA 30. A las 5 de la mañana salí al remo á atravesar á la costa del N, y seguí á la sirga: á una milla andada hallé rastro de haber pasado los indios de la parte del N á la del S, golpe de ganado vacuno y caballar, el que segun los rastros y camino hecho venia del NO de hácia el Colorado, y este paso es bueno; pues aquí se angosta bastante el rio, y tiene buena entrada y salida en el rio. A mediodia que venia yo registrando por tierra, y hallé muchos rastros de caballos, que así los del paso como estos, manifiesta como un mes de haber pasado: hallé otro rastro de un ginete que esta mañana seguia el rio por su orilla aguas arriba, el que sin duda seria el que se vió ayer. A las 8 de la noche arrime á tierra y me acampé, habiendo navegado este dia al O ¼ NO 4 millas de distancia. DIA 31. A las 4¾ de la mañana me largué, siguiendo mi viage al remo y sirga con calma por la parte del N. A las 10 pasé á la parte del S, por no serme posible romper la corriente por aquel lado. A las 11 descubrí una polvareda grande inmediata á la barranca del N, que se conocia ser golpe de ganado: seguí rio arriba, y á las 12 avisté caballada y ginetes. Poco despues se arrimó uno á la orilla del rio y mandé á un marinero y al mendocino José Oyola, á que le gritasen ó hiciesen señas para que nos esperasen. A las 2 de la tarde pasé á la parte del N, y vinieron dos indios, y el uno de ellos se dejaba algo entender: los agasajasé todo lo posible, y les compré una vaca por un freno; despues se fueron y vinieron con el cacique y otros dos indios mas, y á todos les hice cuanto agasajo pude: les dí de beber aguardiente y mate, y les regalé algunas bujerias y tabaco, y tuve la paciencia de estarme toda la tarde en conversacion con ellos, aunque al principio estaban desconfiados; pero luego entraron en confianza de tal modo, que se dejaron estar hasta de noche. La gente de mar me pidió licencia para hacer trato con ellos: se la concedí, y les compraron en las dos chalupas _San Juan_ y _San Francisco_ dos terneras de dos años por dos cuchillos, y los del _Champan_ una buena vaca por un frasco de aguardiente un gorro y un cuchillo. Quise permitir esto á las tripulaciones, porque como el método que llevo con los víveres es lo mas arreglado que puedo, precaviendo el que no llegue el caso de que me falten, les permití este desahogo para que las coman con libertad. Agasajé mucho á estos indios por muchos motivos, los cuales no es menester referir porque están sabidos, pero ademas de estos el principal ha sido por llevarlos algunos dias inmediatos á las embarcaciones, por ser dichos indios del _Guechuhueben_, ó Parage de las Manzanas, para donde siguen viage, por ver si puedo conseguir con ellos el que me presten caballos para la sirga, pues la gente no puede arrastrar las embarcaciones, y se me van enfermando muchos, y son los mozos de mas robustez y trabajo: lo que me aflije bastante por la falta de los caballos, pues se me puso la gente mucho mas flaca y débil en 11 dias que há que salí de la fortaleza de Villarino en el Choelechel, que en 38 que tardé desde el establecimiento á dicho parage. Esto me tiene entre la espada y la pared, porque parando para dar algunos dias de descanso á las tripulaciones, es consumir víveres y no adelantar: caminar con el trabajo con que se camina, es acabar la gente; de modo que es indecible la falta que me hacen los caballos. Navegué este dia al O corregido 2 millas de distancia. Las noticias que pude adquirir de estos indios, son las siguientes:--Que el Choelechel está de este sitio 4 dias de camino, con toldos, chinas y niños, siguiendo la orilla del rio aguas abajo: que desde dicho sitio, donde hoy me hallo, hasta el Huechun-huechun y entrada en el Rio Tucamel, y una laguna muy grande tardan 12 dias, caminando despacio con los referidos estorbos: que desde allí á tierra de cristianos tardan 10, al mismo caminar; de cuya tierra, dicen, se surten de frenos, cuchillos, lanzas y bujerias. Esta cuenta de los dias que se tardan de unos á otros parages, la hacia este indio quebrando pedacitos de paja; y preguntado si por el Huechun-huechun habia muchos indios, tomó un puñado de arena para significar su multitud. No pude informarme mas por no entender el idioma. DIA 1.º DE ENERO DE 1783. Esta mañana vinieron los indios á las 8, y despues de haberlos convidado, mandó el cacique por uno de sus indios á llamar otros que estaban mas abajo de nosotros, y vinieron 4; entre ellos un viejo con un muchacho como de 16 años de edad, que hablaba mejor el castellano que cuantos indios hasta ahora he visto desde que estoy empleado en la Costa Patagónica. Estos indios son moradores de _Huechun-lauquen_, ó Laguna de Límite, nombrada por Falkner en su diario, y los primeros son de la Tierra de las Manzanas. Dicen los de Huechum que su tierra dista cuatro jornadas de Valdivia; que aunque la distancia es corta, el camino es malo; que se pasa la Cordillera por el Portillo: que la tierra del cacique Cangapol nos queda dos dias de jornada aguas abajo; lo que me hace cierto el juicio que hice de la isla y cercado de los Tehuelhets que cita Falkner, ser el mismo que pasé dias pasados: que el Rio Chico del N que cita dicho diario, dista de donde estamos cuatro jornadas, y que viene de la Cordillera: que este algunas veces se vadea á caballo y otras á nado; pero que el rio mas grande es el que viene de Huechun-lauquen: que cuanto mas arriba este rio tiene mas corriente, y esto es lo mismo que voy experimentando. Dicen que ellos vienen de la Sierra del Volcan; que há cerca de un año que bajaron á buscar ganado caballar y vacuno, y que con este hacen trato con los de Valdivia, unas veces llevándolo los indios á dicho pueblo, y otras viniendo los cristianos á comprárselo á sus tierras, el cual cambian por sombreros, cuentas, frenos, espuelas y añil para teñir los ponchos: (véase aquí ya abierto el camino y comunicacion por la orilla del rio con Valdivia, y entablado una especie de trato por los indios, robando el ganado á Buenos Aires, y vendiéndolo en aquel presidio.) Que Chile está de Huechun-lauquen mucho mas lejos que Valdivia: que estos indios viven en toldos, y que siembran trigo, cebada, y habas: que los que tienen ranchos de paja bastantes capaces, viven mas arriba por la falda de la Cordillera, los cuales ademas de las semillas referidas, siembran lentejas, porotos, garbanzos, y todo género de vituallas. Uno de sus caciquea se llama _Roman_. Estos indios jamás han estado en nuestro establecimiento del Rio Negro: si bien dicen tienen noticia de habernos establecido, pero que ellos para caminar á sus tierras, atraviesan el campo desde el Colorado á este rio por el Chuelechel, 70 leguas al poniente de nuestro establecimiento. Que en su tierra hay muchísimos pinos, y que los piñones son casi tan grandes como dátiles, y muy gustosos; de cuyo fruto hacen los indios prevencion: que por aquel pais no hay sal, y por esto la llevan de las salinas del Colorado en cargas, y con efecto las he visto en sacos de cuero (y así lo dice Falkner.) Que por la parte del N de este rio no hay establecimiento alguno de indios hasta las _Manzanas_, y los que hay son solo los que van de pasage que por la del S están los Hulliches, los cuales los suelen aguardar cuando pasan los de Huechun con sus ganados, y los asaltan, roban y matan, y por esto suelen pasar bastante temerosos: y así no cesaban de preguntarme si por la parte del S habia indios; me dieron noticia del Rio Lime-leubú, y de sus moradores los Limeches. Los nombres de los parages, que jamás pudieron entender otros indios leyendo á Falkner, estos los nombran del mismo modo que su diario, y convienen con él en las noticias, diferenciándose solo en la distancia de Huechun á Valdivia, que dicho diario pone dos jornadas, y estos indios dicen que cuatro. El Rio Chico del N que entra en el Negro, dicen viene de la Cordillera; pero que no saben si pasa inmediato á Mendoza, porque de allí no son baqueanos: pero que su cacique habia andado mucho á la orilla de dicho rio, y que podía dar razon; y para traerlo fué con ellos el peón José Oyola, mendocino. Este muchacho dice que en su tierra no hay indios ladinos, y que el motivo de haber él aprendido el castellano, fué porque un perulero llamado _Prieto_, que por el trato de ganado habia tenido recíproca amistad con su padre, lo llevó á Valdivia para enseñarlo, y que despues de un año, habiendo empobrecido dicho Prieto, se fué á Chile llamado de un tal D. Antonio Roldan, amigo suyo, y el muchacho corrió la misma fortuna, y dice que habrá poco mas de año que volvió á su tierra. Nombra el vino de Penco, y dá noticia individual de todo, hasta de las perdices que se venden por medio en Chile, y otras menudencias á este tenor. Un marinero de la expedicion, llamado _Bartolomé de Peña_, que estuvo mucho tiempo en Valdivia, Penco, &c., y pasó la Cordillera por el Portillo cuando el levantamiento grande de los indios, que vió los pinos y comió los piñones, al cual hice carear con el muchacho, á quien preguntó por muchos parajes, respondió, segun dice el marinero, con tanta puntualidad, dando señas de todas las cosas con tanta certeza, que no dejó nada que dudar. Le dije á este muchacho que se conchabase conmigo para ir con las embarcaciones hasta Huechun, y que de allí pasaríamos á caballo á Valdivia, para lo cual habló á su padre: y este dijo que no podia, porque llevaba mucho ganado que arrear, y que no tenia quien le ayudase; que lo que podia hacer pagándole era acompañarme con su hijo hasta Valdivia, luego que llegásemos á Huechun-lauquen. Pero el muchacho me dijo mandase á hablar al cacique porque tenia ganas de acompañarnos; y para esta navegacion, y traer el cacique, se ofreció José Oyola, que como llevo dicho se fué con ellos esta tarde en un caballo que compré á los primeros indios, y fueron obsequiados todo lo posible. Tambien convienen estos indios con la sospecha de Falkner, de que la laguna de Huechun-lauquen envie un brazo al rio de Valdivia; pues dicen que no es así, pero que Huechun está muy cerca de dicho rio, el cual es muy caudaloso, y solo dista el rio de la laguna una jornada. Dicen que todos, ó casi todos los indios que habitan ó residen en las sierras del Volcan y Pampas de Buenos Aires, son de este rio arriba, y que el motivo de pasar tantos tiempos en aquellos parages, es por la abundancia que hay de ganados, y por la facilidad de mantenimiento; y que algunos paran dos años, otros mas y menos, segun les acomoda. DIA 2. A las 8 de la mañana llegó José Oyola con el cacique _Guchum__pilqui_, y otros cinco caciques mas que el primero habia mandado á buscar, los cuales tenian sus haciendas mas abajo: y dijo Oyola que Guchumpilqui solo tenia mas de 100 indios, que tenia mucho ganado caballar y vacuno. Los regalé y obsequié todo lo posible, estando entre ellos el cacique Roman, uno de los que tienen ranchos de paja: fueron concurriendo indios de tal suerte que se juntaron sobre 80 ó 100 indios y 6 chinas. Es imposible decir la paciencia que fué precisa tener con ellos: pero no pude recabar que me diesen al muchacho lenguaraz; tampoco pude saber de donde viene, ó si pasa por Mendoza el Rio Pequeño del NO, Pichileubú, que cita Falkner en su diario, porque dicen no son vaqueanos de este rio: aunque yo tengo grandes sospechas de que sea el Tunuyan, por estar informado de que no entra (como quiere Falkner) en las lagunas de Guanacache, en cuyo caso precisamente estaria muy cerca de Mendoza. Estos indios dicen, que el año próximo pasado hicieron ajuste con los españoles de Valdivia de llevarles ganado, y que por eso bajaron de sus tierras (que están muy inmediatas á Valdivia) á los campos de Buenos Aires, y que se retiran ahora, y que inmediatamente que lleguen vendrán los de Valdivia á comprárselo, como tienen tratado; y que muchos de ellos irán á Valdivia, sin parar en parte alguna, para hacer dicha venta. Asimismo dicen, que luego que lleguen las embarcaciones á Huechun-lauquen, que me conducirán á dicha ciudad. El cacique Guchumpilqui me regaló una res, que se le pagó bastante, y hasta bien de noche estuvieron importunando por aguardiente. El muchacho lenguaraz me dijo, que en Chile habia tenido la noticia de que nosotros teniamos establecimiento en el Rio Negro, y muchos indios que frecuentan á Valdivia, he visto y conocido en el establecimiento: por esto y por otras razones, creo que todos los habitantes de este continente, así españoles como indios, tienen noticia de nuestra poblacion en el Rio Negro. DIA 3. Salí de mañana, y huyendo la importunidad de los indios, pasé á la banda del S, y asimismo pasé dos caballos que compré para dar algun alivio á la gente que llevo mas enfermos: pero aquí nadie está exento del trabajo. A mediodia llegó una gran tropa de ellos: todas sus relaciones, que son muy largas, llenas de ofrecimientos, encareciendo su amistad y su poder, se dirijen á que les den; pues todas vienen á parar en pedir, y en no dándoles se enojan. A las 8 de la noche me acampé, y me siguieron los indios, importunando por aguardiente. Un cacique ponderó mucho su poder, diciéndome que estas eran sus tierras, las cuales se extendian hasta mucho mas abajo del Chuelechel á fin de que le diese 4 frascos de aguardiente para convidar á sus soldados, que este nombre daba á sus indios: como dando á entender que queria le pagase algun derecho por el pasage. A lo que le respondí, que me alegraba mucho de conocerle, y de saber que estas eran sus tierras, y que fuese en ellas tan poderoso: porque así como nosotros cuando bajaban los indios á nuestros pueblos los regalabamos, y dabamos de comer y beber, así esperaba yo lo mismo de la amistad que tanto me encarece. Se rió bastante, y dió á entender la respuesta á todos los indios que pasarian de 60, y al fin me dijo, que cuando no tuviese que comer se lo avisase, que me daria una vaca, la que nunca vino. Los caciques son los siguientes: _Guchumpilqui_, _Llancoapi_: estos dos son los que tienen sus tierras en la laguna de Huechun-lauquen. El cacique Roman se embarcó hoy para seguir viage en las chalupas, y dice está algo enfermo: asimismo se embarcó Jose Roldan lenguaraz. Este muchacho parece bastante afecto á nosotros, pues lo he visto enojarse bastante con los indios por tus pesadeces: no sé en adelante lo que dará de sí. _Curuanca_ estuvo algunas veces en el establecimiento del Rio Negro, los otros dos no sé sus nombres. En este sitio se angostan bastante las barrancas, que de una á otra no hay media legua pero no son tan altas como las de abajo, y con propiedad se le puede llamar _angostura_. Navegué este dia al OSO 5° O 4½ millas de distancia. DIA 4. Salí al amanecer, haciendo diligencia de librarme de los indios, que por mas que se les regale, nunca estan contentos: pero á las 11 del dia ya estaban con nosotros mas de 80. A la media legua de mi salida esta mañana, se hallan unos cerros áridos de arena blanquisca, piedra y alguna maleza, y aquí sigue el camino, ó se aparta del rio y toma tierra adentro: pero me dice el lenguaraz que no es mas de una jornada. Compré dos caballos por habérseme cansado ya uno de los que antecedentemente compré; y porque es como imposible poder continuar sin ellos. Al mediodia se fué con los indios el peon José Oyola, porque el padre del lenguaraz lo pidió para que le ayudase á arrear su ganado, respecto á que su hijo venia con nosotros. Navegué este dia al O ¼ SO 3 millas de distancia, habiéndome acampado despues de puesto el sol: siguen los cerros altos de una y otra banda. DIA 5. Salí al amanecer con viento N, y tuve que volver media legua rio abajo, por no hallar paso para las chalupas: seguí á vela y remo, y á las 3 de la tarde varó la chalupa San José. Costó mucho el sacarla, y puestos ya en la canal con viento fresco, fuerza de vela, y una espia, por la cual tiraban treinta hombres, no pudimos adelantar nada. El cabo de la espia era nuevo, y de cuatro pulgadas de grueso, y habiendo aflojado algo el viento, y no pudiendo los 30 hombres aguantar la chalupa, mandé darle á la espia vuelta de firme, y fué tal la corriente, que rompió el cabo. Fué preciso tender el calabrote, y juntar toda la gente: solo así pudimos sacar la chalupa, que á no ser el expresado calabrote se hubiera quedado en este sitio. Esta faena duró hasta las 8 de la noche, que llegué á acamparme con la gente bastante fatigada, y rendida del trabajo. Navegué este dia al O ¼ SO, 5 millas de distancia, arrimado siempre á la barranca del N que es tierra infeliz, y no tierra, sino una especie de tosca compuesta de piedrecitas, arena, y polvo blanco, que se desmorona y se unde al pisarla. Críanse en ella arbolitos muy bajos, espinosos, ó maleza que para nada sirve, y esto poco: lo mismo es por la parte del S. La barranca del S se abre bastante, y deja un valle bien largo entre ella y la orilla del rio. Luego reconocí ser un rincon, volviéndose á angostar las barrancas áridas, y de un infernal aspecto. DIA 6. Salí de mañana á la espia, por ser el viento contrario, y la corriente tan fuerte, que no fué posible romper á la sirga. Trabajó hoy excesivamente la gente, y en todo el dia solo se caminó, sin que haya dado vuelta el rio, 2,500 varas al OSO corregido. DIA 7. Amaneció el viento al SO, duro, por lo que no fué posible continuar. DIA 8. Al amanecer salí con dicho viento, pero mas bonancible. Navegué hasta las 9 del dia, y á esta hora no pudiendo pasar, volví al mismo sitio donde habia salido á buscar otra canal, y seguí con viento y corriente contrarios, no habiendo podido navegar mas que 1½ millas de distancia al OSO 5° S, arrimado siempre á la barranca del N. DIA 9. A las 4½ de la mañana seguí mi viage á la espia, por no poder la gente romper la corriente á la sirga, y siempre arrimado á la barranca del N, la cual tiene unos cerros tajados al rio, y de tanta altura, que hasta ahora no hallé otros de igual tamaño. A mediodia pasé un parage, que puestos 40 hombres á cada chalupa no podian romper el ímpetu de la corriente, y en este paso está el rio lleno de peñascos. Navegué este dia al OSO 3 millas de distancia. DIA 10. Salí á las 5 de la mañana á la sirga con viento OSO, y me acampé á las 7½ de la tarde, habiendo navegado al OSO 5° O 3 millas de distancia: se le sacaron hoy al Champan 30 baldes de agua. DIA 11. Salí al salir el sol, y á la media legua andada al OSO, hallé los indios, y arrimé á tierra. Venia con ellos el peon José Oyola, y los caciques Guchumpilqui y Curuanca. Este, habiendo hallado ayer al marinero que tenia, con los caballos en tierra, sin que pudiesen llegar en donde estaban las embarcaciones, le preguntó si habia comido: y habiéndole respondido el marinero que nó, lo llevó á los toldos, hizo matar un novillo y le dió de comer. A este le regalé bien por esta fineza, y porque les sirva de egemplo en lo sucesivo; pues puede darse muchas veces igual caso de encontrar á los nuestros sin abrigo alguno. El cacique _Cayupilqui_, que parece el de mayor sequito entre ellos, vino á bordo; y despues de diversas preguntas que me hizo acerca del designio que llevaba, á las que satisfice diciendo, que mi viage era á Valdivia, porque tenia con aquel Gobernador recíproca amistad, y algunas cuentas que ajustar en aquella tierra, pero que tardaria muy poco en volverme; me dijo que me acompañaria desde su tierra á Valdivia, y me franquearia caballos para el viage: y cuando yo bajase rio abajo concluido mi viage, que se vendria él conmigo, y sus indios por tierra, á fin de conocer el establecimiento del Rio Negro, de allí pasar á las Pampa de Buenos Aires á tomar ganado vacuno y caballar para su provision y mantenimiento, y vender en Valdivia: cuyo trato dejó entablado cuando vino á esta misma diligencia. Que él no hacia daño, pues el ganado que llevaba lo tomaba del bagual que andaba en el campo: que cuando venian de sus tierras, venian con muy pocos caballos, pero que traian ponchos y otras cosas, con las cuales hacian trato con los indios del Volcan, por caballos para correr en la Pampa. De este sitio se aparta el rio, y se arrima á los cerros del S, que son blancos muy altos, y cortados hácia el rio. Se desembarcó el cacique Roman. DIA 12. Vinieron de mañana los caciques, y Guchumpilqui me dijo, que en el término de 3 ó 4 dias tenia determinado mandar aviso á su tierra de como iba llegando, y que le trajesen algunos caballos gordos, por llevar toda la caballada flaca de la larga distancia que habia caminado. Le pregunté qué tiempo tardarian en llegar á Huechun-lauquen los chasques, y dijo que seis dias, y de allí á Valdivia que habia tres dias de camino, y que ahora era el tiempo en que los Valdivianos solian todos los años venir á su tierra á comprar ponchos. En esta inteligencia determiné escribirle al Sr. Gobernador de aquella plaza, así para que el Exmo. Sr. Virey de Buenos Aires tenga esta noticia, como para saber yo si de aquella plaza podré ser socorrido con víveres, para si así fuese poder hacer un completo reconocimiento, y sino para tomar mis medidas y contar solo con los víveres que tengo:[7] pues puede ser que, entregando los indios que van de chasque á los de Valdivia las cartas, lleguen á manos de dicho Sr. Gobernador, y pueda por el mismo conducto tener yo la respuesta. Me regaló una vaca este cacique, y otra el cacique Curuanca. Me han dicho que mas arriba del Rio Chico del N que entra en este, se aparta el Rio Grande mucho para el S, haciendo una gran vuelta; por cuyo motivo no seguian ellos su orilla y caminaban tierra adentro: pero por buen campo, de mucho pasto y muy regado de diversisimos arroyuelos que bajan de las montañas, entre las cuales dicen haber amenísimos valles. Me quedé admirado al haber oido hablar á estos indios de nuestras guerras con los Ingleses, pues me preguntaron si aun duraban. Y preguntándoles yo, por donde habian sabido de esta guerra, respondieron que en Valdivia lo habian sabido, y que por este motivo valian en aquella plaza todas las cosas caras, pues no podian pasar las embarcaciones de España para las Indias. A las 12 del dia se fueron, y me digeron que poco mas arriba nos veriamos, que ellos no se mudaban hasta mañana. Estos indios llegarán al número de 300, entre los cuales no van mas que 6 chinas, y hay entre ellos bastantes que sirven solo para arrear y cazar. Sus ganados ascenderán al número de 8,000 cabezas, entre caballos, yeguas y vacas, y de aquí se puede inferir le que destruyen los indios á Buenos Aires, pues todo el ganado es marcado, y señalado de los vecinos de esta ciudad. Al instante que se fueron los indios, eché de menos al marinero José Navarro, y me han dicho que habia montado á caballo. Mandé á recoger los caballos nuestros, y faltaba uno, y salió á buscarlo José Mariano, marinero. A la hora de comer no vinieron estos marineros, pero me hice cargo andarian buscando el caballo que faltaba, aunque ya con bastante desconfianza de si me los habian llevado los indios; pues en ellos es la mayor proeza, la mayor maldad, y sin embargo de haberlos regalado y acariciado todo lo posible, conociendo su infame trato, me llenó de desconfianza la breve falta de estos dos marineros: y mas, habiéndose desembarcado el cacique Roman, y el muchacho lenguaraz. Por presto que subí á una lomita á ver si los veia, ya divisé una nube de polvo, distante como legua y media de donde tenian los toldos, sin haber animal alguno adonde estaban acampados. Esto me llenó de tristeza, por conocer la falta que me hacen estos dos individuos si los hubiesen llevado: pero no estaba del todo desesperado de que volviesen, por lo bien que habia tratado á estos indios. Esta polvadera se alejaba con suma presteza, y se perdió de vista á las 5 de la tarde; y á esta hora pasó un marinero por casualidad por debajo de unos sauces, y halló 8 pares de bolas, de las que los indios suelen traer perdidas, y vestigios de haber estado mucha gente allí la noche antecedente, y esto distaria 100 varas de nosotros, y sus toldos ó campamento, distaba tres cuartos de legua. Cuando se embarcó conmigo el cacique Roman, pretestando estar enfermo, bien comprendi que no lo hacia por otra cosa que por observar nuestros movimientos, y yo me alegré; porque como el asunto, á mi parecer mas importante, es el no quebrar con ellos, y aunque den ellos motivo por el cual me viese precisado á ello, no seria lo mas favorable. Esperé toda la tarde la venida de los dos marineros, que no han vuelto. A las 7 supe que Navarro habia tenido no sé que ajuste con una china, y que la habia ido siguiendo, porque ella le habia hurtado unos cascabeles. Los que oyeron y supieron esto, se callaron hasta dicha hora; y esta fué la causa de que se perdiese no solo Navarro, sino tambien José Mariano: porque si me lo hubieran dicho, le estorbaria, porque cuando fuese imposible evitar la pérdida del primero, á lo menos no tendriamos la del segundo. DIA 13. Amaneció con el viento al SO fresco, y contrario para poder continuar, y ya salido el sol, registramos lo posible el campo á ver si se hallaban algunos vestigios de los marineros, y lo que se halló fueron unos coletos, ó ponchos de cuero de vaca, frescos recien hechos; montones de piedras, y cuero fresco, y guasoas cortadas para retobar bolas, en la misma parte donde se hallaron los 8 pares de bolas: y segun esto parece que los indios tuvieron dispuesto el avanzarnos.[8] A las 7 de la mañana salí continuando mi viage, pero es cierto que el rio, cuanto mas se va descubriendo, mas dificultoso está de navegar. Desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde estuve en un paso, sin que en todo este tiempo pudiese adelantar 60 varas de distancia: aquí se rompieron cabos, y fué preciso ponerle 4 al Champan, desde 3 á 3½ pulgadas de grueso. Hoy me han dicho el abominable comercio de Navarro con la china, y que por los cascabeles la habia ido persiguiendo de tal suerte, que derribó del caballo á otra que la tal china llevaba en ancas: por lo que me pienso no lo habrá pasado bien. Y no hago juicio de lo que le habrá sucedido á Mariano: lo cierto es que este insolente descompuso toda la armonia que yo llevaba con los indios, y lo peor es, que todos estos indios son de Huechum-huechum, de Huechum-lauquen, y de la Cordillera, muy inmediatos á Valdivia, por donde yo tenia determinado pasar á aquella plaza. En el parage adonde estaban los indios acampados, se hallaron 6 reses vacunas muertas y desolladas, sin que les faltase carne alguna, y de los cueros se hallaron hechos coletos: cuyas reses no habian muerto en el tiempo que estuvo con ellos José Oyola, que fué dos noches, y un dia antes que se fuesen los indios. Por esto me parece que su intento fué sorprendernos, porque esta prevencion tan repentina dá á conocer su alevosía, y que no tuvieron valor para egecutarla. Navegué este dia al O ¼ SO 3 millas de distancia. DIA 14. Salí á las 5 de la mañana, y con la ayuda de los caballos navegué 6 millas al O corregido, y en este punto llegué á los cerros ó barrancas del S. Esta tarde tuve que pasar las embarcaciones por tres palmos de agua, y por haber ocupado toda la tarde en pasar este paso, caminé las dichas 6 millas. Tal es el fomento de los caballos, pero lo malo es que ya se cansó uno. DIA 15. A las 5 de la mañana, estando el viento al S ¼ SE bonancible, me hice á la vela y remo: seguí todo el dia arrimado á la barranca del S (si bien que de esta á la del N apenas hay media legua): refrescó bastante el viento por el ESE, y navegué al O ¼ NO 12 millas de distancia, habiéndome acampado á las 8 de la noche. DIA 16. Desde que salimos del potrero, ó por mejor decir, desde antes de haber salido, hizo muchísima agua el Champan, porque, estando estanco cuando vacio, luego que se cargó se anegaba: lo que dió motivo á descargarle, y volverlo á componer con el calafate Dominguez, por haber quedado falsa la obra que hizo en él José de los Santos. A los pocos dias de navegacion volvió á hacer agua, la que con todo cuidado se le achicaba. Esta mañana salió para la racion una galleta algo humeda, é hice registrar el pan, y hallando mojado el que estaba sobre el plan, lo hice descargar y pasar todo el que cupo en la chalupa chica, y la carga de esta pasarla al Champan: se escogió el pan bueno del podrido, y este, que ascenderia de 8 á 10 quintales, se tiró al agua.[9] Duró esta faena hasta las 4 de la tarde, á cuya hora se aturbonó el horizonte: mandé al instante toldar las embarcaciones, y á las 5 se dejó venir la turbonada, con tanta abundancia de viento SO, agua, truenos y piedra, cual no habia visto en la costa patagónica. Duró lo mas fuerte de ella cerca de dos horas: calmó el viento, y quedó lloviendo poco y tronando mucho, hasta las 10 de la noche que aclaró. DIA 17. Salí á la sirga, ayudado de los tres extenuados caballos que tengo, y con algunas ventolinas del SSO navegué al ONO 5° O 8 millas de distancia. Aquí hacen una inflexion las barrancas, que habrá de una á otra una legua, cuyo llano por la parte del N es un regular terreno, pero el que queda atras, despues de haber hallado los indios, es el mas infeliz que se puede imaginar. DIA 18. Este dia navegué con mucha dificultad, por los malos pasos del rio; al O corregido, 4 millas de distancia. DIA 19. Se compusieron los cabos, y se le dió lugar á la gente de lavar la ropa. DIA 20. Al salir el sol me hice á la vela, con viento por el SSE bonancible, y al remo, por no ser posible romper las corrientes, á menos que no sea una tormenta. Refrescó bastante el viento, y navegué este dia siempre arrimado á la barranca del S al O corregido, 11½ millas de distancia. A las 7 de la mañana, llegamos á unas barrancas de extraordinaria altura en la costa del S, que distan cerca de media legua de la orilla del rio: entre estas y dicha orilla hay otras coloradas, compuestas de una especie de polvo de este color, y chinos ó piedras menudas. El compuesto de estas y de las antecedentes no tiene liga alguna, ni jugo para poder ligarse ó juntarse, y es cierto que forma una vista maravillosa. Por la parte del rio son estas barrancas inaccesibles: parecen castillos muy altos, particularmente las blancas, con sus cornizas ó molduras. No producen sus cumbres ni sus faldas ninguna especie de yerba, solo si algunas muy pocas, y chicas matas de maleza espinosa; pero tan raras y ruines, que jamas llegó á mi imaginacion que en todo el globo de la tierra pudiese haber alguna tan infeliz como esta: no se ven rastros ni animales, pero ni tampoco pájaros. Es infelicísima la tierra de una y otra banda, despues que se embarcó el cacique Roman hasta aquí: pero ninguna hallé como la de hoy; horroriza su esterilidad, y los precipicios de sus barrancas. DIA 21. A las 5 de la mañana me hice á la vela, con viento ESE fresco, y á las 8 de la noche me acampé: cuya navegacion hice arrimado á la costa del S que toda es de barrancas coloradas; y las altas blancas se retiran tierra adentro, á distancia de 3 leguas. Hoy, con haber habido viento, y con la ayuda de mis 3 caballos, no pude adelantar mas que 4 millas de distancia al ONO corregido: tal es la furia de las corrientes, y malos pasos de este rio. DIA 22. Proseguí á las 5 de la mañana, arrimado siempre á las barrancas coloradas del S, ó mas bien admirables y estériles precipicios de extraordinaria altura, quedando á la parte del N la llanura, que tendria media legua de latitud, pero esterilísima, á cuyo término está la barranca, que forma una vista que parece una serie de castillos altísimos. El rio cada dia lo hallo de peor navegacion: á cada hora se halla un salto por donde se despeña el agua, y en algunos está lleno de peñascos que se desgajan de estos altos barrancones. Navegué este dia ON corregido 4½ millas de distancia. DIA 23. A las 5 de la mañana me hice á la vela, con viento al ESE medianamente fresco, y navegué arrimado á las barrancas coloradas del S, habiendo dejado los caballos á mediodia, por estar ya cansados, flacos, é inservibles, los que hice reyunar. A las 7¼ de la tarde me acampé en una isla que está en la confluencia de los rios, el Grande Desaguadero, y el Diamante ó Sanquel, y es el que me dijeron los indios distaba tres jornadas de donde se separaron de nosotros: y segun Falkner, no puede distar mucho de nosotros la Laguna del Límite, porque dice que desde el desague de este rio, hasta el otro que viene del N, á quien dan los indios el nombre de _Pichi-Epiantú-leubú_ hay 4 jornadas, y desde este hasta Huechum, jornada y media, que hacen cinco dias y medio de camino: y aunque las jornadas sean de 12 leguas, distará 60, de la cual á Valdivia, dice, hay dos jornadas. Tengo determinado pasar mañana á reconocerlo, para seguirlo si fuere caudaloso, como se me previene en la instruccion. Navegué este dia al O ¼ NO, 5 millas de distancia. DIA 24. Esta mañana enmendé las embarcaciones á mejor parage, media legua mas arriba por el Desaguadero, y á las 11 salí con el bote á reconocer el otro. Cuando estuve en la division de uno y otro, advertí el diferente color de sus aguas, que formaban una línea, sin mezclarse, por espacio de una milla: siendo la del rio del S en lo cristalina, emulacion del cristal mas fino, y la del N bastantemente turbia. Gusté una y otra, y la primera era tan conforme su dulzura con su claridad, como lo grueso, y disgustado de la segunda con su opacidad. Seguí el rio arriba, que es bastante caudaloso, y á la legua de su desague al N hallé el Paso de los Indios, y el rastro de haber pasado 3 ó 4 dias antes los que van delante y llevan ganado á Valdivia. Hasta este paso tiene buena navegacion, pero luego que se parte, por dos islas que tiene en medio, en cuatro arroyos, que se distribuyen entre todos su caudal, no permitia paso para la chalupa. Este rio es casi tan grande como el del S, y mucho mayor que el Colorado: sus corrientes son formidables, y mucho mayores que las del Desaguadero, segun demuestran los vestigios de ellas. Corre por un valle profundo de cerca de 2 leguas de ancho, formando innumerables islas, cubiertas de chicos sauces y mimbres, sin que se vea un sauce de 5 pulgadas de diametro. Las tierras de su llanura son estériles y salitrosas, y esterilísimas las de las montañas; barrancas coloradas ó precipicios que ponen término á la llanura. No me parece que tenga otro paso que el que está inmediato á su desague, porque desde él siguen estas barrancas inaccesibles: todo lo que pude avistar desde la eminencia de un cerro bastantemente alto, es que corre el rio bañando las de O, dejando al E la llanura. Los campos que siguen tierra adentro de las barrancas, no producen pastos, ni árboles, ni están llenos de espesos bosques, como quiere Falkner: antes bien, en lo que he visto, por lo contrario, se hacen estos campos intransitables, á excepcion de las orillas de los rios, porque en ellos falta el agua, la caza y el pasto para las bestias. A las 6 de la tarde se dejó caer una turbonada con viento SO, agua y trueno: pero el agua duró un cuarto de hora, aunque el aparato del tiempo era para hacerse juicio de que llovería una semana. A las 7 de la tarde volví á bordo de las chalupas, y conduje una porcion de agua de aquel rio, y tomando de ella 5 frascos y 5 granos, la pesé con igual porcion de la del rio del S, y esta pesó 4 adarmes y 5 granos menos que la otra. Este rio, en mi juicio, es el Diamante, y aunque José Oyola dice y afirma que el agua de dicho rio es mejor que la que tiene aquí, tambien dice que la de Tunuyan, que pasa cerca de Mendoza, es mucho mas gruesa y turbia que esta, y esto induce mucho á pensar, que la compuesta de una y otra, sea ni tan buena como la del Diamante, ni tan mala como la del Tunuyan, que, segun las noticias del Exmo. Sr. Virey, estos dos rios se juntan: y es cierto que me es bastante sensible el no hallarlo bien crecido, para emprender por él mi navegacion, creido en que antes de 25 dias estaria en la Punta de San Luis, ó tal vez en Mendoza.[10] DIA 25. Al salir el sol proseguí mi viage á la sirga por estar calma, siguiendo el rio del S, y con la esperanza de lograr á tiempo desembarazado de nieves el paso de la Cordillera á Valdivia que es el motivo porque no me detengo en reconocer siquiera 8 dias con el bote el Diamante aguas arriba. Una legua mas arriba del confluente de estos dos rios, observé el sol en 38° 41′ de latitud S. Navegué esta tarde, desde el punto de la observacion al O corregido, 2½ millas de distancia. DIA 26. Este dia salí á reconocer los cerros, á cuanta distancia pude andar á pié. En todos hallé una misma especie de terreno, y el mas infeliz de toda la costa patagónica, y que imaginar se puede. Es un compuesto de polvo, arena, y guijarros, medio junto todo: de suerte que al pisarle se hunde y desmorona, sin que produzca pasto alguno. En la rinconada que hace el Diamante con el Desaguadero, á las orillas de este hay tierras, que se podrían tomar en ellas de todos frutos para mantener hasta 200 personas. En el paso seria muy conveniente una guardia, por las razones que expresaré en su lugar, y mas si hiciere ó tuviere tiempo y víveres para reconocer este rio. DIA 27. A las 5 de la mañana me hice á la vela, con viento al SE bastante fresco. A las 10 se rindió el palo mayor del Champan, por lo que me fué preciso arrimar á tierra para asegurarlo: siguió el viento fresco todo el dia por el ESE, y seguí todo el dia, y navegué al O SO 12 millas de distancia, arrimado á la barranca del S. DIA 28. Al amanecer mandé hacer la descubierta á un cerro alto á la banda del S, y me avisaron de que se veian dos ginetes á la del N; subí al mismo cerro á informarme, y no pude divisarlos. A las 7 de la mañana me hice á la vela y á la sirga, con viento por el O: de suerte que, aunque flojo, ayuda á vencer la disforme corriente de este rio; pero esta fué tal, que habiéndose trabajado todo el dia incesantemente, navegué al S ¼ al SE 2,000 varas de distancia, y en esto solo se conoce lo fácil ó dificultoso que es este rio de navegarse. DIA 29. Al salir el sol proseguí mi viage, y puse á bordo del Champan una barcada de bizcocho de la chalupa chica, para distribuir á las tripulaciones, y en su lugar cargué seis barriles de carne, uno de grasa y cuatro sacos de menestras. Navegué este dia siempre por la barranca del S, al OSO 5° O 3 millas de distancia. DIA 30. Todo el dia caminé á la sirga por estar calma, y navegué al OSO 5° O 4½ millas de distancia, hasta un codillo que forma el rio, desde el que es el rumbo corregido que sigue al SSO y SO ¼ S; aunque por ser muy tarde no pude examinarlo bien. DIA 31. Esta mañana salí á reconocer el campo. El rio sigue muy al S, y el camino de los indios vá desde aquí por tierra adentro: y esto es porque no hay otro remedio, que por su orilla no se puede transitar, ni por la banda del N, ni por la del S, porque de una y otra son las barrancas perpendiculares, y tocan sus cimientos en el rio mismo.[11] Navegué esto dia al SSO corregido 3 millas de distancia. DIA 1.º DE FEBRERO. Salí á la espia estando el viento al SSO duro: despues de haber navegado media legua, tuve que volver á desandarla por no hallar paso. A mediodia me hallaba en frente de donde salí esta mañana: pasé á fuerza de trabajo este gran salto, y á la noche hallé otro que precisamente es indispensable abrir canal para las embarcaciones á fuerza de barra, pico y azada, pues no hay mas que palmo y medio de agua por el parage donde pueden pasar las embarcaciones. A la otra banda vá todo el caudal del rio, pero tan pendiente que no es posible pasar por él, á no ser que hubiera los cabrestantes que llevan los barcos que navegan al Rio de Gerona, esto es para romper la corriente que es una sola dificultad: pero la mayor está en las toscas y peñascos sembrados por todo el rio, y desquiciados de la montaña vecina. Navegué este dia al SSO 5° O 1 milla de distancia. DIA 2. En todo el dia no se hizo otra cosa que abrir el paso, profundando el rio, y pasar por él las embarcaciones, que ha costado bastante. Aquí hace una rinconada da buena tierra á la parte del S: su extension es de una legua cuadrada, única por esta parte, desde Choelechel, el camino de los indios que pasa tierra adentro desde aquel parage. En este rincon, bajo al rio, hallé solo tres perdices, y ni rastro de mas caza. DIA 3. Salí al amanecer á la sirga, y á la una milla andada al SSO, se presenta de la parte del S un murallon en figura de tajamar, que se avanza al rio: en frente de este hay otro cerro tajado y perpendicular, y pasa el rio todo junto por entre estos dos murallones: en cuyo parage tiene quinientas varas de ancho: doblando este tajamar á la banda del S, hay una rinconada de buena tierra, que será su extension de legua y media cuadrada. En ella hallé señales de haber habido de un mes á esta parte cuatro toldos, pero se conoce que no estuvieron mas de cuatro ó seis dias: si bien que aquí no se pueden estar los indios mucho tiempo, porque falta la caza. A mediodia vino una turbonada de viento por el SSO muy fuerte, con algunos aguaceros; por cuyo motivo toldé las embarcaciones. Navegué este dia al SSO corregido, 2 millas de distancia. DIA 4. A la 5 de la mañana proseguí á la sirga: á mediodia se entabló el viento por el SSO, y con la fuerza de la corriente me fué preciso con toda la gente ir pasando las embarcaciones una á una, esto es, caminando toda la gente un corto trecho con una, y volviendo en busca de otra, y así en adelante, y vuelta á empezar. Navegué este dia al SO corregido, 2 millas de distancia, y siempre las barrancas tajadas de una y otra banda á la orilla. DIA 5. Salí continuando á la sirga, y á la noche me fué preciso acampar en la parte del N, en una llanura en la cual baja el camino de los indios: hallé rastro de los que van delante á llevar el ganado á Valdivia; pero muchos rastros mas viejos de haber conducido por allí crecidas porciones de ganado caballar y vacuno, y son tantos, que en mi juicio mas es el ganado que estos indios extraen de Buenos Aires, que los que consume aquella provincia. Desde que se embarcó el cacique Roman hasta aquí, son las barrancas muy altas perpendiculares, y tajadas al rio; pero las mas disformes son desde el Diamante hasta este sitio. Navegué este dia al OSO 5° O 4½ millas de distancia. _Nota._--Que á las 10 de la mañana me parece es el punto del desague de _Pichi-picuntú-Leubú_. DIA 6. A las 2 de la mañana entró un fuertísimo viento por el NO, y estuve aguardando que amaneciese para hacerme con él á la vela, como lo egecuté, pero me quedé muchas veces admirado de ver que con un viento tal, me fuese preciso echar la sirga en tierra por no poder con él vencer la corriente. A la legua navegada despues de mi salida, hallé unas barrancas que parecen grandes edificios desmoronados; inmediato á estas hay dos que parecen perfectamente dos hornos de teja, y al extremo hay una que tendrá 200 varas de alto, y termina en punta ó tajamar, y en ella hay una pirámide casi tan alta como la barranca, dividida de ella, pero es corto el intérvalo que media entre uno y otro, que me parece no pasa de 4 varas. Mirándola de lejos, como de una ó dos leguas de distancia, parece un gigante de rodillas, de modo que hacen estas barrancas figuras bien extrañas. Pasado esta ya se ensancha el valle, y se hallan mejores tierras, y corre el rio por medio de la llanura. Navegué este dia al SO ¼ S corregido 9 millas de distancia. DIA 7. Al amanecer salí á la vela, remo y sirga, estando el viento al ENE bonancible, y con él navegué al SO ¼ O corregido 5 millas de distancia, corriendo el rio por medio valle. DIA 8. Ayer tarde se divisaron unos cerros, que distarán de nosotros de 15 á 20 leguas. La tarde de hoy se han visto con manchas blancas en su cumbre, que me parece nieve. A la milla andada al SO corregido, está el Desaguadero de Pichi-leubú en el Desaguadero, ó Rio Negro. El viento estuvo todo el dia al NE, y con él navegué al SO corregido 6 millas de distancia, corriendo siempre el rio por medio valle, y de una y otra banda hay montes espesos de _chacay_, aunque chico. DIA 9. Al salir el sol proseguí con viento al NE bonancible, y no pudiendo romper á remo y vela eché la sirga: á mediodia mandé reconocer un arroyo, que pasa y entra en el Desaguadero por la parte del N: á la noche me trajeron la noticia, Domingo Goitia é Inocencio Moran, que era arroyo que bajaba de la Cordillera, ó que venia de hácia el cerro alto que se avistó ante ayer, y que parece tener nieve en su cumbre. Navegué este dia al SO corregido una milla de distancia. DIA 10. Esta mañana mandé 7 hombres armados á reconocer bien dicho arroyo; entre ellos se ofrecieron los 3 patrones y el carpintero, y otros 3, á reconocer otro que dejé antes de ayer á mediodia á la parte del N, el cual, aunque en este sitio no dista mas que 1,000 varas, sospecho que sea el que viene de la Laguna Huechum-lauquen, ó Laguna de Límite. De los 3 que fueron á este reconocimiento, el primero que llegó fué José Madariaga, con la noticia de que el rio estaba separado del de adonde estamos: que esto tiraba muy al S, y aquel se abria para el N: condujo una rama de un manzano que él quebró de un árbol, y dijo que no habia visto mas que tres, pero que tenia poco mas de un estado de alto. Reconocí bien la rama, y he visto la carga de manzanas que tenia, por los pezones que estaban pegados á las ramas; que la fruta ya los indios se la habian quitado. y dice Madariaga que habia mucho rastro de muchachos junto á dichos manzanos, que tal vez serian los indios que van delante. A la una vinieron los otros dos marineros, y á las 6½ de la tarde vinieron los 7 que fueron al Rio Chico del N, ó _Pichi-picuntú-leubú_, condujeron una botella de agua de aquel arrojo, y es muy buena y friisima, pero viene turbia. El fondo de este arroyo es de arena gruesa, su corriente de una milla por hora, segun me informó el patron de la chalupa _San Juan_, y en este sitio tiene 5 varas de ancho y una de profundidad. Asimismo dicen que es el que dejamos al N, antes de ayer á mediodia, viene solo, y baja de la Cordillera. Considerando que este rio, segun la relacion de Falkner, con quien convienen todos los indios, no puede ser otro que el que baja de la Laguna de _Huechum-lauquem_, que puede distar á lo sumo 18 leguas de Valdivia, y por parecerme mucho mas importante seguir hasta dicha laguna, por cerciorarme de la navegacion de este rio hasta ella, y su camino á aquella importante plaza, que seguir el Desaguadero, que no hay noticia de su orígen ni nada verosimil, tengo determinado y resuelto volver mañana, y seguir por él mi reconocimiento, hasta donde fuese navegable, ó hasta la laguna, y de allí reconocer el camino por tierra á Valdivia, y los grandes pinos que hay en toda la Cordillera, y en las inmediaciones de esta laguna. DIA 11. Antes de salir el sol me hice á la corriente como hasta aquí á la vela, y en 48 minutos estaba en la boca del rio que viene de _Huechum lauquem_, y es el que voy á seguir; por estar cierto, segun la concordancia de todos los indios, de que el principal brazo vá por entre piedras y riscos, sin que á su orilla haya siquiera habitadores por lo riscoso de sus márgenes. El camino que hoy anduve, aguas abajo en 48 minutos, me costó aguas arriba de 10 horas y algo mas. Navegué este día por el rio _Huechum_, 2 millas al SO 5° S corregido. _NOTA._--En este punto los tres rios _Lolquem_, _Huechum_ y _Picunutú_, estan en algo menos del término de una legua todos tres: el _Picunutú_ dista su entrada en el Desaguadero de la de _Huechum_ legua y media no cabal, y entre las dos en una misma llanada. DIA 12. Esta mañana puse toda la gente á la chalupa _San Francisco_, para pasar un salto, por donde el agua se despeña con indecible violencia, sin que por lo mucho que se desplaya el rio haya mas que palmo y medio de agua. Trabajamos todos hasta mediodia, sin que lo pudiesemos conseguir: á esta hora me puse en camino por tierra rio arriba, y caminé como tres leguas, en cuya distancia advertí los muchos saltos ó despeñaderos que hay en él, y que imposibilitan su navegacion, estando el rio en la disposicion que está ahora, que es lo mas bajo que puede darse: pero estando algo crecido pueden navegar por él embarcaciones que cargen 1,000 y mas quintales. A las 8 de la noche, llegué á bordo de las chalupas, habiendo hecho este reconocimiento, y cerciorado de los cerros de la Cordillera, que distará esta, del parage á donde me hallo, 15 leguas al OSO. Dos cerros de ella son tan altos que están cubiertos de nieve. Ya cerciorado de lo imposible que me es continuar mi navegacion por este rio, he determinado volver á emprenderla por el principal brazo, ó Rio Negro, y con harto sentimiento, pues por él no tengo noticia ni esperanza de hallar establecimiento alguno nuestro. Esta mañana reconocí los manzanos, que son chicos, de encima de las barrancas ó cerros. Observé los cerros de la Cordillera que corren de N á S: son muy altos, y uno, que dista 10 leguas de nosotros, está cubierto de nieve; y otro, que está muy lejos, es de extraordinaria altura: se vé muy confuso, y sobresale por encima de toda la Cordillera. Me pienso que este sea el _Cerro Imperial_, que está entre Valdivia y Chiloé. DIA 13. Al amanecer hice arrancar y recoger manzanos, para mandar con el _Champan_ al establecimiento del Rio Negro, á fin de que sirvan de orígen y fomento de esta fruta en aquel destino. A las 7 volví el rio aguas abajo, pero con indecible desconsuelo, porque habiendo estado la mañana muy clara, estuve mirando la Cordillera tan clara y tan cerca, que si no hubiera venido hecho cargo de esta expedicion, solito yo, y á pié como me hallo, me pondria en camino para ella. Hace una vista bellísima: sus cerros están cubiertos de nieve, y el arroyo _Pichi-Picuntú_ tiene su orígen en el cerro. A las 11 llegué á la boca de _Oluhechum_, por haberme detenido bastante los malos pasos, habiendo varado diferentes veces las chalupas. Al mediodia observé el sol en el confluente de _Oluhechum_, y el Desaguadero en 39° 35′ de latitud S, por cuya observacion me hallo 8 leguas y 1⁄3 distante del paralelo de Valdivia. La Cordillera está á la vista: desde Valdivia al Portillo, en lo alto de la Cordillera, hay 8 leguas: desde el sitio adonde me hallo á la Cordillera habrá 10 á lo sumo: y segun esto, en mi juicio, Valdivia está muy cerca, y precisamente es as como fácilmente se puede demostrar. Navegué esta tarde, desde la boca de _Huechum_ al SO corregido 1½ millas de distancia. DIA 14. Al salir el sol seguí rio arriba, hasta la una de la tarde, que llegué á la isla donde habia estado antes, en la que descargué el _Champan_, á fin de remitirlo al establecimiento, por estar ya inservible para continuar por la mucha agua que hace, y porque no es ya posible arrancarlo por la corriente, y asimismo para proporcionar la carga de las chalupas segun el estado presente. Navegué este dia al SO corregido 1½ millas de distancia. DIA 15. Al amanecer despaché 11 hombres armados por tierra, á reconocer si entra de este rio otro brazo á la Laguna del Límite, por no hacer navegacion inútil: y de no ser así, como lo juzgo, ir con el bote con los víveres que pueda llevar, á fin de reconocer dicha laguna: y para saber si se juntan ó no estos rios, se descargó en _Champan_ el resto que habia quedado ayer. DIA 16. Se acomodó y reconoció la carga de las chalupas, para proporcionarles la carga que deben llevar. Al anochecer llegaron los 11 hombres que fueron al descubrimiento, con la noticia de que el rio que vá por la parte del N, que yo juzgaba venia de _Huechum_, es ramo del principal, y se junta de aquí cerca de 8 leguas, y que esto es lo que tiene esta isla de largo, y puede que sea la que cita Falkner en el país de _Cangapol_. Hallaron un grande árbol de manzanas, pero su fruto ya se lo habian quitado los indios, y trajeron una sola que han hallado. DIA 17. Se abatieron 14 barriles de carne, y se puso á secar para llevarla al plan de las chalupas, á fin de ocupar menos buque y minorar el peso.[12] DIA 18. Hice el inventario del _Champan_: se prosiguió en acomodar la carga de las chalupas: hice meter debajo de tierra 6 barricas y 4 barriles de carne salada, por no poder cargarla en las chalupas; asimismo se enterraron 3 barriles de grasa y 8 botijuelas de aceite: dejé entre unos sauces el barril de brea y un tercio de yerba, y de todo llevo lo que considero preciso, y pueden conducir las embarcaciones. A la 1½ de la tarde entregué los pliegos y instruccion al patron del _Champan_, y á este mismo tiempo se puso en marcha para el establecimiento, y quedé prosiguiendo con la carga de las chalupas, que se concluyó todo al anochecer. DIA 19. Al amanecer proseguí mi viage tendiendo espias, por ser de otro modo imposible salir de tan malos parages. Habiendo andado una milla, hallé vestigios á la banda del S de haber habido 4 toldos como cosa de un mes há. A las 7 me acampé, habiendo navegado al SO 5° S 2 millas de distancia, habiendo pasado por este infinitas islas, pero tan bajas que se conoce que cuando el rio está algo crecido las baña todas. DIA 20. Al salir el sol me hice á la vela con viento al ESE flojo, y á la sirga. A las 9 de la mañana cambió el viento al SO fresco, y todo el dia caminé por entre innumerables islas muy bajas, cubiertas de sauces ruines, dividiendo el rio su caudal entre muchísimos angostos arroyos. Navegué este dia al SO ¼ S corregido 4 millas de distancia, habiéndome acampado ya cerrada la noche. DIA 21. Luego que aclaró seguí á la sirga. A las 11½ hallé un salto que me fué preciso descargar para pasarlo, y se pudo pasar solamente la chalupa _San Francisco_. Dejé dispuesta esta faena y toda la gente en ella, y á la una de la tarde me fuí con un marinero y el carpintero cerca de 2 leguas rio arriba, á divisar de encima de unos cerros altos; y hemos visto en la falda de un cerro de la Cordillera un fuego bastante grande, y salia el humo por sobre toda la Cordillera. Volví á bordo ya cerrada la noche, habiéndome sido preciso andar mas de 2 horas descalzo en el agua. Yo y toda la gente parecemos lazarinos: todos estamos hinchados de la plaga de gegenes que cayó sobre nosotros hoy hace 3 dias. Navegué este dia al OSO 1 milla de distancia. DIA 22. Al salir el sol se empezó la faena de pasar la chalupa _San Juan_. A mediodia llegamos adonde estaba la _San Francisco_. Seguí rio arriba, llevando la una con toda la gente, y volviendo en busca de la otra por estar aquí el rio incapaz de navegarse. La gente tiene que conducir sobre los hombros la carga de las chalupas, y á ellas poco menos. El viento es en popa bastante fuerte, pero no se puede aprovechar. Despues de pasar el salto de la descarga, en el cual metia la chalupa todo el castillo debajo del agua, llegamos á los charcos, que este nombre merece el rio en tal parage: aquí se pasó indecible trabajo, y con todo apenas anduvimos una milla al SO ¼ S, sin que hubiesemos salido á mejor parage, y queda esta noche la chalupa _San Francisco_ embarrancada por no poderla sacar hasta mañana. DIA 23. Al amanecer se empezó la faena de sacar la chalupa _San Francisco_, que se consiguió á las 8 del dia: se descargó y alijó lo posible á la _San Juan_: se profundó el rio cuanto se pudo y permitia la corriente y el suelo, y para pasarla fué preciso ponerle amante y dos aparejos; y así fuimos saliendo engalgando los resones, y afirmándolos con estacas: y de este modo se trabajó todo el dia sin cesar, metida la gente en el agua, y yo con ellos, y temo no les resulte algun daño, por estar todos tan inchados, que les cuesta trabajo el ver por donde caminan, siendo la inchazon por todo el cuerpo general; y creo que á cualquiera parte que llegasemos en esta disposicion, nos harian hacer cuarentena, juzgándonos apestados. Lo que se anduvo este dia fué al SO ¼ S 1,100 varas que no se merecia apuntar. DIA 24. Al ser de dia proseguí á la sirga hasta mediodia, que hallé un paso tan malo que fué preciso abrir canal con los picos y azadas, y pasaron las chalupas á fuerza de amantes y aparejos; y en este paso estuvimos toda la tarde, habiendo ya cerrado la noche cuando se acabó de pasar las chalupas. Navegué este dia al SO ¼ S corregido 3 millas de distancia, y el viento estuvo al SO fresco. DIA 25. Al salir el sol me puse en camino, estando el viento al SO bastantemente fresco. A las 11 del dia, llevando la chalupa _San Francisco_ á la sirga, á menos de medio palo de trinquete, pasando un parage de mucha corriente, lo rompió por la fogonadura: tal es la violencia que lleva el rio en estos pasos. Arrimé á tierra y se le hizo mecha nueva, y vuelto á arbolar, proseguí á las 3 de la tarde hasta el anochecer que me acampé en una isla, habiendo navegado al SO ¼ S 3½ millas de distancia. DIA 26. Al amanecer proseguí á la sirga con calma: á las 2 millas navegadas hallé un arroyo que entra al rio por la parte del S y viene del SE, pero no corre el agua por él, aunque es arroyo permanente: sus orillas están cubiertas de carrizo y junco, y algunos muy pocos y ruines sauces. Está cortado en muchas partes, y á trechos tiene pozos adonde está detenida el agua, y yo no sé como esta poca que tiene no está del todo seca, respecto á haber cinco meses que podemos decir que no llueve. Inmediato á su desague por la parte de abajo, y en la misma orilla del rio, hay un manantial de poca y buena agua. Seguiendo el rio aguas arriba, á distancia de 600 varas de la boca de dicho arroyo por la banda del S, hay un manantial que despide el agua bastante separada á la barranca por donde sale. La barranca es alta y tajada al rio, tendrá cómo 20 varas de altura de greda, y sobre ella como 15 de cascajo, polvo y arena, (que es la materia de que se componen estos campos). Por esta division de greda y cascajo sale esta gran fuente impetuosamente, y despidiendo de la barranca hácia el rio un caño de agua del grueso del brazo de un hombre robusto. La agua, en comparacion de la del rio, es sumamente gruesa, pero es agua potable, y á mi parecer como la de las fuentes de San José. Fueron bastantes los malos pasos que tuve que pasar, pero me queda uno para mañana que no sé como salir de él. Navegué este dia al SO ¼ al S 3 millas de distancia. DIA 27. Esta mañana pasé á fuerza de aparejos, y alijando las chalupas. A las 10 de la mañana se llamó el viento al ENE bastante fresco, y con él hubiera hecho un buen dia de camino si el rio estuviera algo crecido: pero á las 2 de la tarde se me presentó otro parage que pasar, que me fué preciso alijar las chalupas. Alas 5 me acampé, por haber llegado á otro que no tiene mas que palmo y medio de agua, en el cual se tardará bastante tiempo para pasarlo: aquí se parte el rio en cuatro, y por ninguno se halla mejor proporcion para pasar que por dicho palmo y medio, y en donde me es indispensable descargar enteramente las chalupas. Navegué este dia al SO ¼ S 4 millas de distancia. DIA 28. Al amanecer se empezó la faena de descargar las chalupas y pasarlas, la cual se concluyó á las 4 de la tarde sin descanso alguno: á esta hora proseguí hasta una isla, á fin de dar en ella de comer á la gente, que dista de este paso 1,200 varas; y llegando á ella hallé otro salto que no tiene mas que palmo y medio de agua, lo que me precisó á quedarme á hacer noche, para de mañana emprender otra maniobra como la de hoy. La distancia navegada este dia es 1,200 varas al SO corregido. DIA 1.º DE MARZO. Al ser de dia, ya reconocido lo difícil de pasar las chalupas, por donde habia la mayor agua que llegaba á palmo y medio, determiné abrir paso nuevo, por donde no habia mas que medio palmo de agua, por parecerme mas fácil abril canal por este parage que descargar enteramente; porque ademas del tiempo que se tarda, siempre se quiebra y desperdicia sin remedio alguno algo de la carga y utensilios. Se empezó dicha faena, y á las 10 del dia ya tenia abierto el paso con picos, palas y azadas, por el cual se pudo conducir una porcion de agua que tenia 2½ palmos de profundidad: parage cómodo para dar los aparejos á las chalupas. A las 11 tuve pasado las embarcaciones. A las 2 de la tarde se me presentó otro, que fué preciso profundar el rio; pasé este, y me acampé en una isla en frente de una bajada que tienen los indios al rio, por una barranca alta que no cabe mas que una carreta. Navegué este dia al O ¼ SO corregido, 1½ millas de distancia. DIA 2. Esta mañana, registrando las chalupas por ver si hacían agua, (diligencia que se ha hecho de mañana, á mediodia y á la noche,) se halló cubiertos los planes de la San Francisco, y se le achicaron 60 balsas; y por no ser parage á propósito para descargarla, pasé un paso en el cual fué preciso emplear toda la gente á cada una de las chalupas para pasarle. Se llegó primero la San Francisco á parage cómodo para su descarga, registro y composicion, y volvió la gente en busca de la San Juan, habiéndose quedado 4 hombres en la chica: y á no ser esta casualidad, seguramente se hubiera ido á pique. Puse en egecucion inmediatamente su descarga, y se habian mojado como 4 quintales de pan[13]. A las 2 de la tarde ya la tenia á plan barrido y barada en tierra, y se puso á trabajar el carpintero y el calafate: se le halló rompido un pedazo considerable de la roda y quilla, y dos rombos en los pantoques, de los encontrones que llevó en las baradas con la fuerza de la corriente, y no sabemos si descubrirá mas obra. Navegué este dia al O corregido media milla de distancia. DIA 3. Este dia se prosiguió en la composicion de la chalupa. A las 11 del dia la eché al agua, y descubrió agua por tres partes mas de las compuestas, por cuya causa la volví á varar en tierra. A las 5 de la tarde la volví á echar al agua ya compuesta, y estanca se le metió la arboladura y alguna parte de su carga. Mandé esta mañana 4 hombres á descubrir, y vinieron á las 4½ de la tarde con sola la noticia de que el rio tiraba como al SE. El pan de la chalupa San Francisco casi todo está podrido, siendo este el último que se hizo ó que recibí en el potrero, conducido en las carretas por D. Juan Ignacio Perez. Desde que este pan se recibió continuamente se fué pudriendo, y estoy en que la mitad del que recibí en dicho parage, se habrá tirado al agua por podrido. Esta podredumbre y corrupcion es causada de haberlo hecho atropelladamente, sin dejarlo leudar ó fermentar para echarlo al horno, y de haberlo ahogado caliente despues de cocido, en parage adonde no estuviese bien estendido para que se enfriase, secase y ventilase. Muchas veces tengo advertido esto en el Rio Negro, y siempre que se hizo bizcocho para alguna expedicion á que yo estuviese comisionado, se hizo bueno, y nunca padeció el pan esta corrupcion, porque yo mismo cuidaba de que el pan se hiciese bajo las circunstancias referidas, y de otras que necesita, como son las de bien trabajado, &c. Y así el pan que tiene la chalupa San Juan, que es el que se hizo para venir á este reconocimiento, á cuya fábrica asistí, precaviendo lo dicho, está sano y muy bueno, teniendo ya 6 meses, y el que recibí en la Fortaleza de Villarino, desde que se recibió, sucesiva y continuamente se fué pudriendo, sin que pudiese siquiera aguantar un mes sin podrirse: y esto es lo que tiene el querer abultar y aparentar, sin haber solidez ni realidad, porque los 80 quintales de bizcocho suenan y abultan como tales, pero en la realidad no son tal vez 40.[14] DIA 4. Ayer y hoy se mantuve el viento al SO bastante fuerte: al amanecer se continuó la carga de la chalupa San Francisco, y concluida á las 8 de la mañana seguí mi viage, dando espias por no poder de otra suerte, respecto á la fuerza de la corriente y del viento. Navegué este dia media milla de distancia al OSO corregido á fuerza de espias, las que se rompieron bastantes veces por llevar arrastrando las embarcaciones por falta de agua, y ser mucha la velocidad de la corriente y la fuerza del viento. DIA 5. Amaneció con el viento al O duro, y proseguí mi viage á espia. A las 10 del dia hallé el rio algo mas navegable, que ya me habia hecho perder las esperanzas de navegarle, estando tan seco y descarnado como está en el dia: pues si continuase á media milla de distancia al dia, seria preciso 6 para caminar una legua, y para caminar 10 leguas 60 dias, y en este caso quien no desmayaria: pero ya hoy está el rio en otra forma, y Dios quiera que dure así hasta el fin. Navegué este dia al OSO 5° S 2½ millas de distancia, y aquí se arrima el rio á la barranca del S. DIA 6. Salí al amanecer á la espia, y fué tal la corriente y la tormenta de viento al SO, que no pude navegar mas que media milla al SO corregido. DIA 7. Al amanecer salí á la sirga, y continua el viento por el SO duro. En las descubiertas que se hacen, y permite la miseria de hallarnos sin un caballo, no se hallan otros terrenos que los referidos muchas veces: pues creo que si apostáran con los de las márgenes del Averno, ganarian en lo infeliz los del Rio Negro á aquellos. Despues de pasado el Diamante no se halla caza alguna, solo algunos patos y abutardas, (aunque estas ya desaparecieron): no hay guanacos, liebres ni gamas, hay tal cual paloma y tal cual perdiz chiquita, pero esto anda uno 4 ó 5 dias sin que se pueda ver una. Es evidente que jamas he pensado que cupiese en el globo tierra tan infeliz como la que contienen estos paises por encima de las barrancas del rio, y los llanos son cortos y bastante inferiores, ruines los sauces y todo malo: porque aun en las rinconadas, adonde hay llanura, ademas de ser arena, es de tan poco suelo, que á la media vara y á un palmo que se ahonde, se hallan chinos pelados, y esta es la causa de que ni sauce ni árbol alguno se crie, pues no tiene la tierra mas que esta delgada capa de arena. Navegué todo el dia, estando el viento al SO duro. A las 11 de la mañana hallé un salto, que aunque se han hecho las mas vivas diligencias, no fué posible pasarlo, y nos quedamos en medio. La navegacion de este dia fué al SO ¼ S media milla de distancia. DIA 8. Al amanecer proseguí la faena de pasar, para lo cual fué preciso desmontar un trecho considerable de sauces: á las 9 tuve ya en franquia las embarcaciones, y habiendo hallado el rio mejor que estos dias, aunque con el viento al OSO fresco, navegué todo el dia sin mayores embarazos. A las 2½ millas navegadas está el rio de una parte á otra lleno de grandes peñas, que no sin bastante dificultad pasé entre ellas. En este parage como media legua de distancia, hay por la orilla del S muy buena piedra blanca y dura, que pudiera servir para edificios: á cosa de 500 varas de las grandes piedras del rio hay un salto de furiosa corriente, en el cual pasa el rio por encima de un enladrillado de piedras blancas, que parece una rambla hecha á mano: la piedra parece labrada y muy igual. Navegué este dia al SO 8° ó 4 millas de distancia. DIA 9. Al ser de dia continué á la sirga con viento OSO. A la 1½ de la mañana se adelantaron los maestros carpintero y calafate, y hallaron unos árboles de manzanas: cargaron de su fruta, y vinieron á encontrar las chalupas. Hice alto en este parage, y fueron á tomar manzanas todos los marineros, que vinieron cargados de solo un árbol, porque los demas ya no las tenian, y algunas que habia en otro árbol eran sumamente dulces y de esquisito gusto: las del que tenia muchas que casi llegaban sus ramas con el peso al suelo, eran algo agrias, pero muy jugosas y gustosas. Esto me hace juzgar, que los indios que estuvieron en este sitio habrá 15 ó 20 dias, se las habrian quitado á los árboles de mejor calidad, dejando estas, porque aun ahora son agrias, y entonces como estaban mas verdes, estarian mucho mas desagradables al paladar. Pasé á ver los dichos manzanos, y conté 12 muy viciosos y de bastante tamaño, cuyo grandor se puede considerar de haber cargado de uno solo todos los marineros. Hoy se hallaron, ó descubrieron escorbutos, el proel de la chalupa San Francisco, Andres Goytia, y el marinero de dicha, Miguel Urruti; y han venido bien las manzanas, pues aquí no hay otro socorro para este ni otros males, por no haberse embarcado dietas, medicinas, ni facultativo proporcionado á una expedicion como esta[15]. Navegué este dia una milla de distancia al O corregido. DIA 10. Al salir el sol proseguí mi viage con viento al OSO fresco, á espia y sirga, y siempre arrimado á las barrancas del S. A mediodia llegué á un parage, en el cual emplee toda la tarde preparando las espias y proporcionando pasage para las embarcaciones, y al fin me quedé á medio paso por haberse cerrado la noche: toda la tarde estuvo la gente desnuda en el agua que está sumamente fria, por estar los vientos tan fuertes y crudos como en el rigor del invierno. Navegué este dia al SO corregido una milla de distancia. DIA 11. Al salir el sol se empezó la faena de pasar las embarcaciones: el viento fuerte y crudísimo por el OSO: se me rompieron diversas veces las espias: toda la gente desnuda y metida en el agua: la corriente tan fuerte como puede llevar la canal del mas violento molino: á esto se agragaba la mala calidad de los cabos, y los viejos y cansados de trabajar, que á cada instante se rompian, por lo que me ví precisado á abrir canal con barras, palas, picos y azadas, alijando las chalupas. A las 5½ tuve ya pasado las embarcaciones de este paso, pero para mañana quedan dos en menos de un cuarto de legua, y siguen los vientos fuertes y contrarios, los que nunca experimenté tan duraderos en la costa patagónica, ni en las Islas Malvinas. El rio se vá separando de la Cordillera considerablemente, de modo que ya no se vén mas que las puntas de sus eminencias. DIA 12. Al salir el sol salí á pasar el primer paso, en el que fué preciso descargar las embarcaciones á mediodia, y pasadas seguí al otro, en el cual se hizo la misma faena, que duró hasta la noche. Hoy mataron los marineros una yegua que hallaron, y ya tienen para un dia carne fresca. Hoy se avistó una cordillera de cerros altísimos en la Cordillera; tan cubiertos de nieve, que estaban tan blancos que no se veia en ellos siquiera una mancha de otro color. Navegué este dia al SO corregido una cuarta legua de distancia. DIA 13. Al amanecer proseguí á la sirga con viento O. A las 12 me fué preciso descargar las chalupas, para pasarlas por dos palmos de agua: ya pasadas proseguí hasta un codillo, adonde dá el rio vuelta como al SE, en cuyo parage llegan á juntarse las barrancas con las orillas del rio, y ya no son barrancas sino cerros de pura piedra tosca. Navegué este dia al SO corregido 2½ millas de distancia. DIA 14. Al salir el sol proseguí á la sirga con viento O, y entré en la cerrania, que ya aquí no son barrancas sino cerros de los albardones que salen de la Cordillera, y en uno de ellos he visto hoy el primer guanaco que se vió este viage. A las 7 de la mañana salí sobre los cerros mas altos, y no sin bastante riesgo, porque ademas de ser muy penoso el subir á ellos, por ser preciso subir á gatas, por lo perpendiculares, es el compuesto de ellos de pura piedra cimentada sobre polvo, que á cada paso se desmorona; y hay peñasco que, apenas se le toca, baja rodando por aquellos rios, de modo que causa admiracion ver rodar aquellos promontorios, y la facilidad que tienen en separarse los unos de los otros, y de largar sus cimientos: y es cierto que si fuera por intereses propios mios, por 50,000 pesos no volveria á la eminencia adonde estuve, á cuya subida pudo obligarme el servicio del Rey. De lo alto de este gran cerro se vé la Cordillera, y reconocí con toda certeza y comodidad el Cerro de la Imperial, que há muchos dias que se ha visto: es blanco solo, y todo cubierto de nieve, y sobresale por encima de toda la Cordillera. Este cerro me demora al NO corregido á distancia de 15 leguas, y lo mas alto de la Cordillera dista 10 leguas, que asimismo está cubierta de nieve, pero hay parages que no la tiene, pero el Cerro de la Imperial es toda su superficie nieve. Con dos horas de noche pude arrimar á tierra, y hasta esta hora tuve la gente en el agua desde las 3 de la tarde, con un frio insoportable, pasando un parage de admirable rapidez: y estos son los que me atrasan y han atrasado por estar el rio tan bajo como está, que á no ser esto, dias há que estuviera en Valdivia. Navegué este dia al S ¼ SO corregido 2 millas de distancia. Hoy tengo 7 marineros enfermos que me hacen notable falta. DIA 15. A las 5¼ de la mañana proseguí á la sirga con viento S flojo, y habiendo andado una milla al S corregido, he visto por la parte del O una hondonada grande: pasé á reconocerla sospechando arroyo en ella, y llegado, hallé un arroyo de corto caudal con el agua clara y de buen gusto. Este arroyo viene del O y baja de la Cordillera: 4 ó 6 varas del Rio Negro pasa por debajo de arena y entra en él, por cuyo motivo no se vé la boca. La cañada por donde baja es muy ancha y profunda, y se conoce que sus avenidas son bastante crecidas, y por tiempo de invierno traerá dos brazas de agua de profundidad. Desde este arroyo no sigue el camino de los indios la márgen del Rio Negro, sino la de dicho arroyo, conociéndose en lo trillado, que hay bastante pasage de gentes por orilla: pero los indios que ván delante, conduciendo el ganado á Valdivia, no llegaron á él, y tomaron el camino al O, una milla antes de llegar á él, acaso cortando á la Cordillera, Laguna de Huechum, ó al mismo arroyo por acortar camino. Esta tarde llegué ya á la serrania que es inaccesible, toda la piedra sólida, pues hay muchos cerros sin otro compuesto: y no se piense que son cerritos sino cerros, ó mas bien peñascos de admirable altura y de leguas de largo. Al anochecer me acampé á la banda del O del rio, y de la parte del oriente le entra un arroyo chico que viene del E. Navegué este dia al SSE 5° S corregido, 4½ millas de distancia, estando el viento al O fresco. En este sitio ya se acabaron los sauces, si mas adentro no se hallan, y desde el Choelechel hasta este parage van siempre disminuyendo en cantidad y tamaño, de modo que los últimos no sirven para nada, y aquí se acabaron. Desde que se pasa el Diamante, y aun desde el Choelechel se vá escaseando la caza: pero aquí y adentro de la Cordillera, ni aun aves de rapiña hay; á lo menos entre estos cerros de pura piedra, solo que adentro haya algunos valles que pueda haberla. Esta vuelta que dá el rio sobre el segundo cuadrante, me aleja bastante de donde considero la laguna de _Huechum-leuquen_, y aun de Valdivia, pues me hallo mas al S de aquella plaza: que si el rio siguiera siempre al O, dias há que tuviera cumplido, pues el Cerro de la Imperial, que está sobre la mar del S, distaba ayer á mediodia de mí 15 leguas, segun las demarcaciones que le hice, su latitud y longitud, y la en que me hallo. DIA 16. Al salir el sol me hice á la vela con viento O fresco: navegué todo el dia por entre la serrania, pero habiendo refrescado el viento, de modo que apenas lo podian resistir las embarcaciones, ha sido tal la fuerza de la corriente, que ha sido preciso llevar toda la gente en tierra con la sirga, y en muchos parages dar espias; las que, no obstante el viento, hubo parage adonde se rompieron. Hoy se vieron 3 guanacos, y por las sierras vecinas, adonde subí para reconocer y divisar, hallé bastante pisoteo de ellos, por lo que se conoce que habrá en estas sierras abundancia de dichos animales: y causa bastante admiracion el ver como suben por estos peñascos de tan extraordinaria altura, y casi perpendiculares al centro, pues es mucho mayor su altura que la base. Navegué este dia al SSE corregido 3 millas de distancia, pero forma el rio muchas vueltas entre estos cerros. DIA 17. A las 6 de la mañana me hice á la vela y sirga, con viento NNE fresco que ayudó mucho á vencer la violenta corriente de este rio. A mediodia se halló una rama de manzano seca, y un tronco de madera que no se cria de su especie desde la entrada de este rio en el océano hasta este sitio. A mi me parece que es _alerce_, de cuya madera abunda la Cordillera por frente de Chiloé, pues de allí se conduce en bastante porcion á Lima hechas tablas, y cuestan en aquel puerto 2 reales cada una. Hice cortar este tronquito del largo de 4 pulgadas, y embarcarlo en la chalupa. Esta madera en las cercanias de Chiloé es tan abundante por las faldas de la Cordillera, que D. José Otolaza hizo una fragata en Chiloé, toda de ella, y los palos enterizos de una pieza, y no hay que pensar que fuese chica, pues cargaba de 10 á 12,000 fanegas de trigo: cuya fragata se compró en Lima de cuenta de la Real Hacienda, y por el tronco que hoy hallé en la orilla de este rio, presumo que por sus orillas habrá de la misma madera en la Cordillera y al oriente de ella. Este dia, con ser el viento fresco y favorable, no fué posible navegar mas que 3½ millas de distancia al S corregido: pero hace muchos codillos y vueltas el rio por entre esta serrania de piedra. DIA 18. Salí de mañana, deseando llegar á donde terminen estos despeñaderos y serranias, pues en ellas es poco menos que imposible el vencer la precipitada corriente de este rio, si bien que hasta ahora se vá hallando suficiente fondo para las chalupas. A una legua navegada al S ¼ SE corregido, hallé 6 balsas de palos secos, 5 fogones, y vestigios de haber pasado indios con caballada el rio: de un lado á otro habrá como diez á doce dias. Me quedé admirado al ver el rastro por la aspereza de las sierras, pero examinando por donde podrian bajar al rio, hallé una cañada estrecha y única entre esta sierra, por donde habian bajado. Navegué este dia al S ¼ SE corregido 4 millas de distancia. DIA 19. Al salir el sol proseguí mi viage con viento OSO fresco y á la sirga. A las 8½ hallé una furia de corriente, y tan rápida, que dando los mejores cabos de espias, todos faltaron, y no tuve otro arbitrio que atracar á tierra adonde descorché el calabrote, y volviendo á corchar y hacer járcia proporcionada para pasar este parage, me llevó el resto del dia esta faena, y pude pasar las embarcaciones, habiendo navegado al SE una milla de distancia, y observé el sol en 40° 2′ de latitud S. DIA 20. Al salir el sol proseguí á la sirga, hasta las 8 de la mañana que llegué á un despeñadero de agua con poco fondo, y la corriente tan viva que estuve para pasarle hasta las 2 de la tarde, y á las 4 de la tarde hallé otro menos malo de pasar, que me detuvo hasta las 7½ de la noche, á cuya hora me acampé. Navegué este dia al SO corregido una milla: el viento estuvo al OSO bonancible. DIA 21. Al salir el sol proseguí tendiendo espias, y á la sirga. A las 9 de la mañana hallé un palo de 3½ varas de largo, y palmo y medio de diámetro, labrado por dos lados á lo largo con una mala acha ú otro instrumento, como azuela mal afilada; y en los extremos tenia al rededor dos incisiones que penetraban como dos pulgadas: cuyas circunstancias me inducen á presumir, que sea, ó fuese hecho para balsa, de las que gastan los indios para barquear en la laguna de _Huechum-lauquen_, y que precisamente habrá de esta madera á la orilla de este rio. A mí me parece _alerce_, pero el marinero Bartolomé de Peña, sugeto entre nosotros el mas instruido en las producciones de la Cordillera, Chiloé, Valdivia, Chile, Penco, Lima, y campos de la costa del S, afirma que esta madera se llama _luma_ en Valdivia. A mediodia hallé vestigios de haber estado algunos indios 10 ó 12 dias há, en un potrerito chico que tiene el rio por la parte del N, y así sucede en todos, porque no hay rincon por chico que sea á la orilla del rio, como tenga algun pasto, que no esté trillado y pisoteado de ellos. Dejo de referir los trabajos que costó el dia de hoy el vencer la dificultosa navegacion que se hizo, por no acordarme con mas viveza, refiriéndola, porque ya casi me tiene apurado el sufrimiento, y aun la idea de como he de navegar en muchas partes, pues á cada paso es preciso valerse de ideas nuevas, y distintas invenciones de las pasadas. Navegué este dia al S ¼ SO 3 millas de distancia, por entre esta serrania, ó grandes promontorios de piedra. DIA 22. Al salir el sol continué mi navegacion con los estorbos de siempre. A mediodia hallé un arroyito que viene del S, y entra por esta parte al rio principal: tiene muy poca agua en pozos, y corre muy poco, viene por una cañada muy profunda por entre las sierras. Al ponerse el sol, vió el carpintero una persona en la orilla del rio á la parte del N, del cual no hizo mayor aprecio, creyendo que fuese alguno de las chalupas que se hubiese adelantado á reconocer. Navegué este dia al SO ¼ S corregido 3 millas de distancia, y en este sitio tenemos lo mas elevado de la Cordillera á la vista, y el rio parece que sigue derecho al SO 5° O de la aguja, y esta tiene 20° O de variacion al NE. DIA 23. Al salir el sol proseguí navegando con viento ENE, pero fueron los parages de poca agua, y por donde se precipita tan continuos, que con todo de haberme sido el viento favorable, no pude navegar mas que 2½ millas de distancia al OSO corregido. A mediodia hallé un palo de pino de 3½ varas de largo y 1½ pulgadas de diametro, por partes quemado: hice cortar un pedazo y lo embarqué. Asimismo hallé un fogon á la banda del S, en el que se habia hecho fuego pocos dias há. A las 7 de la noche me acampé. DIA 24. Continué luego que amaneció con viento NNE fresco. A mediodia hallé 16 fogones en un potrero á la parte del S, que parecia haber estado los indios en él como 3 ó 4 dias, pero bastante gente, caballada y ovejas: á la parte del N, hallé á las 2 de la tarde un palo seco que no hubo quien le conociese: este tenia 2 varas de largo, y un geme de diametro. A las 6½ me acampé, habiendo navegado al OSO corregido 4 millas de distancia, y esto por ser el viento tan favorable y fuerte, pues á no ser esto es cierto que no hubiera navegado la mitad de la distancia. DIA 25. Salí al amanecer, continuando la casi imposible navegacion de este rio por entre la serrania, hasta la noche que me acampé en una isla, á donde me parece se parte el rio en dos: uno viene del SO y otro del NO, y pienso empezar mañana con el bote á reconocerlos; y en este tiempo tiene la gente lugar de lavar su ropa y afeitarse, que vá para cuatro semanas que no hubo lugar de hacer ninguna de estas diligencias. Toda ponderacion es corta, para demostrar y hacer ver la corriente de este rio: pero bastará el decir que 15 hombres de los mas esforzados de esta expedicion, no pudieron pasar el bote en una corriente que fué preciso pasar, y ha sido menester mandar mas gente que le ayudase, y esto que todos estaban á pie firme tirando de la sirga, siendo así que es un juguete de solos 8 codos de quilla y 2 cuartas, y 23 pies de manga, sin llevar otra carga que 160 brazas de cabo para espia. Navegué este dia al O corregido 3 millas de distancia, en cuyo punto me hallo de 5 á 6 leguas de la Cordillera, cuchilla ó eminencia que divide las aguas á la mar del S y á la del N. Esta cordillera, cuanto mas al S, vá pareciendo mas baja, y con mucha menos nieve que la que queda mas al N: hoy se acabó el pan de la chalupa San Francisco, que lo siento muchísimo, si bien hubiera durado mas si no fuera tan mal hecho, la harina de tan mala calidad y el mas inferior que he visto, hecho atropelladamente, y así se pudrió y enfermó la gente de escorbuto[16]. DIA 26. Al salir el sol, me fuí con el bote á reconocer el rio que entra en el principal por la parte del S, llevando conmigo al carpintero: entré en él, y lo navegué una legua aguas arriba en su orilla por la parte del oriente: hallé 5 fogones viejos y los pellejos de 2 caballos bayos llenos de paja, puestos cada uno sobre cuatro estacas, señal de haber enterrado allí algun cacique. Por esta misma parte se halló un freno, y hay mucha cantidad de maderas de las que conducen las avenidas: estas, pareciéndome de diversas calidades, como tambien al carpintero, y reconociéndolas de superior calidad para cuanto se intente hacer de ellas, é ignorando sus nombres, hice conducir algunas á donde están las otras embarcaciones, á fin de llevar un pedazo de cada calidad al establecimiento del Rio Negro. Estas maderas están ya de mucho tiempo amontonadas por las crecientes, pero sin embargo de ser tan viejas y podridas de las aguas y soles, se conoce su solidez, hermosura, fragancia de algunas, y lo dócil y faciles de trabajar y su duracion. Este rio viene del SO con mucha rapidez, por un canal profundo y angosto, tiene algunas islas con muy pocos y ruines sauces: la tierra de sus márgenes es infelicisima, pues no es mas que arena y guijarros, y están tan áridos y secos estos campos que causan tristeza, sin caza ni especie alguna de frutos. En el confluente de estos dos rios hay una chica isla, que es adonde me acampé, y la circunda la mayor parte del rio principal, junto con el que viene del S. Este rio es del tamaño del Diamante: su agua clara y muy fina: la calidad del fondo es la misma que la del rio principal, que son piedras redondas y lisas, siendo las mayores del peso de una arroba poco mas ó menos. La separacion de este rio me hace mas dificultosa la navegacion del rio principal. Aunque los indios dicen que en la separacion de estos rios hay manzanas, yo no las hallo, ni me parecen las tierras capaces de producirlas, pero puede que mas arriba las haya: lo que si se evidencia es el haber maderas buenas en él, por las que tienen las crecientes acopiadas por sus orillas y algunas derribadas con hacha, y que pasan de media vara de diametro, y es cierto que me parecen estas maderas muy buenas para obras, edificios, embarcaciones y arboladuras. Este rio tiene en su desague 200 varas de ancho, 5 pies de profundidad, y su velocidad es de 8 millas marítimas por hora, pero así este rio como todos aumentan ó disminuyan su profundidad, segun la mayor ó menor rapidez de su corriente. Volví á bordo de las chalupas, para seguir el reconocimiento del principal rio. DIA 27. Al salir el sol proseguí por el rio principal mi reconocimiento, y en la boca del rio del S, se halló á la orilla una manzana venida por dicho rio: era de buena calidad, gustosa y dulce. Asimismo se halló otra á la orilla del rio principal por la parte del N, en la isla que este forma al juntarse con el del S. En esta isla hallé tres manzanos, uno de ellos tenia dos manzanas, otro una, y el otro nada. Esta isla tiene 1½ millas de largo por el rio principal, compuesta de chinos y arena, y me admiré de haber hallado manzanos en tierra tan infeliz. Navegué este dia al O ¼ NO 3 millas de distancia. DIA 28. Esta mañana proseguí á la espia y sirga todo el dia por despeñadero de corriente; se rompieron muchas veces los cabos, y estuvieron las chalupas bien cerca de deshacerse y estrellarse contra los peñascos que hay en el rio, llevadas de la violentisima corriente cuando faltan los cabos. Se trabajó sin cesar hasta las 8½ de la noche, sin salir la gente del agua por llevar las embarcaciones á parage proporcionado para orillar á tierra, y á dicha hora se acabaron de asegurar para pasar la noche. En este sitio se separan las barrancas del rio, y entre ellas hay alguna llanura baja é islas, que cuando el rio esté algo crecido las baña, pero de infeliz tierra, ó mas bien de arena y piedras y poco pasto. Las barrancas y cerros ya no son tan altos como los pasados, y por encima parece llano todo hasta la Cordillera, que está cubierta de nieve, la cual dista de este sitio al O corregido 3½ leguas de distancia. Navegué este dia al ONO corregido 1 milla de distancia. DIA 29. Seguí este dia desde el amanecer hasta las 7½ de la noche, y conseguí navegar 2 millas de distancia al NNO 5° N. Esta mañana salió el carpintero á descubrir por sobre los cerros, y volvió á la tarde con la noticia de dos rios, uno que se entraba inmediatamente en la Cordillera, y el otro que venia del N. Estos me presumo, segun las noticias de los indios, que el primero es el Rio Negro, y el segundo el que viene de _Huechum-lauquen_. Hoy se vieron dos perros á la parte del S, uno por la mañana, y otro por la tarde. Desde la una de la tarde hasta la noche hizo la chalupa San Juan 30 canecas de agua. DIA 30. Al salir el sol proseguí mi navegacion á la sirga, remolcando con toda la gente una embarcacion algun trecho, y volviendo en busca de la otra, y hasta el botecillo necesita de 10, 12 y 15, y á veces 20 hombres para arrancarlo de la coriente. A mediodia se halló una manzana á la orilla del rio, ya mordida de boca humana: á la parte del S por una llanura corta, pasa un camino ancho y muy trillado, por el cual poco tiempo há que pasó bastante caballada. Al ponerse el sol llegué á la boca del rio, que viene del SO faldeando la Cordillera: pasé á reconocerle, pero por ser muy tarde no pude informarme bien de sus circunstancias, por lo que dejo su descripcion para mañana que pienso examinarlo. Navegué este dia al NNO 5° N 2½ millas de distancia: hoy se hallaron en las playas abundancia de cáscaras de piñas traidas de las aguas. DIA 31. Pasé á reconocer el rio que viene del SO, y mandé 8 hombres armados á reconocer la campaña. Este rio viene de adentro de la Cordillera con rápida corriente: tiene muchas chicas islas pobladas de pequeños árboles de sauces y _chacay_, y por ellas es dividido el rio en diversos arroyuelos de poco caudal. Desagua por ocho bocas, por lo que se hace imposible su navegacion, aunque sea con la embarcacion mas chica: por la parte del S le entra, una legua distante de su desague, un arroyo chiquito, pobladas sus orillas de algunos arbolitos de _chacay_, y es de tan poco caudal que en diversas partes se corta. El fondo del rio, adonde entra este chico, es de piedras redondas, y á sus orillas tocando en el agua peñascos bien grandes: las tierras de sus márgenes son infelicísimas, ó mas bien diremos que no es tierra, sino altísimos cerros de piedra viva, y en algunos cortos rincones llanos, arena y piedras redondas, y solo en el rincon que hace este rio con el de _Huechum_, se halla un pedacito de buena tierra, que puede llevar hasta 8 fanegas de trigo de sembradura. Entre las piedras y arena se crian algunos navos, y hay en estas infelices llanadas pasto crecido, pero seco y raro. Por dicho rio arriba dista la eminencia nevada de la Cordillera, de su desague en el de _Huechum_ dos leguas, y lo mismo dista de las embarcaciones, pues están en su boca fondeadas. A mediodia vinieron los descubridores, y entre ellos el patron Francisco Urristi y el calafate Ignacio Dominguez, sin mas noticia que la de ser el terreno, desde lo alto de la sierra que cae á la orilla del rio hasta el cerro de la Imperial, todo llano, y que dicho cerro en línea recta distaria á lo sumo de nosotros 7 leguas: que lo vieron muy claro, (porque suele estar cubierto de nieve) y todo blanco cubierto de nieve. Este cerro en mi juicio es el que dicen los indios que tiene á su falda muchas manzanas, porque yo no hallo otro, y en el Cerro de la Imperial, por el rio que baja de dicho cerro por el nombrado _Biobio_, y otros que se juntan con él y desaguan en la Concepcion de Penco, es cierto que hay muchísima de dicha fruta, como asimismo por el rio de Valdivia. Estos indios me han dicho diversas veces en el establecimiento del Rio Negro, que en el parage de las manzanas está la mar; y esta es otra razon que me fuerza á creer, que el parage que ellos dicen que hay tanta abundancia de dicha fruta, es del otro lado de la Cordillera; y esto conviene y se ajusta bien á la razon, porque desde lo alto de la Cordillera se vé bien la mar del S, que por partes mediarán 8 leguas entre una y otra, y cayendo á los llanos de Valdivia mejor la verán. A las 2 de la tarde seguí por el Rio de _Huechum_, y aun la chalupa San Juan hacia bastante agua: era mi intencion seguir hasta la Laguna del Límite, y en cuanto registraba á aquellos campos, y el camino de Valdivia, frutos y maderas de una y otra parte de la Cordillera, ponerla en carena por no perder tiempo, pues los víveres no me dan lugar á detenciones: pero ya á puestas del sol, pasando una fuerte corriente adonde habia poco fondo, aumentó de tal suerte el agua, que está haciendo 90 baldes por hora, cuyo acaecimiento me forzó á poner continuamente dos hombres achicando, que se mudan de hora en hora, y me fuerza á buscar mañana parage proporcionado para carenarla, que me sirve de bastante sentimiento. Navegué esta tarde al N corregido 1½ millas de distancia. DIA 1.º DE ABRIL. Al amanecer me puse en camino, (y siempre dos hombres achicando agua de la chalupa, que apenas podian dar abasto á echar afuera la que entraba), á buscar parage proporcionado para carenarla. En el espacio de 1,000 varas al NO, pasé dos despeñaderos de corriente y poca agua, y en uno de ellos fué preciso ponerle 15 hombres al bote vacio para poder pasarlo. Se me presentó otro paso que no me es posible pasarlo en la conformidad que está la chalupa, y por esto arrimé á una playa, que, aunque no es muy suficiente, la varé en ella. A la una de la tarde ya la tenia toda en tierra, pero me faltó el moton del amante, y varias veces las tiras de los aparejos. Se reconoció por los maestros carpinteros y calafate, y se halló por cuatro partes la quilla rompida, varios astillazos en las tablas del fondo, la quilla torcida, y por último he visto que necesitaba una carena, que aquí de ningun modo puede hacerse, así por la falta de útiles, como por el tiempo que me falta para navegar, por estar ya muy destituido de víveres, y en estas descargas se desperdician sin que pueda remediarse. En esta atencion y en la de que tengo intentado llegar á la Laguna de _Huechum-lauquen_ (siendo por mí su nombre propio la _Deseada_), á tiempo que pueda pasar, ó mandar chasque á Valdivia, para que de allí me socorran y auxilien con víveres para finalizar, y examinar hasta lo último el conocimiento de estos rios y del Diamante; pues emprendiendo su navegacion en las crecientes, no tengo duda en llegar á Mendoza, mandé se compusiese lo preciso hasta llegar á la expresada laguna: se trabajó en ella toda la tarde, habiendo puesto toda la carga en tierra[17]. Registramos el terreno lo que pude á pié: hallo que no solo es incapaz de producir manzanas fuera de la orilla del rio, sino que no puede criarse en él planta alguna, como con efecto no se crie; pues la planta de mayor altura, de las muy raras que hay en él, asciende á una cuarta y media, y tal cual mata de pasto que hay, es una especie de fieltro seco, que me parece no comerán los animales; esto es en aquellas grietas de los peñazcos, y en lo llano que vá desde lo alto de estos cerros, hasta el Cerro de la Imperial, lo que se vé y es perceptible contiene la expresada miseria, siendo la tierra un compuesto de polvo, piedra y arena. DIA 2. Se prosiguió la carena de la chalupa, y se le halló la quilla separada de los maderos, por falta de no estar suficientemente clavada y empernada, que es la única causa por que tengo este atraso: pues aunque está la quilla rompida y astillada por diversas partes, por ninguna hacia agua de consideracion, ni que mereciese la pena de vararla: pero los carpinteros del Rio Negro, como han estado sin ser subordinados de capitan de maestranza, que debia egercer como tal el facultativo que estuviese allí, á quien correspondiese el mando de la maestranza, interviniendo en los gastos y consumos que se hacen pertenecientes á marina, han hecho las obras á medida de su deseo. Tal es esta chalupa, y otras obras que no han tenido otro director que la misma maestranza: así se consumieron, cuando se armó esta chalupa, muchos jornales inútiles y aun perjudiciales; pues habiendo venido de Buenos Aires hecha y arreglada por aquel maestro mayor, en el Rio Negro se le realzó mas de un palmo, se le puso cubierta, y por último se echó á perder, y tanto que no me atrevi á llevarla al Colorado, y llevé la San Francisco, siendo mucho menor. En esta enmienda que hizo la maestranza del Rio Negro, se consumieron jornales, tablazon, clavazon, estopa, brea y lonas, cuyos útiles hicieron despues falta, y para venir á esta expedicion fué preciso volverla á poner en los mismos términos en que vino de Buenos Aires, perdiéndose toda aquella obra que fabricó la ignorancia del Rio Negro, y quedó de las mejores propiedades: de suerte que no conozco otra embarcacion de su porte tan buena aquí ni en el Rio de la Plata, despues que se le quitó lo superfluo[18]. Con motivo de la descarga de esta chalupa, se registró todo el bizcocho, que se halló sano y hermoso, habiendo ya 7 meses que está hecho, tal fué el cuidado que tuve con los panaderos en el Rio Negro cuando lo hicieron: y el que se me remitió ni Choelechel en la fortaleza de Villarino, fresco y acabado de hacer, al mes y medio ya estaba podrido considerable porcion; y tanto, que hago juicio que se me pudrió mas de la tercia parte: tal lo han fabricado en aquel establecimiento á prisa sin lindarse ni repasarse. Esto sirve de tanto perjuicio que atrasa dos meses, porque si hubiese sido bien hecho y se hubiese tratado con aquel celo, eficacia y amor que se requiere, tendria víveres ahora la expedicion para dos meses mas, y nunca en mejor proporcion de descubrir, por hallarme en la Cordillera y tan cerca de Valdivia, en las bocas de los tres rios que nos dicen los indios: y si á esto se añadiese el tener caballos, mucho se podria hacer. Esta mañana salieron á reconocer el campo Bartolomé de Peña y Miguel Ignacio Salazar: volvieron con la noticia de haber visto la laguna de _Huechum_, aunque confusamente, la que dicen distará seis leguas de nosotros: el campo por donde fueron que está quemado de fresco, pampa llana, y que hallaron rastro fresquito de dos ginetes. A las 4½ eché la chalupa al agua, ya compuesta y estanca. A las 7 de la noche tenia ya á bordo todos los víveres, y mandé deshacer una tienda de campaña inútil para poner por abajo del bizcocho, á plan de la chalupa, y acomodados los víveres, proseguí de noche metiendo la artilleria y demas útiles á bordo. A las 8 tuve arbolado y embarcado todo, menos algunas cosas de poca consideracion, y mandé la gente á cenar y descanzar. DIA 3. Al salir el sol ya tenia embarcado el resto que me quedó de anoche sin embarcar, y seguí mi navegacion con viento NNE á la sirga y espias, adonde eran necesarias, viendo solo riscos y peñascos, míseros y estériles campos. A las 12 del dia llegué á vista de un cerro, que si no supiera que estas tierras estaban habitadas solo por salvages, creeria firmisimamente, que en él estaba un castillo con dos baluartes al rio con ocho cañones montados. Son varias las figuras que hace esta serrania, pero ninguna mas bien representada que esta. Navegué este dia al NNO corregido 3 millas de distancia. DIA 4. Al salir el sol continué mi viage con los trabajos de siempre. A medio dia llegué á un parage que se divide el rio en tres partes, en el cual hay 4 islas: á la parte del N hay un regular potrero, ó llanada que tiene 2½ leguas cuadradas de extension: en las playas que hace el rio se hallaron abundantes cáscaras de piña: en la expresada llanura hallé bastantes fogones, y una manzana ya mordida, que regularmente la habrian arrojado por de mal gusto. Ya cerrada la noche me acampé en una isla, habiendo navegado este dia al NNE corregido 3½ millas de distancia. Hoy á mediodia se advirtió que San Antonio hacia mucha agua, por lo que lo hice descargar. A la una lo varé en tierra, y se le dió vuelta la quilla al sol, la cual tenia rompida, y todos los fondos maltratados: pero como la estacion ni los víveres me dán lugar á detenerme, procuré estancarle el agua con una breve y ligera composicion. A las 2½ de la tarde lo eché al agua, y á esta hora seguí rio arriba. Este bote muchos dias ha que lo hubiera remitido al establecimiento por inútil al reconocimiento, pero no puedo desprenderme de la gente que lo tripula, si bien que puede que me sirva en la laguna de _Huechum_, si llego á fondear las chalupas dentro, para barquear con él y tener la marineria segura. DIA 5. Al amanecer continué mi navegacion, y seguí con imponderable trabajo hasta las 4 de la tarde, que llegué á parage que no me fué posible proseguir, por serme preciso descargar las embarcaciones, y talvez abrir canal para pasar: para cuya faena se necesita mas tiempo que lo que resta hasta la noche; por este motivo arrimé á tierra, y me acampé, para de mañana emprender la expresada maniobra. Esta mañana hallé unos árboles parecidos al olivo, el color de esta madera es pajizo, no le he visto fruto ni semilla. A las 2 hallé un manzano, muy grande y hermoso, en una isla que tiene 3 millas de largo. Este árbol estaba sin manzanas, que ya los indios se habian apoderado de ellas, y aun de las que suelen caerse con los vientos poco sazonadas y secas: no habia ninguna debajo del árbol, siendo así que se conoce que cargó este año muchísimo de fruta, tal es el hambre que padecen los indios. Esta tarde, cuando atraqué á tierra, salió Fernando Mallo á reconocer sobre los cerros del S, y volvió á la noche con la noticia de haber visto tres caballos y una yegua: halló fogones adonde los indios habian estado con toldos, de cuyo sitio, dice, habrán salido ayer, y vió la Laguna del Límite, que dice confina con los cerros de la Cordillera. Navegué este dia 2½ millas al NNO. DIA 6. Al amanecer hice la descarga de las embarcaciones, y se empezó la faena de pasarlas: se condujo toda la carga, palos, vergas y demas utensilios por tierra bastante trecho, hasta donde podian estar en flote las chalupas: duró esta maniobra hasta mediodia que las tuve en disposicion de seguir viage: pero es fuerte cosa que á las 2 de la tarde me viese precisado á volver á descargar para pasar las chalupas por palmo y medio de agua, tal es la navegacion que sigo. Al anochecer tenia ya cargadas las embarcaciones, y seguí hasta hallar parage proporcionado para acamparme, que lo egecuté á las 8. En estos pasos y descarga, es adonde mas se rinde la gente, porque ya cansados de ir arrastrando por unas corrientes tan violentas las embarcaciones, llegan á estos parages, en los cuales ademas de tener que conducir los utensilios por tierra, se necesita hacer el mayor esfuerzo, porque todos los pasos de poca agua están á donde esta precipitadamente se despeña. Navegué este dia al N corregido 1½ millas de distancia, y salió apócrifa la noticia que dió ayer Francisco Mallo. DIA 7. Salí al amanecer, y á la media hora de navegacion fué preciso profundar el rio para pasar. A mediodia llegó una cuadrilla de indios y chinas por la parte del S, y no obstante estar nosotros de la del N, gritaron por Basilio, diciendo _Basilio Chulilaquin_. Mandé el bote para que trajese hasta cuatro que fueron los que se embarcaron: dos de estos son hijos de este cacique, y yo, deseando de informarme, los regalé con tabaco, aguardiente y algunas bujerias, y despaché á uno de estos para que avisase á su padre de como yo me hallaba en este sitio, y que viniese á verse conmigo, y trajese consigo la lenguaraza María Lopez, á quien le mandé un poco de tabaco, como tambien á _Chulilaquin_. El fin que yo llevaba, era el de poder por medio de la lenguaraza informarme de estos terrenos, la distancia á _Huechum_, ó Valdivia, las maderas, frutos y ganados: pasé el paso y seguí mi viage hasta la noche, en cuyo intermedio pasé otros dos pasos. A esta hora llegó _Chulilaquin_ con una porcion de indios: mandé el bote en su busca, y lo condujo con otros tres, que era la órden que llevaba. Uno de estos era el famoso ladron Jacinto que venia por lenguaraz: me disgustó la venida de este cacique por no haber traido la lenguaraza, pues Jacinto ni me entiende ni lo entiendo; pues no sabe hablar otra cosa que pedir aguardiente, yerba, tabaco y bizcocho. Molieron muchísimo, y al fin pude despacharlos ya tarde con un poco de yerba, aguardiente y tabaco. Chulilaquin y Jacinto trajeron cada uno una bolsita con docena y media de manzanas en cada una: las de la una bolsa chiquitas y agrias, las de la otra eran grandes y de buen gusto. Pesé dos de ellas, y pesaban cerca de 17 onzas, pero todas magulladas de traerlas á caballo, de modo que no se puede guardar ninguna. Los primeros indios trajeron cuatro bolsas para vender, llenas de esta fruta: yo le compré una por una limeta de aguardiente, á fin de apartar algunas para llevar al establecimiento; pero lo dudo por estar muy maltratadas. Un indio me vendió una bolsa llena por cuatro galletas: yo le daba tres, pero yo deseaba las manzanas, y el pan me hace mucha falta. Suelen estos indios regalar una manzana por mucha fineza, pero veo que hay abundancia. Preguntándole á los primeros indios por el parage llamado _Huechu-huchuen_, me dijeron que este mismo sitio tenia este nombre. Esta tarde se hallaron dos árboles, ó manzanos chicos á la parte del N, pero sin fruto. Como es tan fácil engañarse con las noticias de los indios, motivado de no entenderlos, ni ellos bien entenderme, no escribo aquí las noticias que me han dado hasta que pueda hallar lenguaráz, para por este medio escribirlas con mas verosimilitud ó certeza. Navegué este dia al N corregido una milla de distancia, y se toldaron las embarcaciones por algunas gotas de agua que caen. DIA 8. A las 12½ de la noche vino el indio Jacinto con otro, y un hijo de Chulilaquin pidiendo aguardiente: esto causó bastante alboroto en el campamento, porque estando los indios á la parte del S del rio, y nosotros á la parte del N, no se pensaba en que viniesen, y mas habiéndoles avisado que de noche no se llegasen á nosotros: pero ellos que continuamente piensan siniestramente, pasaron procurando averiguar el método que llevamos para guardarnos. Pero á poco les sale cara la prueba, que á no venir el hijo de Chulilaquin, de seguro pierden la vida, pero les reñí, les quité la botija y los despaché sin aguardiente. Al amanecer pasé el rio _Chulilaquin_ con veinte indios, y me pidió aguardiente, que le dí en la botija, y su muger me trajo unas cuantas manzanas, á quien regalé tabaco y algunas bujerias: luego se bebieron la botija de aguardiente y estuvieron importunísimos pidiendo mas, y asimismo pedian sombreros, bayetas y otras cosas, á cuyas pesadeses fué preciso armarme de toda paciencia y aguantar, porque tenia las embarcaciones paradas, y la gente cavando el rio para allanar paso para las chalupas. A mediodia pasé este penoso paso, y me fué preciso toldar por algunos chaparrones de agua que cayeron, y á este tiempo llegó María Lopez, y el hermano del capitan Chiquito. Esta me dijo que adonde ellos estaban que habrá 4 leguas de _Huechu-huechuen_, que las manzanas las traen del pié de la Cordillera en cargueros; que estos indios ni ella pueden dar razon de los cristianos que están de la otra parte del Cerro de la Imperial, por mediar entre aquellos pueblos y el _Huechu-huechum_ los indios Aucaces, enemigos acerrimos suyos: que tampoco estos indios iban á la laguna _Huechum_ por la misma razon, ni tampoco podian ir á los piñones, y solo sí se los comprában á algunos Aucaces, que se los traian á vender por pellejos, y otras cosas de que ellos carecian. Un indio me regaló unos 15 ó 16, que repartí entre las tripulaciones, que les cupo uno á cada tres individuos, y yo comí uno y guardé otro: son de bello gusto y mantenimiento, su tamaño es casi como el datil de Berberia, el gusto casi como los piñones de España: son blancos, la cáscara delgada, y si tuviese á esta hora abundancia de esta fruta, sin otros víveres pudiera seguir 4 meses mas el reconocimiento.[19] Otro indio trajo en una bolsita como 4 libras de dichos piñones, por los cuales queria dos frascos de aguardiente, y se volvió con ellos: dos indios, de los que vinieron con María Lopez, trajeron dos ovejas muertas de regalo, pero uno de ellos, porque no le dí sombrero, bujerias, yerba, tabaco y dos frascos de aguardiente, se la volvió á llevar; el otro la dejó por una botija de aguardiente, cuatro hilos de cuentas y una cuarta de yerba, la cual repartí entre la gente. El parage adonde estuvieron establecidos los cristianos, dice María Lopez, que es á la orilla del Rio de la Encarnacion, dos jornadas aguas arriba desde su desague en el rio principal. Seguí á pasar otro paso de poca agua que está muy inmediato, en el cual estuve hasta las 8 de la noche, y me acampé á la parte del N. _Chulilaquin_ se fué, y algunos indios; María Lopez con otros se acampó á la del S. Navegué este dia al NNO corregido un cuarto de legua de distancia, y con incesante trabajo. DIA 9. Amaneció lloviendo una lluvia blanda, de cuyo modo estuvo toda la noche: por este motivo se mantuvieron las embarcaciones toldadas. En este sitio bien de mañana vinieron los indios que estaban á la parte del S, entre ellos María Lopez: supe por ella que se hallaba aquí el cacique Francisco con su gente, y el desertor Miguel Benites, acompañados del cacique Miquiliña, y creo que de _Chulilaquin_ tambien. A mediodia llegó un indio ladino, el cual habiendo tenido noticia por la gente de Guchumpilqui de nuestra venida, habia ido rio abajo buscándonos: este trajo una oveja y unos piñones, le dí una botija de aguardiente, yerba y algunas frioleras mas. Me dijo que la laguna de _Huechum-lauquen_ distaba de aquí una jornada: que el Cerro de la Imperial quedaba á la parte del N de ella: que el _Huechu-huechuen_ era chico: que la tierra de los cristianos estaba cerca, pero que él no habia estado en la plaza; sí solo habia estado en una guardia, cuyo comandante se nombraba Manuel, pero que los Aucaces se hallaban poseyendo el intermedio de aquí á Valdivia, á los cuales compraban ellos pellejos de guanaco, trigo, maiz, habas, porotos, piñones y aun las manzanas, pero que llevando diez cristianos que le acompañasen, se determinaba á pasar la Cordillera para Valdivia: le dije que se informase bien de los Aucaces, y hallariamos en llegando á los toldos conocidos, chinas de las que seguian los toldos del cacique Francisco. Se fué el indio á las 4 de la tarde, encargado en buscar otros que lo acompañasen á Valdivia, porque no distando aquella plaza mas que tres jornadas del sitio en que me hallo, intento despachar á ella chasque por ver si me auxilian con víveres y cabos, para proseguir el reconocimiento de todos estos rios, principalmente el del Diamante, y el de la Encarnacion: y en este es á donde hubo la poblacion de españoles, cuya capilla y casas desmoronadas se hallan á su orilla dos jornadas distantes á la confluencia de dicho rio, con el Desaguadero. Dicen estos indios que poco há estuvieron allí cristianos que vinieron con barcos chicos, pero que se les rompieron, y que se han vuelto: por esto dicen que aquel rio tiene comunicacion con la mar del S, lo que es moralmente imposible: y sí lo que me parece, (siendo cierto lo que los indios dicen) que de Valdivia, ó mas bien de Chiloé, se intentaria el reconocimiento de este rio, habiendo construido las embarcaciones de este lado de la Cordillera; y esto se hace fácil por las infinitas maderas de que abundan las cordilleras de Chiloé. Asimismo dicen que es tierra fértil de mucha arboleda; que se crian batatas de extraordinario tamaño, y mucha manzana: y mas arriba que está el campo espeso de pinos y otros árboles. No me parecen apócrifas estas noticias, porque el marido de María Lopez se determina á llevarme á dicho sitio; pero quiere por la diligencia la paga que no tengo para darle. Anocheció lloviendo. DIA 10. Toda la noche se mantuvo lloviendo y tronando, y prosiguió la lluvia basto las 10 de la mañana, de modo que no fueron bastantes los toldos á que entrase considerable porcion de agua en las embarcaciones, que fué preciso estarla continuamente achicando: se mojaron los petates y toda la ropa de los marineros, y luego que aclaró, se pusieron á sacar estos y otros útiles. A las 5 de la tarde vino un indio con cuatro chinas, de las cuales la una era la _Cacica Vieja_, y la otra la lenguaraza Teresa. Trajeron dos bolsas de manzanas que repartieron á los marineros: les pregunté á qué venian, y dijeron que á ver, y que las mandaba el cacique Francisco. Les pregunté ¿porqué se habían venido del Choelechel, habiendo quedado conmigo en que me esperarian en aquel sitio, para desde allí mandar chasque al pueblo, y en trayendo la respuesta seguir juntos rio arriba?--Dijo que el marinero Miguel Benites les habia dicho que yo llevaba la determinacion de avanzarlos, y que esto lo habia dejado de hacer antes con Francisco, y algunos indios, porque los queria prender á todos con los toldos, caballos y todo lo que tuviesen, y que por esto habian huido precipitadamente de miedo, y que asimismo habian venido dos indios del Colorado, á decirles de parte del cacique Negro á Francisco que no se fiase de nosotros, pues traiamos intentado prenderle y matarle. Procuré como pude hacerle conocer lo contrario, y le dije, que respecto á que Miguel Benites estaba en poder de Francisco, que me lo trajese y viniese con él, y que veria como confesaba la mentira, con que los habia engañado, solo con el fin de casarse con la hija de Francisco, de quien se hallaba apasionado: y á esto se rien así estos como los _Chulilaquin_ y dicen que como le habian de dar á un esclavo la hija de un cacique! Los agasajé bastante y se quedaron á dormir, por tener los toldos (segun dicen) á la parte del N del rio, juntos con los del cacique Niquiliña, de donde salieron esta mañana temprano. Le hice otras preguntas tocantes al reconocimiento, cuyas respuestas dejo de escribir, las unas por poco verosímiles, y las otras porque ya las tengo apuntadas por informes antecedentes. Esta mañana apareció la Cordillera toda blanca de la nieve que cayó de noche. Anocheció con el viento al NE flojo, y los horizontes achuvascados. A las once, empezó á llover. DIA 11. Amaneció lloviendo: á las 10 de la mañana cesó un poco el agua, y seguí rio arriba. A las 500 varas de distancia descargué parte de la carga de las embarcaciones, para pasar un salto de poca agua; y aquí ayudó un indio de los de Francisco con su caballo, que contribuyó bastante á pasar. A las cuatro de la tarde hallé dos despeñaderos de corrientes seguidos, y de muy poca agua, y visto que no me llegaba el resto de la tarde para pasarlos, arrimé á tierra á la banda del N, para pasar la noche. A esta hora llegó la china Teresa, la _Cacica Vieja_, y otra con Benites se habia huido anoche con otro desertor de los acerradores, llamado Francisco, que habian robado dos caballos y el sable del cacique, y este indio con otros dos iban siguiendo el rastro en busca suya. Al anochecer llegó el indio, y dijo, que el rastro habia llegado cerca de nosotros, y que luego se habia vuelto para atras. El dicho Benites perdió las pistolas, porque habiéndole hallado una cuadrilla de Tehuelches lo corrieron, le dieron dos puñaladas en una espalda, se le disparó una pistola, y la bala le pasó un muslo, y por escaparse de la muerte se tiró al rio, y en él se le quedaron las pistolas. La navegacion de este dia fué de cuarto de legua al NO corregido. Anocheció con el viento al SSE flojo, y los horizontes achuvascados. A las diez de la noche empezó á garuar. Parece que Benites intentó sublevar todos los indios, porque así á los Guilliches como á los Tehuelches y Aucaces les dijo que nosotros teniamos intentado poner guardias y poblar el Choelechel, á fin de que estas naciones no pudiesen tener comunicacion con los campos de Buenos Aires, que es de donde se proveen de todos ganados, y esto es lo que mas sienten los indios: y verdaderamente si esta comunicacion les falta no tienen como vivir, y se verán precisados á domesticarse y reducirse, por esto dicen que están (los Aucaces particularmente) muy mal con nuestro reconocimiento, y por cuantos caminos halla su imaginacion, procuran saber á que fin es nuestra venida, y dicen que de ningun modo les puede ser á ellos útil. Estas conferencias celebradas entre ellos, las sé por los ladinos y ladinas que suelen venir á hablarnos, de quien procuro informarme, tomando para ello aquellas medidas que me parecen á propósito, segun me lo permite la cortedad de mi talento. Preguntándole los indios á algunos individuos de las tripulaciones, á qué veniamos, les respondieron que solo á buscar manzanas: y despues supe que en sus conferencias decian que no era posible, porque en la tierra de los cristianos habia de esta fruta, y que la podiamos conducir al Rio Negro en las embarcaciones mayores, sin pasar los trabajos que pasamos por este rio arriba. Dejo otras reflexiones que me han dicho que hacen los indios, hasta informarme mas bien de ellas; pero es cierto que lo que les hizo mas ruido fué la poblacion del Choelechel. Los campos que median entre el rio á donde me hallo, hasta la falda de la alta Cordillera Nevada, que tirando al OSO habrá dos leguas y media, y tirando al Cerro de la Imperial, ocho, son llanos, crian bastante pasto, sin maleza ni tomillo, y me parece que pueden llevar fruto, pues ya no se vé aquella esterilidad de las tierras antecedentes. DIA 12. Amaneció lloviznando, y así se mantuvo todo el dia; y seguí rio arriba, que creció un poco con la escasa lluvia de estos dias, pero no fué bastante la creciente á franquearnos suficiente agua para que las embarcaciones naveguen sin ir arrastrando por el fondo. Este dia se hallaron muchos árboles de manzanas, y particularmente en un potrero, donde llegué á la noche, en el cual hay con abundancia, pero sin siquiera una manzana. En cualquiera parte á donde se recogen frutas, siempre queda alguna en los árboles por descuido de los cosecheros; pero los indios son cosecheros tan finos, que ni una siquiera dejan por descuido. Navegué dia este al NO 5° N una y media millas de distancia. DIA 13. Al amanecer llegaron á bordo siete indios Peguenches, uno de ellos hablaba regularmente. Daba noticia de Buenos Aires, Montevideo, Maldonado, Santa Teresa, Santa-Fé y Valdivia. Desde este sitio á dicha plaza dice que hay tres jornadas: que los pinos estan por la Cordillera, y á la falda del Cerro de la Imperial: trajo algunos piñones y manzanas. Los agasajé todo lo posible, y diciéndole que si me conducia una carta á Valdivia le pagaria bien la diligencia, dijo que la llevaria con mucho gusto, si no fuera porque le parecia que los cristianos estaban mal con los indios; pues hacia poco tiempo que habian hecho una salida, en la cual habian apresado un toldo, y que por esto no se determinaba. Me dijo que tenia vacas, y que entre los indios habia bastante de este ganado, caballar y lanar: que en llegando cerca de sus toldos hariamos trato con algunas vacas. Se fué á las ocho, y yo seguí mi viage: se llama este indio Ignacio Delgado. A las 2 de la tarde llegó una de las mugeres de _Chulilaquin_, llamada _Guichalachen_, con un indio ladino, y otros. Estos indios y chinas trajeron en sus bolsitas piñones y cinco carneros y un macho, muertos: pues habiéndole yo ponderado la necesidad en que me hallaba, á fin de que no me pidiesen, vinieron en dicho socorro, y una vejiga de grasa de vaca que trajo Guichalachen con una bolsa de piñones. A estos igualmente obsequié, gastando toda aquella paciencia que se necesita para tratar con ellos, y aquellas rústicas y groseras políticas que son precisas para hacerse amable entre esta gente salvaje, y pudiera llamarlas finas por lo rústicas y separadas que estan de las que se usan entre naciones cultas. Me ponderaron estos indios su pobreza, y el dolor que tenian en que sus fuerzas no pudiesen contribuir á mi alivio y al de toda la gente: y así estos coma los Peguenches que vinieron esta mañana, viendo los marineros desnudos con frio excesivo metidos en el rio, arrastrando las embarcaciones, decian lastimándose: _pobres soldados_, en su idioma. Para despacharlos les ponderé el deseo que tenia de llegar á sus toldos, y que esto me precisaba á dejarlos y seguir viage: con esto, y con haberlos regalado algunas frioleras y bastantes palabras de amistad, se fueron, dejándome dicho que aquellas ovejas y piñones que me habian traido, se las habian comprado á los Peguenches, por caballos, pellejos, &a. El rio estuvo tan malo, que todo el dia navegué por dos palmos y por menos de agua, arrastrando continuamente las embarcaciones: excesivo trabajo á la verdad para las fuerzas de los marineros, pero poco para el espíritu que los alienta, con la esperanza de llegar á la laguna de _Huechum-lauquen_, y en ella tener socorro de Valdivia, para continuar con las crecientes de los rios el reconocimiento del de la Encarnacion y el Diamante, en lo cual procuro con la mayor viveza esforzarlos; y ellos esperanzados en que tendremos víveres de Valdivia, no solo trabajan con vigor, sino que se convidan á pasar á dicha plaza entre 12 hombres armados, aunque sea pasando por entre los indios á fuego y sangre, á fin de tener de ella los socorros necesarios para concluir el todo del reconocimiento; y es de admirar esta constancia y firmeza entre marineros, pero no saben las dificultades que median desde aquí hasta conseguir lo que proponen[20]. Navegué este dia al NO 5° N una milla de distancia. DIA 14. Al amanecer me puse en camino rio arriba: pasaron algunos indios sin llegar á bordo. A mediodia llegaron dos: estos traian algunas piedras de guanaco para vender, y una chiquita bolsa de piñones, lo que no se les compró, así porque esto no es lo mas importante, como porque querian mucho por ello; y lo mas, porque hallándome ya casi destituido de las bujerias que traje para regalarlos, y de bastantes cosas mias propias, con que obsequié á unos y otros, algun resto que queda le voy resguardando hasta ver si hallo algun indio que quiera ir á Valdivia, en cuyo caso será indispensable regalarle bien. Se fueron luego estos dos indios, y á las 3 de la tarde llegó un muchacho ladino con otro 4 indios y una china vieja: este trajo un cordero; la china y los otros compañeros trajeron algunas manzanas, y cada uno una chiquita bolsa con piñones. Vaciando estas bolsitas advertí una mazorca maiz, y registrando cuidadosamente saqué de entre los piñones maiz muy bueno, trigo superior, chícharos blancos y otros casi negros algo mayores, habas y lentejas; las cuales semillas puse en una bolsa. Preguntándoles á estos indios si estaba lejos la tierra á donde se sembraban y recogian estos frutos, me han dicho que distante de aquí una jornada, pues en las llanuras de _Huechum-lauquen_ sembraban y recogian los indios con mucha abundancia. Parece que los Peguenches defienden y estorban el que estos indios, que habitan las márgenes de estos rios y andan vagantes, entren en sus tierras ni pasen á la Cordillera á buscar piñones ni manzanas; porque preguntándole yo, porqué no traian los caballos bien cargados de piñones, ya que los habia en tanta abundancia, como me ponderaban, dijeron, que los dueños de los piñares se los vendian á estos, y que valian bastante caros; y que las manzanas que habia en estas inmediaciones ya se acababan por la mucha indiada que se junta por estos tiempos á la cosecha, y que consumen de esta fruta con exceso, porque hacen de ella (ademas de la que comen) cidra ó chicha: y que para pasar á las faldas de la Cordillera á buscarlas, es menester que se les compren á los dueños de aquellas tierras, y yo presumo que como estos indios _Tehueletos_, _Guilliches_, _Leubus_, _Chulilaquines_, y otros pasan toda su vida vaqueando, cazando y robando, que es de lo que se mantienen, aquellos que siembran y tienen ganados, precisamente estan de asiento en parage fijo: y así, por venderles á los otros los frutos que se crian y los que recogen por medio de la agricultura, como asimismo por estorbar que estos vagamundos les roben sus haciendas, si les permitiesen la entranda á ellas, emplearán todas sus fuerzas, á fin de que no les entren. Contestan muchos indios en que Ignacio Delgado es cacique, y hombre de mucha hacienda: este vive á la orilla del rio _Catapuliche_, un poco mas arriba del desague de _Huechu-huechuen_, en dicho _Catapuliche_. El rio _Huechu-huechuen_ es menos que el _Catapuliche_: entra en este por la izquierda siguiéndolo aguas arriba. A estos indios agasajé y regalé, habiéndose ido á sus toldos ya puesto el sol; y yo me acampé en una isla grande que divide el rio en iguales proporciones. En esta isla hay cantidad de grandes manzanos, pero sin siquiera una manzana: tan expertos son los indios en el arte de recoger que no se les olvida una siquiera encima, y al pié del árbol. El Cerro de la Imperial se descubrió esta tarde: hermosísimo, desde alto á bajo cubierto de blanquísima nieve, y asimismo la Cordillera, cuya eminencia dista de nosotros, al rumbo del OSO, dos y media leguas de distancia. Navegué este dia, ó mas bien, arrastré las embarcaciones este dia, al NO 5° N, una milla de distancia. DIA 15. Salí al amanecer continuando rio arriba. A mediodia llegó el indio que ha sido amo del negro Ventura: trajo una oveja muerta. Lo regalé con lo que pude por esta fineza, y se fué muy contento. Al irse este vinieron 4, cada uno traia una bolsita con cosa de una libra de piñones para vender por yerba; pero no se les compraron, porque ya queda muy poca. Al anochecer se fueron, y yo me acampé á la parte del S del rio, habiendo arrastrado las embarcaciones una milla de distancia al NO 5° N. A la orilla del rio casi toda la distancia de hoy parece todo campamento de indios, que poco ha lo levantaron. Las islas están llenas de manzanos, pero las manzanas ya las recogieron los indios; y es cosa admirable el ver entre poca tierra mezclada con chinos y arena, unos árboles tan grandes, tan poblados de rama y hermosos, que no los ví mejores en ninguna parte. Latitud observada, 39° 33′. DIA 16. Este dia navegué con menos trabajo que otros. A mediodia estaba distante de una sierra nevada de la Cordillera tres cuartos de legua, demorándome al OSO corregido. A las 3 de la tarde hallaron les maestros calafate, sangrador y un marinero, un chico manzano, del que recogieron como 100 manzanas: junto á dicho árbol habia otros muy grandes, pero ya le habian quitado la fruta los cosecheros de estos paises. En toda la distancia que caminé este dia, hay un potrero, ó llanura de buena tierra, á la parte del N, y á la del S tambien es buena, pero no es de tanta extension. Hoy no parecieron los indios, y creo seria por el mucho frio y fuerte viento del O que nos incomodó bastante: este viento viene por las nieves de la Cordillera, y con él se pone el agua del rio tan fria, que los marineros que andan precisamente metidos en el rio, lo mismo es salir que se les raja la piel, particularmente en las piernas, en las que se les hacen profundas grietas. Navegué este dia al NO 5° N dos millas de distancia; y me acampé á la parte del S del rio, junto á un salto grande, que se previene para pasar mañana. _Yujaunaujén_ se llama por los indios el cerro Imperial. DIA 17. Salí al ser de dia, y continué por un imponderado despeñadero de corriente; y como ya en estos parages no gasto otra sirga que un calabrote, por no poder otros cabos resistir al impulso de la corriente, meten á veces las chalupas los castillos debajo del agua. A mediodia llegó Maria Lopez con su marido, y otro indio con una embajada de _Chulilaquin_, diciendo que la noche pasada habian muerto de una puñalada en su toldo al cacique _Guchumpilqui_, porque este con otro indio, que tambien mataron, habian venido á solicitar de _Chulilaquin_ el que con su gente se juntasen para avanzarnos y destruirnos: y que por esto _Chulilaquin_ le habia muerto, y así que temian el que los Aucaces viniesen á tomar venganza de la muerte de su cacique, y que lo esperaban esta noche: por lo cual _Chulilaquin_ me rogaba lo favoreciese con 10 soldados para que le ayudasen, y que para conducirlos mandaria caballos. A esto le respondí, que bien veia que me eran necesarios todos los soldados para tirar las embarcaciones, y que por esto no podia mandárselos; pero que yo haria diligencia de llegar con los barcos á los toldos, y que entonces estaria defendido de los Aucaces. Volvió repetidas veces á importunar por los 10 soldados, y yo escusándome suavemente, la regalé y se fué; pero antes de irse se arrimó cuidadosamente al patron de la chalupa San Juan, y le preguntó, si sabia si al capitan Chiquito le habian muerto los cristianos, ó estaba en Buenos Aires. Yo que enteramente desconfio de estos bárbaros, me hizo esta pregunta mayor la desconfianza, aunque así ella como los dos indios venian con el aspecto asustado. A las 4 de la tarde llegó un indio ladino, y un esclavo de _Chulilaquin_ con dos caballos de diestro, ponderándome la fineza de _Chulilaquin_ por haber muerto á _Guchumpilqui_ en defensa nuestra, y que aquellos dos caballos los traian para que fuesen en ellos dos soldados, para que esta noche los ayudasen contra los Aucaces. Estos venian como asustados, y con mucho empeño á llevar los dos hombres que pedia su cacique. A este le dije le dijese, que mi gusto era defenderlo, y que no solamente 2, sino 20 le mandaria: pero que estos soldados no entendian la lengua de los indios, ni tampoco sabian pelear, sino al lado de su capitan; y que si yo llegase á tiempo le socorreria, y sino que trajese su gente y toldos para donde yo estoy, y entonces que no tuviese miedo, aunque viniesen mas indios que yerba tiene el campo. Se fueron los indios, y yo me acampé á la banda del S, parage de los mas proporcionados que hay para en caso de haber algun encuentro. Mandé toldar las embarcaciones, alistar las armas, cargándolas de nuevo; montar los pedreros y esmeriles, y dormir toda la gente á bordo: porque, aunque en los semblantes y expresiones se vé el miedo que tienen estos indios, y á no ser cierto lo que dicen, parece mucha política para estos bárbaros, no obstante son muy diestros en el arte de engañar; y por esto me pusieron esta noche en mayor cuidado, pero lo cierto es, que con los Aucaces, ó con nosotros hay alguna revuelta ó intento, que si no llega á tener efecto, será porque no hallan hueco; si bien, que no dejo de pensar que los Aucaces pueden venir á vengarse de los que mató, robó y cautivó _Chulilaquin_, y que tambien ahora habrán muerto alguno. Pero la muerte de _Huechumpilqui_ no la tengo por cierta, por lo que pude comprender y deducir de las respuestas de Maria Lopez á las preguntas que le hice: pero el querernos hacer creer esta muerte, es solo por obligarnos y vendernos la fineza. Aquí se halló en una pequeñita isla un manzano chico, á quien quitaron los marineros hasta 200 manzanas. Navegué este dia al NO 5° N un cuarto de legua de distancia. DIA 18. Toda la noche se llevaron los teruteros en continuo alboroto, por la orilla del rio á la parte del N. Amaneció con el viento al O fuerte con algunos aguaceros, por lo que no fué posible el continuar rio arriba, ni aun examinar un paso que está inmediato, á ver si tenia paso para las embarcaciones. A las 3 de la tarde ví venir una nube de indios á toda prisa, á distancia de una legua: llegaron á bordo primeramente 4, que fueron los dos hijos del _Cacique Viejo_, Manuel y Julian, la _Cacica Vieja_, y Teresa. Esta trajo una oveja de regalo, y la cacica otra: fué llegando la indiada, y á las 4½ de la tarde llegó _Chulilaquin_ con el vestido de galones y su baston. Me hizo, por medio de la lenguaraza, un razonamiento digno de oirse.--Primeramente, ponderó su voluntad hácia nosotros: despues ponderó la siniestra intencion y alevosos hechos de los Aucaces con los cristianos, como andaban solícitos, buscando ayuda para matarnos, á cuyo fin habia venido el cacique _Guchumpilqui_, solicitando su ayuda y la de su gente; y que para empeñarlo en el asunto, le decia que yo venia de mala fé á matar los indios con capa de amistad. Pero que no pudiendo sufrir esto, lo mató inmediatamente en desagravio nuestro; y que por este motivo se habian juntado todos los Aucaces contra él, y que sin duda alguna venian á darle esta noche el avance. Y así, que habian salido huyendo á refugiarse á la sombra de sus leales amigos, porque sabia que perderian la vida sus amigos los cristianos, antes que permitir su ruina: y así, que aquí tenian un fugitivo que buscaba mi amparo y patrocinio, y que fiaba de mi amistad saldria con mis soldados en defensa suya cuando llegase el lance.--Lo obsequié bastante, y le ofrecí firme amistad; y que estando él y su gente junto á nosotros, nadie le ofenderia. Toda la indiada estaba á caballo á la orilla, y yo con todas las armas prevenidas, las chalupas á son de combate y las mechas encendidas. Procuré animarlo mucho, y hacerle ver la poca gente que eran todos los Aucaces para nosotros. Disparé un cañonazo á su solicitud, para que los indios lo viesen y oyesen el estruendo; todo lo cual hacia el entender á los indios, ponderando la fuerza de nuestras armas. Y yo se la encarecia bastante, y que diesen gracias á _Pepichel_ por haberle en este aprieto socorrido con tan buenos amigos. Me dijo que tenia noticia que el _Cacique Negro_ habia dicho en el establecimiento del Rio Negro, que el baston que le habian regalado lo habia cortado para rebenque, pero que allí estaba el baston para que se viese la mentira, y que era prenda que él estimaba mas que otra alguna. Con una hora de noche se retiró á sus toldos, que distan como tiro y medio de fusil de nosotros, dejándome encargado por repetidas veces el socorro de nuestras armas. Se quedó la lenguaraza, porque dijo que tenia que hablarme en secreto, por lo cual supe el lance de _Chulilaquin_ con _Guchumpilqui_, y fué, que, habiendo este venido con yeguas, ponchos y otras cosas, á rescatar una hija que tenia _Chulilaquin_ que no ha mucho le habia cautivado, ya el ajuste hecho y entregado el rescate al cacique _Chulilaquin_, un hijo de este, porque _Guchumpilqui_ no le habia dado nada, sacó la daga y le dió dos puñaladas, estando sentado, y luego mataron á un indio que habia traido consigo. Asimismo me dijo, que el cacique Francisco no habia querido entregar á Miguel Benites, y que habia sublevado á todos los Aucaces contra nosotros; y que no tenia que advertirme, respecto á que ya conocia bien á Francisco, que el mayor sentimiento suyo y de los Aucaces era el que se poblase el Choelechel, y hubiese cristianos en este rio. Que tampoco tenia que fiarme del _Cacique Viejo_, porque este y Francisco eran una misma cosa: que ella ya estaba cansada de andar entre los indios, y que con tal que no la entregase á ellos, se quedaria con una muchachita pequeña: que por ella, á fin de matarla, entregaria Francisco los tres desertores nuestros, pero que podiamos tomar los tres desertores, y ella quedarse. Que de Francisco ya no habia que esperar otra cosa que robos de ganado y de cristianos, y de buscar confederados que le ayudasen contra nosotros. Dicho esto se fué, y yo alargué de tierra las embarcaciones cuanto me permite la seguridad posible, lo incómodo del sitio, para que nadie pueda salir ni entrar á bordo; habiendo recogido toda la gente y las chalupas con los toldos puertos, porque la noche se puso cerrada en agua. DIA 19. Toda la noche estuvo lloviendo, y los indios en continua griteria á caballo: amaneció lloviendo, y así anocheció. Están los indios tan llenos de miedo, que ellos mismos confiesan, que los oprime tanto, que aun tienen miedo de llorar; y esto que es número de indios considerable. Esta mañana se fué la _Cacica Vieja_, y dejó á la lenguaraza Teresa: esta me pidió que por Dios la llevase á bordo, así porque no, la matasen los Aucaces, como porque no queria andar mas entre los indios; y porque tiene una niña que dice quiere ser cristiana. Me pareció obra de caridad el admitirla, y tambien interesante, porque sabiendo ella los designios de los indios, se puede por su medio conseguir el saber alguna cosa que convenga, por lo cual la admití á bordo. A las 4 de la tarde llegó un indio de chasque á _Chulilaquin_, mandado por un cacique amigo, por el que le avisaba que los Aucaces de seguro llegaban mañana á avanzarle, pues ya estaban cerca aguardando á que descanzasen los caballos para entrar en la refriega, y que de camino decian que habian logrado la ocasion de llevar bastantes cristianos cautivos. Es constante que siempre tuve alguna desconfianza, y al principio no quise creer de modo alguno la muerte de un cacique tan principal y respetado por sus robos y atrocidades, como era _Guchumpilqui_: pero son ya tantos los indicios y señales que he visto, que me fué preciso creerlo. Casi de noche trajeron algunos indios los toldos debajo de la artilleria de las chalupas, y no hallar lugar á donde meterse. La lenguaraza Teresa me dijo que era cierto que los Aucaces tenian determinado sorprendernos, y que para observar nuestros movimientos habia mandado _Guchumpilqui_ á Ignacio Delgado, que era de su gente, y que tenian pensado el regalarnos ó vendernos algunas vacas para que saliese la gente á carnearlas á fuera, y entonces que á su salvo nos tenian muertos, y se apoderaban de la carga de las chalupas: y que haciendo esto no poblarian el Choelechel, ni les estorbarian el paso á los campos de Buenos Aires, que es de donde se surten de ganado. Y á la verdad, ellos no lo entienden, porque la mejor ocasion era de dia, cuando toda la gente va desnuda, arrastrando por espacio de mediodia, una chalupa, dejando la otra sola y precisamente varada, y luego vuelve en busca de esta, dejando la otra en la misma disposicion. Me dijo asimismo, que el número de Aucaces era grandísimo, y que estos indios que paraban junto á nosotros, no eran nada en comparacion de los que vendrian á buscarlos. Me dijo asimismo, que los dos marineros, Mariano Gonzalez y José Navarro, que estaban muertos, pero no por mano de los indios; pues _Guchumpilqui_ los habia entregado á las chinas para que los matasen. Reflexionando en todo esto, y que pasa ya de un mes que no hallé parage en este rio tan defendido como el en que me hallo, porque todo es varadero, y se pasa por donde quiera á caballo sin que se le moje la cincha, tengo pensado detenerme aquí el dia de mañana, fortificar el sitio; y en todo caso tengo mas de 100 soldados, (digámoslo así) en los indios de _Chulilaquin_, quienes precisamente han de pelear por defender sus vidas: y así como él viene buscando nuestro socorro, podemos decir que hemos hallado nosotros socorro en él: porque si los Aucaces, sabiendo que estamos juntos y _aunados_, (como dicen estan persuadidos) vienen á avanzarnos, ciertamente que mejor lo harán cuando nos hallen solos é indefensos, los marineros con una embarcacion á cuestas arrastrando, que ni para abajo ni para arriba se puede navegar dentro de ella, porque en todas partes vara, y la otra sola y varada de la misma suerte.[21] El hecho de _Guchumpilqui_ en llevar los expresados dos marineros, despues de haberlo yo regalado y obsequiado mucho, y de haber venido embarcado el cacique Roman y el indio José, dá á conocer su intencion, y que de ningun modo apetecen los Aucaces nuestra amistad; y que si pudiesen, hubiera hecho con todos nosotros lo mismo y de mejor gana, pues les interesaba mas: y esto se puede esperar tengan pensado aquí, que es lo mismo estar en el rio que en tierra, porque su caudal de agua no estorba á pasarlo de un lado á otro, pero ni aun de galoparlo. Aquí estoy en un pozito corto, pero no es menester casi nadar para llegar á las chalupas; y en todo caso mas vale esperarlos aquí que no media legua mas arriba, (en caso que se puedan subir las chalupas) ni 25 leguas abajo, pues en ellas no hay parage como este. DIA 20. Se llevó lloviendo toda la noche, y los indios estuvieron sosegados: talvez seria por haberles yo dicho que gritaban de miedo, porque los hombres de valor y de espíritu, y que tenian esperanzas de vencer á su enemigo, lo esperaban callado; y que primero se debia oir el ruido de las armas y los clamores del contrario, que los gritos, que, sin motivo, estaban dando al aire. Luego que fué de dia, pasé á reconocer el campo inmediato, y héchome cargo de él, pensé el modo de fortificarlo: y para esto mandé llamar á _Chulilaquin_, avisándole que viniese de gala, con el baston y vestido que se le habia dado en nombre del Rey, mi amo, á quien él debia obedecer; y que tragese consigo los indios de mas suposicion: hízolo así inmediatamente. Habia yo prevenido á los patrones, oficiales de mar y marineros, se aseasen lo mejor que pudiesen; y que dejando hachas y azadas á bordo, prontas á fin de desmontar un pedazo de sauceria y barrancas para igualar el terreno, bajasen conmigo á tierra la mitad de la gente, y los mas aseados y de mejor presencia, armados; y quedándose la otra mitad de guardia en las embarcaciones. Luego que llegó _Chulilaquin_ al puerto que le habia señalado, lo recibí con amistad, y por medio de la lenguaraza Maria Lopez le hice un razonamiento segun me dictó en esta ocasion mi corto alcance: diciéndole, que él y sus indios habian venido fugitivos á ampararse de mí, tan asustados y temerosos de que sus contrarios les quitasen sus vidas, las que apenas podian respirar. Que yo les habia ofrecido favorecerlos: pero que las dos noches antecedentes no habia yo tenido cuidado alguno, porque sabia que no habian de venir á avanzarlos, como ya se lo habia dicho siempre: que él se me presentaba afligido, pero que ya hoy en el dia era otra cosa, porque los Aucaces habian ya tenido bastante tiempo para juntarse y prepararse suficientemente para seguirlos y acabarlos. Que él mismo les habia mandado á decir que estaba protegido de nosotros; y que en tal caso, siempre que dichos indios se determinasen á venir á avanzarle, que precisamente vendria un número crecidísimo; y que así estuviese atento y pensase bien en lo que le iba á decir. Que yo era uno de los mas chiquitos criados que tenia el Rey de España, cuyo Señor tenia dominios en todas las cuatro partes del mundo: que se hiciese cargo de que, estando este Señor tan lejos de Buenos Aires, que se tardaba caminando de dia y de noche, seis, siete y ocho lunas, atravesando la mar sin ver tierra hasta llegar á donde estaba. Estando nosotros tan lejos de su presencia, todos le obedeciamos; y que primero perderiamos las vidas que dejar de obedecerle, y de cumplir en todo su voluntad, sin faltar en nada al mas mínimo precepto suyo. Que ademas de las inmensas tierras que poseia este Gran Señor, tenia tantos tesoros y riquezas, cual el no era capaz de comprender; y mandaba tanta multitud de gentes, cual él no era capaz de imaginar. Que reparase en que, siendo yo uno de sus menores esclavos, se venia él á amparar de mí, y que de seguro podia yo solo con aquellos pocos soldados que me acompañaban, defenderlo de cuantas indiadas pudieren venir, acabando y haciendo pedazos con mis cañones á todos cuantos intentasen ofenderle: y que valia mucho mas tenerme á mí por amigo, que tener por amigos á todos cuantos indios y caciques abrigaba el continente. Pues yo solo valia y podia favorecerlo mas que todos ellos juntos; y que si así era el esclavo mas chico, que se hiciese cargo cuan poderosísimo seria el Señor. Que el vestido que me cubria me lo daba este Gran Señor: que él me daba de comer, me daba riquezas y estimacion: que yo gustosísimamente le servia y obedecia: que estas embarcaciones y cuanto venia en ellas era suyo, con gente y todo; y que de su mandado veniamos por este rio. Que todo aquel que no quisiese obedecerle, perderia la vida; y que era este Señor tan poderoso y de tan buen corazon, que á todos sus criados nos tenia mandado el que favoreciesemos á todos los indios, porque les tenia mucha lástima, sabiendo lo pobres é infelices que eran en todo. Esto es, pobres de hacienda y pobres de saber, pues andaban continuamente entre estos cerros, llenos de sustos, pereciendo de hambre y frio, y viéndose precisados á robar para poder vivir; y que á esto se seguian las muertes, y el andar continuamente por este motivo vagantes, fugitivos, y llenos continuamente de miedo, y que la benignidad de este Señor tan grande nos mandaba que atendiesemos á la pobreza de los indios, socorriéndolos y amparándolos á todos, pero particularmente á los amigos y fugitivos que viniesen á ampararse, como á él le sucedia. Que reparase en que de su mandado lo favorecia yo, y lo habia favorecido el Super-Intendente, y todos los cristianos del Rio Negro: que aquel vestido y baston que traia se lo habia dado este Gran Señor, y que se hiciese cargo los favores que le debia, y le habia hecho y hacia á todos los indios sin conocerlos. Que yo ahora iba á tomar su defensa por mi cuenta, como este Señor mi amo me lo mandaba; pero que para esto era preciso que él y todos sus indios hiciesen en un todo cuanto les mandase sin faltar un punto en nada, y que no tuviese cuidado ninguno de sus enemigos, estando yo en su defensa: que los hariamos pedazos, aunque se juntasen mas indios que yerba tenia el campo, (toda esta relacion hacia yo en alta voz, y lo mismo hacia la lenguaraza Maria Lopez, estando toda la indiada en círculo y ella, _Chulilaquin_ y yo en medio): pero que para esto era indispensable que él y todos los indios me obedeciesen, y fuesen leales vasallos del poderosísimo Rey de España, como yo la era, que en cualesquiera partes del mundo, donde se arbolase su bandera, debian todos estar obedientes á él.--A todo se convino, haciendo de cuando en cuando relacion á sus indios de los favores que recibia; y acabado esto le dije que dijese conmigo, él y todos: _¡Viva el Rey!_ A cuyo tiempo se largó la bandera y un cañonazo, con mucha aclamacion y griteria de todos los indios y cristianos. Hizo despues _Chulilaquin_ un razonamiento á sus indios, en que les ponderaba lo mucho que le debian, pues por la amistad que él tenia con los cristianos se veian libres de la muerte, y de perder sus haciendas, mugeres é hijos; y que diesen gracias á Dios de haber hallado en esta ocasion un tan buen amigo: que debian todos mirarme y respetarme como á un padre, pues tomaba á su cuenta su defensa. Se repitió por los indios la griteria y algazara. A este tiempo hice señas á las tripulaciones que ya estaban prevenidas, para que con la mayor viveza desmontasen los sauces, y allanasen el terreno para que los indios se admirasen. Esto se hizo tan á lo vivo y con tanta presteza, que se quedaron los indios admirados. Mandé á todos los indios y chinas conducir todos los sauces cortados á todos los parages que eran necesarios para la fortificacion: de modo que en breve hice una especie de trinchera por medio de una zanja y sauces, poniendo estacas y atravesando palos en unas partes, y en otras cortando el terreno, la cual no pueden romper los caballos en ningun avance, dejando solo un boquete para entrar y salir á una sola parte de la orilla del rio. Esta entrada tiene solo 18 varas de ancho, y en ella prolongué las chalupas, montando la artilleria en los costados que decian hácia aquella parte. Les mandé deshacer todos los toldos y conducirlos adentro: se los mandé hacer allí juntos, y no separados como suelen. Todo lo egecutaron puntualmente, de modo que á las 2½ de la tarde estaba todo hecho. Despues llamé á _Chulilaquin_ con todos los indios y á la lenguaraza, y les ponderé el favor que me debian. Les dije que ellos ignoraban el arte de pelear, que para que viesen mi buen corazon, que reparasen como los guardaba, metiéndolos á ellos en casa, y poniéndome yo á la puerta á recibir los golpes, porque á ellos no los lastimasen: que ya veian el modo, la disposicion y ligereza de mi gente, y el modo como los guardaba. Todo lo cual entendido por _Chulilaquin_, (que es uno de los hombres mas capaces y reflexivos que he tratado) me dió la gracias, abrazándome muchas veces, que _Pepechel_ le habia traido su mejor hermano. Hizo relacion, y le hizo entender á los indios los motivos porque yo habia hecho todo aquel aparato, y como me quedaba á la entrada por guardarlos á ellos. Se repitió la griteria, y al instante mataron una yegua la mas gorda que tenian, para regalar á las tripulaciones, y una oveja y dos cabritos para mí, (excesivo regalo para estos indios). A los marineros les regalaron piñones y manzanas, y no sabian que hacerse todos, y cada uno de por sí, con nuestra gente. Al anochecer mandé que todos los indios ensillasen sus caballos, y estuviesen sosegados hasta que yo les avisase para seguir á los que se escapasen de la artilleria, y que se pusiesen cuatro indios en los mejores caballos á trechos de media á media legua, por el camino de los Aucaces, para traer la noticia. Les dí la seña, que era, _¡Viva el Rey!_ Quedaron tan satisfechos y tan llenos de valor, que ya parecian otros hombres. Hecho esto, llegó un indio huido de los Aucaces, y dijo, que estos ya estaban cerca, que venian á avanzarlos; pero que hallado en el camino á la _Cacica Vieja_, les dijo que juntasen mas gente, ó que no viniesen, porque estaban los cristianos con _Chulilaquin_, y que venian á morir; y así, que fuesen á buscar más gente, y que por esto se volvieron. Esta noche dicen que llegó otro con la noticia de que decian los Aucaces, que los cristianos eran buenos esclavos. DIA 21. Se pasó la noche sin novedad. Amaneció con el viento al O récio, y en exceso frío. Estuvieron los indios muy contentos, y _Chulilaquin_ de vestido y baston. Hoy acaeció entre estos salvajes una gran fiesta, y la mayor entre ellos, por haber alcalizado su pubertad la nieta de este cacique. A las 5 de la tarde vino un indio con la noticia de que los Aucaces habian mandado llamar á los Peguenches de uno y otro lado de la Cordillera, para venir contra nosotros; y estos que habian respondido si habian de venir á buscar balas, y que no quisieron: por lo que los Aucaces estaban enteramente desmayados. DIA 22. Amaneció nublado, y el viento al O friísimo y récio, sin darme lugar á poder hacer ningun reconocimiento, de cuyo modo se mantuvo todo el dia. A las 11 de la mañana llegó un indio de entre los Aucaces, y dijo, que estos habian convidado á los Peguenches de la una y otra parte de la Cordillera, para que los ayudasen contra nosotros, y que estos habian respondido que no querian venir á guerrear con los cristianos, porque no sacarian de ellos otro fruto que muchas balas. Que asimismo procuraron ellos solos venir sin el auxilio de los Peguenches, pero no queriendo muchos caciques acompañar á los otros, por quien eran solicitados, llegaron á enojarse los unos con los otros, de modo que se trabó una contienda en la cual murieron muchos. A las 3 de la tarde vino á bordo la muger del cacique Francisco, á la que agasajé como siempre. Al ponerse el sol les dí el santo á los indios, y largué embarcaciones de tierra. A las 9 de la noche se dejó caer un aguacero fuertísimo, con viento OSO duro; cesó este, y cayó nieve hasta las 2 de la mañana; y prosiguen los indios los bailes, en obsequio de lo acaecido á la nieta de _Chulilaquin_. DIA 23. Amaneció en calma: las montañas cubiertas de nieve, y los llanos del rio de una grande helada. A las 8 de la mañana compré un caballo, y salí con el bote á reconocer el rio _Catapuliche_, sirgando á la cincha; y á este tiempo se fueron Domingo Goytia y José Oyólas, en dos caballos que me prestaron, el uno, _Chulilaquin_, y el otro, un hijo suyo, á reconocer por tierra el _Huechu-huechuen_. Al mismo tiempo llevaron una mula que prestó _Chulilaquin_, para traer cargadas de manzanas: fueron acompañados del marido de Maria Lopez, hermano de _Chulilaquin_ y de un sobrino suyo, indio ladino. Al mismo tiempo fueron otros indios y chinas á buscar manzanas. Yo llegué á la boca del _Huechu-huechuen_, y reconocí su entrada: baja por un despeñadero con rapidísima corriente, por entre espesas peñas, y es de tanto caudal como el _Catapuliche_. Desde su boca hasta la Cordillera en línea recta hay una legua. Seguí el _Catapuliche_, y habiéndolo navegado una legua aguas arriba, arrastrando por el fondo del botecillo vacio, llegué á donde desplayándose un poco el rio, no permitió paso para el bote. Aquí fuí por tierra y salieron 5 indios á la furia por un cerro arriba: luego salieron otros 3 á toda prisa, y se repartieron tal vez, dando noticia á otros indios, de que íbamos nosotros. No pudiendo pasar mas adelante, volví á las 4 de la tarde. Al anochecer dí el santo á los indios, y largué las embarcaciones, y no vinieron todavia los dos marineros ni los indios que los acompañaban, ni otros que al mismo tiempo salieron á buscar manzanas. DIA 24. Amaneció en calma, habiendo caido esta noche una grande helada. A mediodia convidé á _Chulilaquin_ á comer conmigo y á otros 4 indios de su familia, que parece son de los de mas cuenta que componen esta bárbara república. Ha estado muy regular y atento, así él como los 4 indios que le acompañaban, sin gastar aquellas pesadeses que acostumbraban en el establecimiento del Rio Negro. A las 3 de la tarde vinieron algunos indios y chinas, de los que habian ido ayer á tomar manzanas. Fuí inmediatamente á sus toldos á preguntar por los dos marineros que habian ido en su compañia, y me dijeron por medio de la lenguaraza, que habian quedado, porque se les habian perdido los caballos. Me impacienté bastante, y dije, que si en el dia no me traian los dos hombres, que no solo convertiria y reduciria todos aquellos toldos, sus indios, chinas y muchuchos á ceniza, sino que no quedaria cerro ni montaña en todo aquel distrito que no deshiciese y allanase á cañonazos. Diciendo esto, dí una voz á embarcar toda la gente y á prolongar los costados de las chalupas con los toldos, con la artilleria prevenida, y las mechas en las manos. Se ejecutó esto con tanta prontitud, que se quedaron asombrados todos los indios: y llenos de terror, corrió inmediatamente _Chulilaquin_ á la orilla con sus mugeres y hermanos: con la lenguaraza corrió asimismo su hija, que llamamos la _Princesa_, con dos hijos y otros indios y mugeres de las de primera clase, todos asustados á donde yo estaba, disponiendo las embarcaciones, suplicando que me sosegase un poco, que mi gente no pasaria daño alguno, y que primero perderian ellos todos sus vidas. Me dijo _Chulilaquin_ que cerca de las manzanas estaba su abuelo, principal cacique de aquella tierra, y que casi todos aquellos indios eran sus parientes: que su hermano, el marido de Maria Lopez, habia ido custodiando los cristianos, y su sobrino, por lo que no tenia recelo alguno, respecto á que estos no habian venido. Al mismo tiempo despachó 6 indios armados á saber de ellos: le hablé con sosiego, y le dije que yo estimaba mucho mi gente, y que se hiciese cargo de que el cacique Francisco me tenia un desertor: que los Aucaces me habian muerto dos con capa de amistad; y que esto me bastaba ya para escarmiento. Me dijo que tenia razon, pero que pereceria él y todos sus indios en venganza de algun agravio que hubiesen recibido los dos cristianos que habian ido en compañia de su hermano. A las 5 llegaron dos esclavos de _Chulilaquin_, que fueron ayer á las manzanas, con la noticia de que nuestros dos marineros venian ya cerca con el hermano de _Chulilaquin_. A las 7 de la noche llegaron á bordo con un carguero de manzanas, y dijeron que su detencion habia sido porque habian ido de 8 á 9 leguas de distancia, y en ella, que se reparte el rio de _Huechu-huechuen_, en siete brazos, que bajan despeñándose de la Cordillera. Que llegaron muy cerca del Cerro de la Imperial, por la parte del S: que por las orillas de estos rios hay muchos árboles con pocas manzanas, por estar ya tomadas de los indios; pero que desde el parage á donde llegaron no se vé otra cosa en aquellos distados campos, que espeso monte de manzanos, amarillando su fruta encima de los árboles: que el suelo está empedrado ó matizado de esta fruta, en tanta abundancia, que los indios no se detienen en sacarla de los árboles, sino que la recogen de la que está en el suelo, amontonándola con los pies para meterla en las bolsas, ó sacos que llevan para conducirla. Que las tierras son de superior calidad, campos doblados y llenos de arroyuelos que los baña. Que estos manzanos no estan solo á las orillas de los arroyos, sino por toda la campaña: que es la mayor delicia que puede imaginarse el ver aquella tierra tan fértil y fructifera. Que la tolderia del abuelo de _Chulilaquin_ ascenderá de 80 á 100 toldos: que la laguna de _Huechum-lauquen_ está detras de un cerro que un indio les señaló, distante dos leguas de á donde ellos llegaron. Que vieron el parage á donde está enterrado _Guchumpilqui_, nombrado por estos indios el _cacique alentado_: que vieron su sangre; y que el hermano de _Chulilaquin_ queria que le desenterrasen y me trajesen la cabeza, lo que no hicieron por ser ya tarde. Desde el parage donde estuvieron tomando las manzanas, dicen que se mira una llanura que se pierde de vista, sin que ninguna serrania se ponga delante, mirando al O: que al N y al S está la Cordillera cubierta de nieve; y que esta se les quedaba mas atras de donde llegaron, y en esta atencion que les parece ya no haber serrania á dicho rumbo hasta la mar del S, y esta dista del parage á donde me hallo, en línea recta, 16 leguas. Prosiguió esta noche el bárbaro baile en obsequio de la nieta de _Chulilaquin_. DIA 25. Ayer estuvo en estos toldos un pariente de estos indios, que está casado entre los Peguenches: yo no lo he visto, pero me lo dijeron. Este vino á saber si yo le compraba algunas vacas; y habiéndole dicho el cacique _Chulilaquin_ que las trajese que se le comprarian, se fué diciendo, que el dia de hoy las traeria. Preguntándole yo esta tarde á _Chulilaquin_ como no venia el indio que habia ofrecido traer el ganado; me dijo, que no habia que fiar, porque seguramente aquel habia venido á ver y á observar en que disposicion estábamos, y yo sentí no haberle visto, porque por el interes cualquier indio Aucas ó Peguenche me conduciria una carta á Valdivia, á fin de tener de allí los auxilios necesarios para concluir el todo del reconocimiento, por serme sumamente doloroso que al cabo de haber pasado tanto trabajo, no tenga con que reconocer el Diamante, ni con que subsistir hasta que lleguen las crecientes para poder navegar dicho rio; ni el de la Encarnacion, que hago juicio pasará muy cerca de Chile: y solo me detuve hoy aquí, por ver si por algun camino se proporciona mandar chasque á Valdivia. Mas arriba por el rio no puedo navegar por falta de agua, y mas abajo es alejarme de los indios, por cuyo medio pudiera ser conducida la carta, y por esto me detuve. Pero ya el pan dá pocas treguas, y si en el dia de mañana no se proporciona chasque que vaya á Valdivia, tengo ya determinado el regreso al establecimiento del Rio Negro. Hoy regalé á _Chulilaquin_ y su familia con algunas bujerias y tabaco, y á otros de los principales, de lo que quedaron agradecidos, y regalan á los marineros manzanos, piñones, y les ofrecen de sus comidas con bastante agasajo. Al hijo de _Chulilaquin_, que mató á _Guchumpilqui_, le sobrevino una grande calentura. Lo visité muchas veces: le hice poner puchero, y el sangrador le aplica los remedios que le parecen á propósito; y de esto están mas agradecidos. Al anochecer le dí el santo á _Chulilaquin_: recogí toda la gente, y largué las embarcaciones afuera. DIA 26. Amaneció con el viento al SO fuerte, y aunque deseo mucho el ver algunos Aucaces ó Peguenches, para por su medio dar aviso á Valdivia de mi paradero, á fin de tener de allí los auxilios necesarios para proseguir el reconocimiento con las crecientes, no me dán lugar los viveres á esperar mucho; y porque _Chulilaquin_ está tan indispuesto con ellos por la muerte de _Guchumpilqui_, y asimismo por los dos marineros que este con su gente se llevó. No me parece sea fácil el que pueda conseguir el intento, por cuyo motivo le dije á la lenguaraza que le dijese á _Chulilaquin_, que ya habia llegado la hora de mi regreso al establecimiento. Sabido esto por _Chulilaquin_, vino á bordo apresuradamente, y me dijo, que como le queria dejar en manos de sus enemigos, que no tardarian mas en quitarle la vida, que lo que yo tardase en salir de junto á ellos con las embarcaciones? A esto le dije, que como tenia tanto miedo, respecto á juntarse entre sus toldos y los de su abuelo, sobre 150, entre los cuales habria mas de 600 hombres de guerra; y que los toldos de su abuelo estarian junto con él dentro de dos dias, pues ya iban viniendo á incorporarse, y estando juntos ya era suficiente gente para defenderse. A esto me dijo muy lastimado: ¡Ah, hermano! que Vd. no sabe la indiada que hay entre estas sierras, que son mas que yerbas tiene el campo, y me la estan jurando para la hora que de mí se aparten los cristianos. ¿Pues qué, le parece á Vd. que ellos por mi gente dejan de venir? No: que ellos mismos lo dicen, y me estan mandando á decir, que á mí no me tienen miedo, sino á los cristianos. Yo me vine huyendo para seguir para abajo, ó para arriba la orilla del rio, por ampararme de Vd. Y ahora ¿qué haré si Vd. me desampara? Mi hijo está enfermo, como Vd. está viendo, sin poder montar á caballo: mi súplica no se extiende á mas que dos ó tres dias que pueda Vd. parar hasta ver si mejora, para seguirlo á Vd., y marchar bajo su proteccion: pues con que sepan los Aucaces que yo salgo á la par de Vd., es bastante para que no me sigan. A esto le respondí, que yo me estaria con mucho gusto, pero que no podia de modo alguno, porque se me acababan los víveres, y no tenia que dar de comer á los soldados, y que solo podria estarme hasta mañana. Se fué, y mandó chusque con tanta diligencia á una tolderia que estaba de aquí 6 leguas, que á las 4 de la tarde ya tenia dos vacas en los toldos, y vino inmediatamente, y me dijo: Hermano, si la causa de apresurar Vd. su viage, es la falta de víveres, ya esta cesó; pues tenemos aquí dos vacas y vendrán mas: ya hay que comer media docena de dias. El dueño no quiere por ellas género de los indios, porque de lo que nosotros gastamos tiene él con abundancia; pues no es pobre, y nuestras riquezas se reducen á cueros. Desea algunas cosas de que acá carecemos, y tienen Vds.: si Vd. quiere comprarlas por algunas cosas de estas, será de cosa á que estaré agradecido; y sino, las pagaré yo, aunque sea quitándoles á mis mugeres é hijas las mismas alhajas que Vd. les dió, para comprarlas; á fin de que Vd. aguarde á que mi hijo se mejore, cuanto pueda llevarlo sobre un caballo.[22] Le dije que no queria que se destituyese de sus cosas: llamé al dueño de las vacas, y ajusté una por dos frascos de aguardiente, y otra por tres cuchillos viejos, un freno idem, dos varas de tabaco podrido, dos trompos, y unas pocas de cuentas de vidrio. No me desagradó el estar mas aquí dos ó tres dias, á fin de lograr si puedo el intento referido; y estando estos indios agradecidos y persuadidos á que solo por ellos es la detencion, y yo deseo el que se junten algunos indios de los Aucaces y Peguenches: porque, aunque estan contrarios tienen parientes casados unas naciones entre otras, y estos son los que dán los avisos, y puede ser que logre lo que tengo pensado. Al anochecer le dí el santo á _Chulilaquin_: recogí toda la gente, y largué las embarcaciones afuera. La anta se llama entre los Guilliches _haleglique_, y el pellejo _ysanam_. DIA 27. Amaneció con el viento al OSO fresco. A las 8 vino el indio que vendió las vacas, y duró el ajuste de ellas hasta mediodia, habiendo quedado ajustadas de ayer, porque pedia muchas mas cosas de las en que fueron ajustadas, alegando el que eran grandes: el trabajo que le habian costado el haber salido de sus toldos con el frio que hace, solo por traernoslas. No obstante, no le dí siquiera un ápice mas de lo ajustado, diciéndole, que las llevase, que yo tambien me marchaba. A esto vino _Chulilaquin_ y me dijo, que mandase un soldado á escoger las vacas: así se hizo, y despaché al que las habia vendido. Al hijo de _Chulilaquin_ le dió hoy un vomitivo nuestro sangrador, que lo asiste en su enfermedad desde su principio; y asimismo toma los caldos del puchero que le mandé hacer á mi criado, desde que cayó enfermo. Asimismo asiste á otros enfermos, contribuyendo yo con aquello que tengo para su alivio, pues en la caja de medicina no hay con que curar. Esta tarde me ofreció el yerno de _Chulilaquin_, marido de la que llamamos _Princesa_, que mañana pasaria á ver unos parientes suyos, Aucaces, á fin de negociar chasque á Valdivia, y de camino que iba á traer piñones. Los chinos y chinas no cesan de conducir diariamente cargueros de manzanas: las comen crudas, asadas y en todos los guisados, y hacen chicha y orejones. Con todo, dicen que hay tantas sobre las sierras, que sin embargo de haber tantas indiadas, no es posible darles fin, y que el suelo queda de un año para otro empedrado de manzanas podridas; si bien asimismo dicen, que los Aucaces y Peguenches no gastan muchas, solo en la chicha, porque tienen mucho que comer, que estos tienen de todos frutos y legumbres, mucho ganado lanar, caballar y vacuno, y que por esto gastan poca manzana en la comida; pero en la bebida que gastan muchísima, y que por el tiempo de las manzanas están casi siempre borrachos. Al anochecer le dí el santo á _Chulilaquin_, y largué las embarcaciones afuera. DIA 28. Al salir el sol me fuí al toldo del yerno de _Chulilaquin_, á fin de que abreviase el viage, y á encargarle que me trajese dos docenas de piñas con piñones, porque ademas de que deseo verlas, estimaria que me las trajesen por conducirlas al Rio Negro, de donde se podrian remitir al Exmo. Señor Virey, y aun á la Corte, porque me parecen serian dignas de verse por su extraordinario tamaño, segun me dicen: y segun la proporcion que tienen los piñones de España con las piñas, es preciso que estas sean mayores diez ó doce veces que nuestras piñas de España, pues me parece que un piñon de estos excede á uno de aquellos en tamaño, en otras tantas, y aun mas. Llegué á dicho toldo, y en él hallé una porcion de indios, los cuales, oyendo lo que yo le encargaba al indio, yerno de _Chulilaquin_, por medio de la lenguaraza, que todo se reducia á que examinase los dias de camino que habia desde aquí á Valdivia, y viese si podia negociar chasque que me condujese una carta á aquella plaza; si desde el Cerro de la Imperial se veia la mar; que me trajese las piñas. A este tenor formaron dichos indios conversacion en el asunto, y dijeron, que desde aquí á Valdivia habia tres jornadas en cualquier mancarron: que un chasque podia con todo descanso ir y venir en siete dias, tres de ida, tres de vuelta, y uno para estar allá: que el camino era muy corto, pero que no era bueno, porque por muchos parages de la Cordillera precisaba caminar despacio. Que si esperaba alguna cosa de Valdivia seria preciso conducirla en cargueros, porque carretas no podian venir: que al Cerro de la Imperial nadie podia subir, por estar en todos tiempos cubierto de nieve; pero que desde su falda se veia bien la mar, porque estaba cerquita. Que los cristianos de Valdivia tenian muchas embarcaciones, algunas como estas chalupas, y otras de extraordinario tamaño: que allí habia muchos fuertes y muchos cañones, muchos mayores que los que traia yo en mi chalupa. Que algunos cristianos de aquella plaza venian todos los años á comerciar con los Aucaces y Peguenches, los cuales, traian géneros, que cambiaban á los indios por ponchos y ganados: y que cuando sucedió la muerte del cacique _Guchumpilqui_, estaba uno que habia venido de Valdivia con algunos peones en los toldos del difunto, que distan de este sitio 5 ó 6 leguas, y que este le habia comprado al expresado cacique todo el ganado que habia traido de Buenos Aires; y asimismo habia comprado á otros indios y caciques, y que para esto habia traido bastantes géneros y algunas espuelas de plata: que ellos mismos le habian visto dos pares, y uno de ellos entró en la compra que le hizo del ganado á _Guchumpilqui_, y el otro á otro cacique, pero no saben si se habria marchado á su tierra este cristiano, porque ellos, sabiendo la revuelta que habla con la muerte de este cacique, se habian huido: pero que era regular que ya se hubiese ido por tener todas las compras hechas, y que estaba para irse cuando ellos se vieron, y que tambien por la revuelta de los indios era regular que dicho cristiano abreviase su viage. He sentido bastante el haber llegado á tan mal tiempo, cuando acaeció esta muerte, que, á no ser así, pudiera que nos llegasemos á ver, y á informarnos de dicho Valdivia; y aun poder con él pasar á dicha plaza, y lograr todo cuanto se podia apetecer. El yerno de _Chulilaquin_ me dijo que en esta luna se caian todos los piñones; que los indios los amontonaban por el suelo; que era mucha la abundancia de esta fruta: pero al mismo tiempo que se caian los piñones se caia tambien la hoja ó cáscara que los guardaba, quedándose solo el palo de enmedio. Le volví á encargar supiese bien si habia algun cristiano de Valdivia entre aquellos indios, y le diese noticia de nosotros, y de no haberlo, viese si hallaba el expresado chasque: á mediodia se fué. Anocheció lloviendo: le dí el santo á _Chulilaquin_, y largué las embarcaciones afuera. El parage á donde hace confluencia el _Huechum-huechuen_ con el _Catapuliche_, está en 39° 40′ de latitud sur. Este pertenece al dia 29. DIA 29. Amaneció nublado, con viento O fuerte y muy frio. A las 8 empezó á aclarar, y salí á observar la latitud del desague del rio _Huechum-huechuen_: volví á la 4 de la tarde. Hoy condujeron las chinas de 50 á 60 cargueros de manzanas. Salieron á las 8 del dia, y volvieron á las 2 de la tarde; otras que salieron ayer á mediodia, volvieron hoy á las 4 de la tarde, y estas dicen fueron al _Huechum-huechuen_, porque las manzanas de allí son mucho mejor que las de otras partes. Yo bien pudiera á poca costa cargar las chalupas de esta fruta, pero viene la manzana toda lastimada ó golpeada, así porque la que recogen del suelo ya lo está del golpe que llevó en la caida, como porque en los cargueros se machacan unas con las otras, y con las arreatas y trote de los caballos, de modo que se hallan muy pocas sanas, y que se puedan guardar. Yo embarqué mas de 8,000, y registrándolas esta tarde las hallé casi todas podridas: de manera que pienso en registrarlas mañana, y de los pedazos que hallo sanos hacer orejones. Son muchas las calidades de manzanas que hay, pero es cierto que en gusto no le exceden las de Galicia, mi patria. Hoy al anochecer me trajeron doce camuezas, que se pudieron escoger entre dos cargas de las menos lastimadas; que es cierto que dá gusto el mirarlas, y á esta calidad de manzana le llaman en mi país _repiñaldos reales_. Yo, á lo menos, no he estado en parage de todos cuantos tengo andados, á donde hubiese tan buena, tan diversa ni tan abundante manzana como aquí. El yerno de _Chulilaquin_, que lo esperaba hoy, no ha venido. Al anochecer le dí el santo á su suegro, y largué las embarcaciones afuera. DIA 30. Amaneció con viento al SO duro. A mediodia me trajo _Chulilaquin_ una bolsa de manzanas, para que se las llevase de su parte al Super-Intendente. A las 3 de la tarde llegó el yerno de _Chulilaquin_, el que vino luego que llegó á los toldos, á bordo, y me dijo que no habia hallado quien quisiese ir á Valdivia, no solo por los Aucaces de _Guchumpilqui_, sino por los del cacique _Guchulap_, con quien están muy contrarios por los robos que poco há se han hecho unos á otros. Me disgustó bastante esta novedad, por lo cual hice venir á bordo á _Chulilaquin_, y le dije: que á él y á mí convenia el que abreviase su viage rio abajo, y que si no lo hiciese así, que lo desampararia, y seguiria rio arriba (yo nunca le manifesté á _Chulilaquin_, que la causa de mi detencion aquí era por falta de agua, para poder navegar) y me dijo, que ya veia como estaba su hijo, que aunque algo mejorado no se podia poner en pié derecho, y así que me pedia solos dos dias de término, y al tercero que levantaria sus toldos y caminaria. Esto lo hice por si saliendo de aquí _Chulilaquin_, vienen los Aucaces ó Peguenches, que acaso tratando con ellos, se podrá acomodar alguna ventaja mayor que la que se logra con estos; pues estos no tienen que dar ni que quitarles en un caso urgentísimo, por su pobreza. Al anochecer largué las embarcaciones afuera, habiéndole dado el santo de _Chulilaquin_. DIA 1.º DE MAYO. Amaneció con viento fuertísimo, el que se mantuvo hasta las 4 de la tarde, que empezó á llover. Anocheció lloviendo fuerte; hoy casi todo el dia estuvo á bordo _Chulilaquin_: á la noche le dí el santo y se fué á su toldo. Con motivo de haberse mantenido hoy á bordo, y un hermano suyo que está bien impuesto en el rio de la Encarnacion, les hice diversas preguntas del país por medio de la lenguaraza, y me dijeron que en aquel rio habia mucha cantidad de maderas, y en tanta abundancia, que en muchas partes no se podia romper á pié ni á caballo, por su espesura; y que eran muy altas y gruesas. Que la casa y capilla que habian hecho los cristianos en la orilla de aquel rio, distaba jornada y media á caballo de su desague: que en aquel sitio habia mucha cantidad de papas ó batatas muy grandes: que siguiéndolo aguas arriba, un poco mas, y cortando el campo, dejando el rio á la izquierda, luego se veia la mar. Que habia poco tiempo que los cristianos habian andado en dicho rio con una embarcacion, la cual se les hizo pedazos entre las piedras, y que el parage á donde está dicha capilla y casa se llama _Tucamelel_, y el rio. En este rio se hallaron estos indios con los Tehuelches de San Julian, con los cuales dicen hicieron mucho comercio, porque venian muy ricos con las alhajas que les habian regalado los cristianos de aquel establecimiento. A las 10 de la noche cesó la lluvia, y volvió á establecerse el viento por el O muy récio, de cuyo modo se mantuvo el resto de la noche. DIA 2. Amaneció nublado, y el viento al O duro. Hoy recogí algunas manzanas, é hice un barril de cidra de diez frascos; y hechas las cuentas de las que consumió la gente desde que estamos aquí, y las que entre unos y otros tienen y existen embarcadas, ascendian al número de treinta mil. Desde esta mañana hasta la noche creció el rio cerca de media vara, cuya creciente me es indispensable aprovechar para mi regreso, pues á no hacerlo así, me será casi imposible poder estorbar que las chalupas se hagan pedazos entre las piedras, de los muchos despeñaderos que se hallan en este rio, por su violentísima corriente. Hoy quedó _Chulilaquin_ en que mañana seguiria su marcha. Anocheció nublado, y el dicho viento; se llevó la misma formalidad de darle el santo á _Chulilaquin_, como en las noches antecedentes, quedando él en observar como siempre las órdenes que le he dado: recogí toda la gente, y largué las embarcaciones afuera. A las 10 de la noche estaba la creciente en su mayor incremento, que llegó á cerca de tres pies. DIA 3. Amaneció el viento al O fuerte, y esta noche bajó el rio un palmo: continuó bajando todo el dia. A las 8 de la mañana le dije á _Chulilaquin_ como no habia ya levantado su tolderia, y me dijo que la causa era el estar una sobrina suya de parto, y que á lo menos le era forzoso esperarse dos dias, para que pudiese montar á caballo. Averigué el caso, y era cierto. A mediodia le dije que ya no le esperaba mas, y que en el dia de mañana seguia mi viage. Me suplicó que no le desemparase, ya que le habia hecho tanto favor: que me debia la vida; que no le dejase en manos de sus enemigos, y diciéndole yo: qué miedo podia tener cuando estaba tanta gente junta; me dijo que su vida la tenian comprada los parientes de _Guchumpilqui_, porque habian regaládole, y pagádole fuertemente á todos los caciques inmediatos que habitan esta serrania, para que todos con sus indiadas viniesen incorporados para acabar con él y con sus indios, pero que solo el respeto de nosotros habia sido capaz de contener esta faccion; pero que estaba cierto y seguro de que los Aucaces lo seguirian hasta su tierra, por lo cual pensaba en variar camino y retirarse hasta nuestro establecimiento del Rio Negro. Me nombró los caciques de la faccion, que ascienden á 27, los cuales viven en estas inmediaciones, y son los siguientes:--_Guchulap_, _Guchumpilqui_, (hijo del muerto) _Niquinilla_, _Pevnaquin_, _Cuijual_, _Pangacal_, _Chaquelaelna_, _Chopá_, _Nangohuel_, _Cachuachen_, _Marnaiel_, _Nengulaldá_, _Tamoahenta_, _Naquinavajen_, _Gulchunchen_, _Mencon_, _Cholon_, _Milaon_, _Milaoente_, _Ignacio_, _Lejep_, _Mechecaoxque_, _Quelasquen_, _Maniloal_, _Cusjilap_, _Milelenco_, _Milahuente_; y dice _Chulilaquin_ que las indiadas de estos caciques es tan numerosa, que excede á las arenas que tiene el rio en sus orillas[23]. No obstante todo esto, le dije que no podia detenerme, pues me faltaba el bizcocho, y que los soldados no sabian comer sin él. Se desconsoló mucho, y yo preparé mis cosas para salir el dia de mañana. Hoy mandé exprimir manzanas para completar un barril de carga de zumo, y quedó lleno: pero bien se puede hacer aquí bastante cantidad de cidra, y que sea suficiente, y aunque sobre de la que se pueda consumir en todo el vireinato de Buenos Aires. DIA 4 Al amanecer se empezó la faena de acomodar todas las cosas de las chalupas para nuestro regreso. A las 8½ me despedí de _Chulilaquin_, que poco le faltó para llorar, y me puse en viage para el establecimiento; pues ya no me dan lugar los víveres á poder subsistir mas en este sitio: pero aun no habia perdido de vista los toldos, cuando ví que los indios á toda prisa recogian su caballadas. A las 10 hallé unos 3 ó 4 toldos, y pasé sin parar. A la 1 de la tarde descubrió agua la chalupa San Francisco, en tanta cantidad que se iba á pique. Arrimé á tierra y junté toda la gente á su descarga, y se reconoció que una piedra le habia abierto un agujero que cabia el puño por él. Este golpe lo recibió en la última varada, que, desde que salí hasta que arrimé á tierra, varamos tres veces; y en todas ellas fué preciso echar toda la gente al agua, y costó bastante trabajo el sacarlas. Luego que se descargó, la hice varar, se le hechó este rumbo, y se volvió á echar al agua. Al anocher ya la tenia cargada y lista para navegar. En cuanto se estuvo componiendo la chalupa, hice traer cerca, ó mas de 200 manzanos chicos, que puse con tierra en un cajon para llevar al establecimiento, y en este intermedio pasó la indiada de _Chulilaquin_, rio abajo: tal es el miedo que tiene á los Aucaces, y la prisa que se dió en levantar los toldos; pero es cierto que si nosotros estuvieramos junto de sus toldos, él no pensaria en moverse de allí. Mandó un esclavo á decir que paraba un poco mas abajo: él no llegó, por haber una barranca muy alta y una laguna de por medio. Anocheció claro y en calma. DIA 5. Luego que aclaró el dia me puse en camino, navegando aguas abajo el rio. Vararon tres veces esta mañana las chalupas; en sacarlas se tardó dos horas: no obstante llegué al rio de la Encarnacion, ó á la isla que tiene en su desague, á donde dejé las maderas cuando fuí para arriba, á las 2 de la tarde, habiendo hecho en las dos mañanas de ayer y hoy, el camino que hice cuando fuí para arriba en 21 dias, tal es la violencia que trae la corriente de este rio; y esto sin velas, con viento, aunque poco, por la proa, ni otros remos que los necesarios para el gobierno. A las 8 de la mañana hallé la tolderia de _Chulilaquin_, pero pasé sin arrimar á tierra ni hablar, mas que la griteria de los indios y marineros, que se despedian con algazára. Luego que llegué á la isla, y habiendo en ella hecho la gente mediodia, hice escoger y cortar un pedacito de madera de todas las calidades que allí habia dejado para conducir al establecimiento del Rio Negro, escribiendo en cada uno su diámetro. Las cordilleras están tan cubiertas de la nieve que cayó en ellas en los dias que estuve en el _Huechum-huechuen_, que ya no se vén aquellos promontorios de piedras que se veian cuando fuí para arriba, sino una superficie en cada cerro, blanca y lisa, habiendo tapado ó llenado la nieve sus grandes y profundas concavidades. DIA 6. Salí de la isla al salir el sol. Toda la mañana ha estado nevando sobre las sierras inmediatas al rio, sin caer ninguna en el valle. Toda la tarde cayó en el valle, aunque no en mucha cantidad, pero derretida. Navegué este dia, nueve, de los que fuí para arriba, y sin varar, solo sí tocó un poco sobre una piedra la chalupa San Juan, por lo cual no fué preciso que este dia se echase la gente al agua, único, en siete meses y nueve dias que aquí salí del establecimiento del Rio Negro, para este reconocimiento. A la noche se le sacaron á la chalupa San Juan, 40 baldes de agua; y á no estar el rio tan crecido, desde luego á esta hora estarian las chalupas hechos pedazos. Despues que se incorporaron con el rio principal el de la Encarnacion, y el que Falkner llama _Desaguadero_, hallé el rio tres palmos mas crecido que cuando fuí para arriba. Todas las cañadas y zanjas que entonces estaban secas, traen porcion de agua, de modo que no se vé otra cosa que hermosos arroyuelos que de todas estas sierras bajan al rio precipitadamente: con lo poco que ha llovido, se abrieron infinitos manantiales, que antes no se conocian por otra cosa que por algun verdor que se hallaba entre las ásperas y áridas serranias. Anocheció lloviendo, á cuya hora me acampé á la parte del N del rio. Duró la lluvia hasta las 10 de la noche, que cesó, y se llamó el viento al SE récio. DIA 7. Amaneció nublado, y con el viento al SE sumamente fuerte y contrario á mi navegacion. Al salir el sol proseguí mi viage, y á las once de la mañana salí de la serrania que forman los albardones de la Cordillera, en la que cayó nieve todo el dia, no obstante estar el viento tan fuerte de proa, y el dia frio é incómodo, y en una estacion en que los dias son muy cortos. Navegué ocho, de los que fuí para arriba, de manera que sale á cada hora de navegacion para arriba, una hora de navegacion para abajo, y en ella se descuenta la navegacion de un dia para arriba. Al anochecer me acampé en una isla, y á esta hora entré en las Barrancas Coloradas. DIA 8. Salí al amanecer con viento fresco y contrario: vararon cuatro veces las chalupas en el Salto del Mosquito, y despues entre las islas vararon cinco veces. Fué preciso echar toda la gente al rio, con frio excesivo. Navegué este dia la distancia que navegué en 16 cuando fuí para arriba, que desde luego asciende á 40 leguas por el rio. Ya cerrada la noche me acampé en una isla. A las once empezó á llover, y duró el agua hasta las 9 de la mañana siguiente. DIA 9. Amaneció lloviendo. A las 9 de la mañana cesó el agua, y seguí mi viage. A las 11 llegué á la isla á donde habia dejado enterrados los Barriles, los que desenterré con lo demas que habia dejado, y se acomodó todo á bordo de las chalupas; y para ello le descargaron y limpiaron. A las 4½ de la tarde tenia ya las embarcaciones cargadas y prontas: á dicha hora hice toldar, y me quedé en dicha isla por estar lloviznando. DIA 10. Amaneció cerrado de neblina y en calma. A las 7½ empezó á aclarar, y me largué de la isla al remo. A las 3 de la tarde llegué á la _Estatua del Indio_, habiendo pasado como ocho cuadras mas arriba por la boca de un arroyo chico que viene del S, y entra en el rio principal por dicha parte. Este viene muy de tierra adentro: la tierra de sus orillas es infeliz. A las 3½ de la tarde hallé un toldo, como dos cuadras mas arriba de la _Cabeza del Carnero_, y arrimé á tierra para saber qué gente era: pero fué buena esta diligencia, porque á penas nos divisaron los indios, dispararon, llevándose por delante como unas 100 cabezas de ganado caballar. Asimismo dispararon tres chinas á pié, abandonando el toldo y cuanto tenian en él: era fácil el alcanzarlas, pero no quise que las siguiesen. Fuí á ver el toldo, de donde me retiré inmediatamente, sin permitir que nadie le tocase cosa alguna de cuanto en él habia. Hice embarcar la gente, y seguí mi viage. Conocí que estos indios venian del oriente, por haber hallado en el toldo una fruta que produce el chañar, que los indios llaman _daal_, la que no se cria sino del Choelechel para adelante. Tambien me hace creer que por aquí cerca se crian manzanos, el haber hallado en dicho toldo una rama que me parece no pasa de uno á dos dias que se sacó del árbol, porque todavia no estaban las hojas marchitas. Otras señas me dieron á conocer que estos indios venian de la parte oriental, como el tener muchos cueritos de zorrillo, yeguas, sal, goma, &a., que no hay por la parte occidental. Al anochecer me acampé á la parte del S, en el mismo sitio en donde me acampé el dia 4 de Febrero, cuando fuí para arriba. DIA 11. Esta mañana proseguí navegando el rio aguas abajo, sin haber habido otra novedad que la de haber varado tres veces las chalupas, pero por ser el fondo de arena gruesa, no se maltrataron. Al anochecer me acampé en una isla, y divisando la punta de la barranca del Diamante. Con lo que ha llovido desde que fuí para arriba, se advierte otro verdor en estos campos, pero solo las márgenes del rio, y á donde las crecientes los bañan pueden fructificar: esto es, en los llanos que hay desde el Diamante hasta la Encarnacion del Indio, que son los mas dilatados, pues de allí para arriba van muy cortos. DIA 12. Amaneció en calma y cerrado de neblina muy densa. A las 9½ empezó á aclarar, y á esta hora proseguí mi viage al remo. A las 11½ llegué al Diamante, entré en él, y lo hallé mas bajo que cuando fuí para arriba. Arrimé á tierra, y reconocí que no me permitia navegarle, aunque tenia dispuesto, si lo hallase crecido, de seguirlo algunos dias.[24] A las 2 de la tarde salí de él, y proseguí mi viage hasta la noche, que me acampé á la parte del S, habiendo varado esta tarde las chalupas tres veces. Por las orillas del Diamante me parece que no habitan los indios, porque no se hallan caminos, ni veredas en ellas. Luego que salí de la serrania, advertí el tiempo mas templado, cuya suavidad se experimenta, al paso que se alarga la distancia de ella. DIA 13. Salí esta mañana prosiguiendo el rio aguas abajo, el que tiene ahora menos agua que cuando fuí para arriba, cansado por la poca que en este tiempo trae el Diamante. Este en aquel tiempo venia mas crecido que ahora, antes de venir á unirse con el otro: entonces los dos incorporados tenian mas agua que ahora. Ahora el principal trae mas agua que traia en aquel entonces; pero el Diamante, ó los dos incorporados juntan ahora menos caudal que en aquel tiempo: luego quien causa esta alteracion en el conjunto de todos los rios, y en la estacion presente, es el Diamante. Desde que se junta este rio al principal, no corre el agua la mitad que antes de juntarse. Tambien á proporcion que vá alargando la distancia de las nacientes de los rios y de las serranias de la Cordillera, vá minorándose la velocidad de la corriente. Hoy estuvo el viento al SSE bonancible, y no hubo mas que una varada, que costó poco sacar las embarcaciones. Al anochecer me acampé á la parte del S. DIA 14. Salí á las 9 de la mañana, por estar hasta esta hora cerrado de densa neblina. A la 1 de la tarde pasé el sitio á donde se fué, y apartó _Guchumpilqui_. Al anochecer me acampé media legua distante mas arriba, donde hallé los indios Aucaces el dia 31 de Diciembre del año pasado. Esta tarde vino el viento por el NNE bonancible, de cuyo modo anocheció. DIA 15. Luego que aclaró el dia, seguí viage en calma hasta la tarde, que vino el viento por el S bonancible. A la noche me acampé, habiendo navegado este dia 4½, de los que fuí para arriba: anocheció claro y sereno. DIA 16. Salí de mañana, estando el viento al SSE y nublado. A las 10 pasé el parage á donde se desertó Benites. Al anochecer vararon las chalupas: se tardó una hora y cuarto en sacarlas. Arrimé á tierra á la banda del S, y me acampé una legua mas arriba de la Fortaleza de Villarino. DIA 17. Salí de mañana y llegué á la Fortaleza de Villarino, en el Choelechel. En este sitio hallé la estacada, ranchos y trinchera, en la misma conformidad que lo dejé cuando fuí para arriba: en aquel tiempo me parecieron estas tierras buenas para el cultivo, pero ahora me parecen mucho mas superiores. En los sitios á donde todo habia quedado trillado, hay pasto muy alto y vicioso. A las orillas de la estacada, á donde se movió la tierra para hacer la zanja, está el pasto de una vara de alto debajo de la enramada, á donde tenia yo el cuerpo de guardia que se habia hecho él solo á pison: estaba todo cubierto del expresado pasto, de cardos, cerrajas y de navos. Hallé habas, que he recogido ya en el suelo, que se habian caido de maduras: otras hallé verdes, otras en flor todo vicioso, producidas de algunas que, por descuido, se habrán caido en el tiempo que pasó aquí la expedicion: y por considerar esta tierra tan fructífera, hice sembrar en ella semilla de manzana. Es cierto que en todo este rio no hay parage mas á propósito para recoger, cultivando las tierras, abundantes frutos, á mi parecer. Paré aquí el resto del dia, para componer velas, toldos y otras cosas, para cuya conclusion hace falta todo el dia de mañana. Esta tarde salí un corto rato por examinar si hallaba vestigios de haber estado indios en este sitio en el tiempo que aquí falto de él, y reconocí que no estuvo nadie, y hallé muchas gamas: pero me admiró la abundancia de perdices; porque con ser muy corto el rato, y estar el dia muy malo con un viento fuertísimo al NNE, maté 15, sin apartarme mas que dos ó tres cuadras de los ranchos: asimismo tiene la isla en frente superiores tierras. DIA 18. Toda la noche estuvo el viento al NNE fuerte, y siguió todo el dia. Salí de mañana á registrar las tierras vecinas y el potrero, del cual saqué 46 perdices: y por haber tiempo que faltan los indios de estos parages, concurrió á estos llanos y potreros muchísima caza mayor. Hoy se acabó de componer las velas, toldos, remos y otras cosas, é hice hacer cuatro docenas de velas, por habérseme acabado las que hice en este mismo sitio, cuando fuí para arriba. Asimismo conocí aquí el árbol, de quien sacan los indios aquella goma ó resina, semejante á nuestro incienso, citado por Falkner, del que dice que lo tienen los indios por sagrado: y así en esto como en otras muchas cosas, padece este ingles bastantes equivocaciones, las que puede que yo manifieste al fin de este diario. Y la causa de ellas me parece que es, el no haber el dicho Falkner andado estos parages, y sí, haber adquirido noticias de ellos por los indios y por el cacique _Cacapol_, que habitaba en el Choelechel, cuando se retiraba de robar en las pampas de Buenos Aires. Conocí ahora en el _Huechum-huechuen_ una hija suya, y creo que no hay mas de su familia, segun me dijo ella misma, por medio de la lenguaraza Maria Lopez. DIA 19. Salí al amanecer, y no me fué posible adelantar mucho, porque á cada paso varaban las chalupas, por estar el rio sumamente bajo. A la noche me acampé á la banda del S. DIA 20. Al amanecer proseguí al remo. A las 4½ de la tarde pasé el parage á donde hallé, cuando fuí para arriba, los primeros toldos. Al anochecer me acampé en la que se dice _Tercera Angostura_. _NOTA._--El camino de _Chulilaquin_ se separa del rio en la Fortaleza de Villarino, y el del _Cacique Viejo_ se separa á donde hallé los primeros toldos para su tierra, que es cerca del Puerto Deseado. En el intermedio hay un arroyo que corre al S, pero ignoro donde desagua: este nunca se seca ni se corta, saliendo del rio por este camino, no se halla agua en un dia y una noche, y los indios la llevan del rio en pellejos para beber. Estos caminos me los enseñó ahora la lenguaraza, como tambien los del Choelechel para el Colorado; y el dicho Choelechel tiene varios caminos, en cuya inteligencia no estuvimos hasta ahora, ni tampoco Choelechel se entiende un solo parage determinado, pues tiene muchas leguas y varios caminos de un rio á otro. DIA 21. Al ser de dia proseguí navegando al remo. A la una de la tarde vino el viento al NO, y pude dar la vela; y vine á acamparme á la banda del S, distante 6 leguas de la Angostura. Anocheció con el viento al NO fuerte. DIA 22. Al amanecer me hice á la vela y remo, con viento al NO fresco: duró todo el dia, y este ha sido el de mayor navegacion despues que pasé el Diamante. A las 3 de la tarde pasé el parage á donde puse el palo al Champan. A las 4½ el camino de San Antonio: á las 5, la Angostura, y me acampé al anochecer á la parte del S; al oriente, media legua de la Angostura, sin haber varado ayer ni hoy: pero desde ante ayer creció el rio, á mi parecer, mas de 5 pies. DIA 23. Amaneció lloviendo. A las 8½ cesó de llover, y me hice á la vela y al remo con viento NO flojo. A las 2½ de la tarde pasé la última Angostura, y vine á acampar dos leguas y media de ella, á la banda del N del rio. Anocheció lloviendo y calma. DIA 24. Al amanecer me puse en marcha al remo por estar calma. Al mediodia llegué al Corte de la Madera: allí supe que José Domingo Gonzalorena habia ido con una partida, rio arriba. A la media hora de estar allí llegó dicho Gonzalorena, y me dijo habia llegado á la Fortaleza de Villarino. De allí salí á las 2 de la tarde, y vine á acampar en la Isla de los Gallegos. DIA 25. A las 6 de la mañana proseguí mi viage al remo, y á las 8½ anclé en el establecimiento del Rio Negro, habiendo saludado á la plaza con 9 cañonazos. Desembarqué, y me presenté con la expedicion de mi cargo al caballero Super-Intendente: con lo que concluí este diario, que aunque tiene bastante que enmendar, por no ser posible examinar con propiedad algunas cosas que están en él escritas, cuyos juicios salieron despues inciertos, y otras anotaciones, lo dejo para cuando se hagan los planos que pertenecen á este reconocimiento, con cuya presencia se puede mas bien demostrar y hacer patente todo, desde lo que mas interesa hasta la parte mas mínima.[25] Acabados de hacer los expresados planos, no huvo tiempo para corregir este diario, así de los errores de los rumbos y distancias calculadas, (para que apareciesen las operaciones claras) como de algunos errados juicios y otras cosas que en él se escribieron y apuntaron, solo para memoria: las cuales no servirán acaso mas que para que fastidie su lectura. Pero no son de momento alguno para el fin principal. _Rio Negro, y Agosto 16 de 1783._ =BASILIO VILLARINO.= OFICIO _Del Intendente á Villarino, para que exponga todo lo que juzgue necesario para emprender segundo reconocimiento._ I. Como el reconocimiento que acaba Vd. de hacer de este rio, le presenta distinta inteligencia para comprender en la forma que podrá reconocerse lo mucho que falta por descubrir, me informará Vd. con toda claridad en que términos podra lograrse tan importante asunto; exponiendo: Qué número de embarcaciones y marineros se necesitan: qué víveres y efectos han de conducirse: en qué forma y con qué gente: qué puestos se deben tomar para sus acopios: con qué carretas, tropas, peones y caballada se han de convoyar: cuantos soldados, peones y caballos deben seguir la expedicion por el rio? De modo que no ha de omitir Vd. lo mas mínimo que conceptúe necesario para la expedicion, por la experiencia adquirida, que con la mayor ingenuidad no me lo haga presente, por convenir así al servicio del Rey. Dios guarde á Vd. muchos años.--Fuerte del Carmen, Rio Negro, 12 de Agosto de 1783. FRANCISCO DE VIEDMA. Señor D. Basilio Villarino. II. Respuesta de Villarino. MUY SEÑOR MIO:-- Recibí la órden que Vd. se sirve darme, para que le informe de todo cuanto se necesita para concluir el reconocimiento de este rio, para cuyo cumplimiento se necesita superior talento al mio. Desde este establecimiento hasta donde llegué con las embarcaciones, se puede ir en los mismos términos que fué la expedición pasada: y para mayor facilidad, llevando caballos para la sirga, y seis pies de cabo de primera, tres de ellas de tres pulgadas de grueso, y las restantes de dos. Desde dicho sitio para arriba no puedo saber lo que se necesitará; pues, no sé los estorbos que puede haber un cuarto de legua mas adelante, y por consiguiente, cuanto dijese y propusiese sobre esto asunto seria pura congetura. Es cuanto puedo decir á Vd. sobre el asunto. Dios guarde á Vd. muchos años.--Rio Negro, y Agosto 17 de 1783. B. L. M. de Vd., su mas atento y rendido servidor-- BASILIO VILLARINO. Señor D. Francisco de Viedma. III. _Oficio del Intendente al Virey._ EXMO. SEÑOR:-- Muy Señor mio. Llegó, á Dios gracias, la hora de poder conseguir de D. Basilio Villarino el plano y diario del reconocimiento que ha hecho en este rio, y de lograr yo el poder cumplir las superiores órdenes de V. E., pasándolo á sus manos, como lo egecuto con la mayor veneracion y respeto. Igualmente acompaño la instrucción que dí á este piloto para dicho reconocimiento, y todos los oficios, suyos y mios, concernientes á este importante asunto, con las notas que V. E. verá, para que con mayor facilidad pueda hacerse cargo aun de la misma circunstancia que ha precedido, y de los motivos de no haberse conseguido este reconocimiento, con otros adelantos y ventajas á las intenciones del Rey: y ruego á V. E. se sirva leer con cuidado el oficio que me escribe Villarino, con fecha de 16 de Diciembre del año próximo anterior, desde el Choelechel, que es el último que vá unido á la instruccion; cuyo estilo me parece no corresponde al decoro con que debe tratarme, aunque le asista la mayor justicia: pues esta se debe hacer presente á los superiores con aquel respeto y moderacion que el Rey manda. Tambien notará V. E. que en su diario se excede en las expresiones con que le parece puede herirme particularmente, sobre la última galleta que se le mandó en el Choelechel, ponderándola de lo peor que podia darse. Teniendo yo ya alguna experiencia del modo de pensar de este piloto, dispute que, antes que se cargára dicha galleta, fuese reconocida por cuatro sugetos los mas inteligentes que en aquel entonces habia en este destino, para separar la que fuese de mala calidad: y á este fin nombré al patron de la _Piedad_, Juan Bautista de Acosta; á su contramaestre, Estevan Suarez; al capitan de la zumaca _Mercante_, D. Antonio Rodriguez, y á Juan de Baqueriza; los cuales conformes me informaron, que por su construccion y calidad toda ella era para aguantarse bastante tiempo, y por no haberles tomado certificacion por escrito de esta diligencia en aquel entonces, visto las expresiones de Villarino que ván citadas, les mandé á los tres sugetos que solo existian en el establecimiento, lo certificasen. Aunque es constante que esta última galleta no fué como la primera, es la causa que aquella se tardó tres meses en hacerla: se cernieron las harinas, y pusieron de forma, que puede decirse, que era un bizcocho de dieta, exquisito para enfermos: y por no oir á Villarino, (aun teniendo mas costos al Rey, que lo que debiera permitirse, pues hecha la tazmia de esta galleta, resultó de mermas un 25 por ciento) dí órden se hiciese á su gusto, costára lo que costára. En la que recibió en el Choelechel no huvo tiempo á esta proligidad, ni las pocas harinas que en aquella ocasion habia en el establecimiento, daban arbitrio al mas mínimo desperdicio: y puede V. E. creer con toda verdad, que me expuse á no tener pan con que mantener la gente. Esta escasez bien la sabia Villarino, y en lugar de contenerle, le impelia su imposibilidad á pedir mayor número de bizcocho; y por haberle conocido su intencion, atropellé por todo para enviarle estos auxilios, y que no tuviese disculpa de volverse. Aunque dá por consumido todo el pan, no habia de perecer su gente en dos meses con los que le quedaban, y mas de 20 á 25,000 manzanas que desembarcó, para esperar por lo menos en el Rio Diamante las crecientes, las cuales han sido tan continuadas desde el dia 10 de Junio, que ha tomado este rio tanta agua, y mas que cuando emprendió su reconocimiento. Y ciertamente que, cuando reflexiono en estos asuntos, viendo la facilidad de Villarino con que se ofreció á esta comision: la mofa que hizo á D. Juan Pascual Calleja por lo mucho que pedia, y otras circunstancias de que puede informar á V. E. el ingeniero extraordinario, D. José Perez Brito, y el alferez de dragones, D. Francisco Javier Piera, con lo que ha hecho, y pudieramos haber adelantado, salgo fuera de mí, porque soy muy amante de la sinceridad y verdad, particularmente en materias tan graves como estas, que es hacer ridiculo el servicio del Rey, y tener muy poco respeto á los superiores. Por si V. E. encuentra que es conveniente repetir el reconocimiento á descubrir lo mucho que falta, pasé la órden á Villarino, para que mee informase por escrito, y con la experiencia adquirida, de lo que juzgase necesario á esta importancia: y me responde con el oficio que remito original; en el cual se echa fuera en los términos que V. E. notará. Y es de admirar que, habiendo experimentado lo que es el rio, este piloto con la descubierta que acaba de hacer, se conozca de poco talento para dar el informe que se le pide, habiéndolo tenido tan superior para contrarestar á Callejas, Zizúr y Bruñel. Pero, como solo con el diario es bastante á la elevada comprension de V. E., para determinar los auxilios y disposiciones que deben tomarse, particularmente habiendo en Buenos Aires y Montevideo hombres de inteligencia, juicio y madurez, que con vista de dicho diario y plano podrán exponer su dictámen con otra solidez; y mas si media el del capitan de navio, D. José Varela, de quien tengo noticias que su talento, instruccion y juicio, es gloria de nuestra nacion, no es necesario el de Villarino. Como no me considero capaz de exponer el mio, por no ser facultativo, cumplo con mi obligacion y amor al real servicio, ofreciéndome á ir con la expedicion que se destine, que, como tenga los auxilios correspondientes, y esté sostenido para que no se me falte en un punto á la obediencia, puede V. E. creer que la imposibilidad, ó la muerte rendirá mi constancia. En este supuesto, si vé V. E. que interesa el que yo vaya mandando la expedicion, mas que el que permanezca en este establecimiento, espero se sirva enviar sugeto á quien le pueda entregar el puesto, y que egerza en el todo mis funciones, interin mi ausencia, que no la juzgo menos que de dos años, si se ha de desempeñar la comision perfectamente y sus sábias instrucciones, para que sean cumplidas con toda puntualidad. Dios guarde la importante vida de V. E. muchos años.--Fuerte de Nuestra Señora del Carmen, en el Rio Negro, 19 de Agosto de 1783. Exmo. Señor. B. L. M. de V. E., su mas rendido servidor-- FRANCISCO DE VIEDMA. Exmo. Señor D. Juan José de Vertiz. IV. _Respuesta del capitan de navio D. José Varela, al Virey, sobre el reconocimiento y diario de Villarino._ SEÑOR MARQUES DE SOBREMONTE:-- Amigo y Señor. He leido con mucho cuidado el diario de Villarino, que Vd. me remitió el 19 por la tarde, y para cumplir lo que Vd. me encarga de parte de S. E., debo decirle lo siguiente. Resulta del referido diario que la navegacion del Rio Negro es muy dificil aun para las embarcaciones que calen dos ó tres pies de agua, como las que llevaba Villarino. Vd. habrá observado como yo, que unas veces era preciso descargarlas para que flotasen, otras abrir canales por donde pudiesen pasar, y casi siempre emplear la fuerza de la marineria ó de los caballos para vencer con la sirga la rapidez de las corrientes. Debe agregarse á esto, que desde el parage que Villarino llama _Cabeza del Carnero_, hasta la laguna en que podemos considerar el origen ó vertientes del rio, hay diferentes saltos, ó cataratas, que no pueden franquearse sino con un sumo trabajo; y que en sus orillas áridas y secas en muchas partes no se encuentra auxilio ni socorro para las urgencias de la navegacion. Combinando estas noticias con las que tenemos de la entrada del rio y de su poco fondo, podemos asegurar que nunca intentarán los enemigos de la Corona de España invadir por esta parte los establecimientos que tenemos en la costa del Sur: pues, ademas de las dificultades y tropiezos de la navegacion, que parecen insuperables para tropas conducidas de Europa, les quedaria aun que vencer el paso de la Cordillera para penetrar hasta Valdivia. Y cuando esto se intentase, ¿de donde se habian de sacar víveres? ¿Y en donde se habian de encontrar caballos ó mulas para la conduccion de los equipages y pertrechos que necesita un cuerpo de tropas? Sabemos ya que la direccion del Rio Negro, desde el establecimiento hasta su origen, es con corta diferencia al ONO, de lo cual resulta, que la menor distancia que hay de este rio á Mendoza es de 120 leguas. Con esto queda desvanecido el temor que tuvo nuestra corte, (fundado sin duda en las noticias de Falkner) de que por el Rio Negro se podria navegar hasta las cercanias de aquella plaza. Es cierto que Villarino habla en su diario de otro rio que desagua en el primero por la parte del Norte, al cual llama _Diamante_: pero tampoco este puede dirigirse á Mendoza, por la razon siguiente:--Bien al norte del Rio Negro corre atravesando la Pampa el Rio Colorado, cuya extension y profundidad me hacen creer que sus vertientes han de estar á la falda de la Cordillera, y en este caso es muy probable que la direccion del Colorado sea en una línea casi paralela á la del Rio Negro, y que el Diamante corra por el espacio que media entre los dos, hasta su confluencia con aquel. Esta idea, Señor Marques, es muy arreglada á los principios de la geografia, y por tanto me atrevo á asegurar que el Diamante no puede dirigirse á Mendoza, porque, ó ha de ser un brazo del Colorado, ó ha de nacer en la Cordillera como los dos rios principales. Es falsa la nota que pone Villarino á su plano, de que Mendoza no está lejos del confluente del Diamante con el Rio Negro: porque segun la latitud indicada por el mismo plano, y la que tiene Mendoza, hay á lo menos 100 leguas contadas por el meridiano, y algunas mas á San Luis, que está á la parte del norte de Mendoza. Villarino merece que se le perdone este descuido, porque no tenia delante la carta de Mendoza. Si el rio _Tunuyan_, que corre por Mendoza, desagua en otro rio, debe ser en el Colorado y no en el Diamante, como supone Villarino. A vista de esto, y de lo que expuse en papel separado acerca de las pocas ventajas que ofrece el Rio Negro para el comercio, agricultura, pesca, &a., y á que no hay, ni puede haber un fundado y prudente motivo para temer por aquella parte una invasion de loe enemigos de la Corona de España, soy de parecer que el establecimiento del Rio Negro es inutil, y que para asegurar la posesion de aquel terreno, basta conservar el Fuerte del Carmen, con una mediana guarnicion. Me alegrára tener mas lucess y conocimientos sobre estos asuntos, para satisfacer los deseos de S. E., á quien debe Vd. pedir, que, desentendiéndose de las notas del Super-Intendente, proteja á Villarino que ha trabajado mucho y bien: pues el mérito contraido por este piloto es real y efectivo, y en lo demas puede caber alguna duda. Soy de Vd., como siempre, afecto amigo y servidor. VARELA. _En 22 de Octubre de 1783._ V. _Otra sobre el mismo asunto, del Brigadier D. José Custodio de Sá é Faria á S. E._ SEÑOR MARQUES DE SOBREMONTE:-- Muy Señor mio. Yo no puedo con certeza asegurar si el rio del Diamante se comunica con la jurisdiccion de Mendoza, pues no tengo mas inteligencia de aquellos terrenos que la configurada en los mapas impresos, que ponen los origenes del Diamante á la parte del occidente, vertiendo sus aguas para el oriente, hasta cierta distancia, y despues sigue su curso como al SSE, con el cual entra en otro rio mayor que trae su direccion de N para S, y viene de las lagunas de Guanacache, llamado en el mapa _Miaulu-leubú_, ó rio _Sanquel_, y por los mendocinos _Rio del Desaguadero_: ni me parece natural que dicho Diamante pueda tener sus orígines en Mendoza, porque entre este rio y el llamado de Mendoza, ó _Tunuya_, que corre por el S de aquella ciudad, y desagua en sobredicha laguna de _Guanacache_, por el rumbo de NNE. Aun se hallan muchas vertientes que vienen de la Cordillera, que forman el rio del _Tunuyan_; las cuales ocupan los valles _Corocorto_, de _Huco y de Jeruha_, cuyo rio forma horqueta, á cosa de 28 leguas mas al N de la confluencia del Diamante, y para que las vertientes de este se dirigiesen desde Mendoza, seria preciso cortasen las del _Tunuyan_, ó hacer un gran rodeo para el O, por adentro de la Cordillera. El rio _Sanquel_, ó Desaguadero arriba dicho, corre de N para S, entre San Luis de la Punta y Mendoza, á iguales distancias de ambas ciudades, como cosa de 20 leguas de cada una; y este rio, á mi entender, debe desaguar en el Rio Negro, segun la direccion de ambos; y así los coloca el mapa impreso. Y en este supuesto, (á ser rios que admitiesen navegacion) no seria dificultoso el tránsito por ellos hasta Mendoza; porque llegando á la confluencia del _Sanquel_, ó Desaguadero, con el Rio Negro, se seguiria por aquel hasta la laguna de _Guanacache_ y de esta se subiria el rio de Mendoza hasta cerca de aquella ciudad. Pero me consta por noticia de prácticos no ser estos rios navegables, sino en tiempos de aguas; y que en los que no lo son, hasta las lagunas se secan. Segun las congeturas que formo, deducidas de algunas noticias, me parece que el Rio Colorado sale del rio _Sanquel_: no de la laguna inmediata al camino que vá de Mendoza á San Luis de la Punta, como lo trae el mapa impreso, mas sí que tendrá su principio mas al S de la confluencia del Diamante; por haberme asegurado persona de Mendoza, que estuvo en la horqueta del Diamante, que marchando de allí para el E hasta la Punta del Sauce, ó Rio Quinto, no encontrára ni pasára rio alguno. Luego se debe inferir que el curso del Rio Colorado se dirige al S del paralelo de la horqueta que forma el Diamante con el rio _Sanquel_. A no ser de esta manera, no veo otro arbitrio que el de suponer que el rio _Sanquel_ sea el mismo Colorado; _y_ que el primero no viene á introducirse en el Rio Negro: en cuyo caso se puede admitir el pensamiento de que el Rio Colorado trae su origen de Mendoza. La misma persona que me informó haber estado en la horqueta del Diamante, me expresó que su vaqueano, ó práctico, le habia dicho en aquel parage, que el rio _Sanquel_, ó Desaguadero, descarga sus aguas en una grande laguna, y que esta desagua en un caudaloso rio, lo que se conforma con el mapa impreso. Que D. Basilio Villarino llegase á punto muy distante de Mendoza, no puede haber duda, por el grande intérvalo que media en los dos paralelos de aquella ciudad y dicho punto: ni tampoco me capacito que el rio á que llama del _Diamante_, lo sea; pues este queda casi en medio de dichos paralelos, ó latitudes; y si él hubiese llegado á su confluencia, no dudaria yo que él pudiese navegar hasta cerca de Mendoza por el brazo en que él desagua, que viene del N, (y es conocido) caso de ser navegable. Es cierto que el Rio Negro no ofrece ventajas, ni para el comercio ni para la agricultura: para esta, por la mala calidad del terreno; y para aquel, por las dificultades del su navegacion. Pero, aunque la entrada y navegacion de este rio embarace el poder ser invadido aquel terreno por enemigos, si hubiese empeño de hacer una invasion, la podrian intentar, dando fondo los navios dentro de la Bahía sin Fondo, y haciendo el desembarco en el puerto de San Antonio, que no queda á mucha distancia del Rio Negro. El transitar con tropas desde el Rio Negro hasta Valdivia, ó Mendoza, seria aun mas que obra de Romanos; y aun concediendo que dicho rio fuera navegable, lo hallo impracticable, teniendo su curso por unas campañas incógnitas y despobladas. ¿Qué embarcaciones serian precisas para conducir tropas, pertrechos, equipages y víveres? ¿Y de á donde sacarian maderas de que hacerlas? Para marchar por tierra no son menores las dificultades, sin caballos, ni carretas, ni parage á donde poder hallar víveres, si no á muy largas distancias. ¿Y qué obstáculos habria que superar para atravesar la Cordillera, y despues de ella hasta Valdivia, ú otro establecimiento? Sin disputa seria mas fácil buscarlos por el mar del S, que por la parte del Rio Negro. Dios guarde á V. S. muchos años.--Buenos-Aires, 25 de Octubre de 1783. B. L. M. de V. S., su fiel y reverente servidor-- JOSE CUSTODIO DE SAA E FARIA. VI. _Oficio del Virey al Intendente._ Con la carta de Vd., de 19 de Agosto, he recibido el plano y diario del reconocimiento de ese rio, practicado por D. Basilio Villarino, quien se restituirá aquí en primera ocasion. Dios guarde, &a.--Buenos Aires, 20 de Noviembre de 1783. MARQUES DE SOBREMONTE. Al Comisario Super-Intendente, D. Francisco Viedma. NOTAS [1] Téngase presente que desde este dia, hasta el 20 inclusive de Diciembre, perdió de tiempo Villarino en su navegacion, 45 dias, gastando los víveres en mantener 62 hombres que estaban en todos. _Nota de Viedma._ [2] Bien podia haber tenido Villarino presente estas reflexiones, para no perder los 45 dias de navegacion, que se citan en la nota de 6 de Noviembre; y para ello véase la nota que se pone en el dia 24 de Enero. _Vied._ [3] El Super-Intendente no le mandó á Villarino que remitiese los caballos y peones; todo lo dejó á su voluntad: solo sí le puso á la vista los riesgos á que se exponia si los llevaba, consiguiente á cuanto le informó en sus oficios de 3 y 13 de Noviembre, cuyas copias remite á S. E. _Vied._ [4] Por el Super-Intendente se mandó reconocer este bizcocho antes de cargarle en las carretas, y declararon los inteligentes ser de buena calidad, como se acredita de la contestacion que se remite á S. E. _Vied._ [5] Si este piloto, habiendo devuelto la mucha carne salada con que regresó al establecimiento, se explica de esta manera, ¿qué no diria si le hubiera faltado este mantenimiento? Los remos, es cierto, no fueron por olvido, pero véase si le hicieron falta. _Vied._ [6] Falta á la verdad Villarino en esta proposicion. El Super-Intendente siempre juzgó utilísimo al servicio del Rey los caballos; pero no se le ocultaban los riesgos y dificultades de valerse de ellos, y demas fundamentos que expone en la nota del dia 13: y estos los acreditó la experiencia en adelante, como se verá en el acaecimiento que se citará en el dia que corresponde. _Vied._ [7] Las medidas que desde el principio iba tomando este piloto en su comision, con tanto anhelo, de acopiar víveres, mas bien le sirvió de atraso que de adelanto, como se comprueba en la nota del dia 24 de este mes. _Vied._ [8] Este acaecimiento comprueba cuanto el Super-Intendente manifiesta en la nota de 29 de Diciembre; y reflexiónese qué hubiera sacado Villarino con los caballos y 6 peones que tenia, con una inflada de tan mala fé, y que pasaban de 300 indios, como él afirma. _Vied._ [9] Téngase á la vista la causa que dice Villarino hubo para tirar al agua este bizcocho. _Vied._ [10] Con los 45 dias de que se hace mérito en la nota de 6 de Noviembre, y 15 mas, siendo cierto lo que este piloto dice, le sale la cuenta para haber llegado á la Punta de San Luis, y haber encontrado el rio en los términos que deseaba, sin mas viveres que los que sacó del establecimiento, y desde aquel pueblo podia tomar los que necesitara para completar su comision. _Vied._ [11] Si es cierto cuanto informa Villarino de las circunstancias de estos terrenos, era menester que explicára como habia de pasar los caballos por la orilla del rio, cuando esta la hace intransitable, ó como los habia de llevar por tierra adentro y camino de los indios, sin el riesgo que se los quitasen, solo con el resguardo de seis peones. _Vied._ [12] Añádase esta circunstancia mas á la nota del dia 15 de Diciembre, para que se vea lo infundado de cuanto expone. _Vied._ [13] Unanse estos 4 quintales, que por mojados, dice Villarino, mandó tirar al agua, con los que se citan en la nota de 16 de Enero, para que á su tiempo obren los efectos que haya lugar de demostrar la falta de sinceridad de este hombre. _Vied._ [14] Bien pudiera este piloto rebajar los 14 quintales que se pudrieron por mojados, como lleva dicho en los dias 14 de Diciembre y 2 de Marzo, de que se hace mérito en sus respectivas notas, para no afirmar que la podredumbre de los 40 que dice, fué su mala calidad, y de esta suerte veria cuan injusta es la falta de solidez y verdad que atribuye. [15] Combínese esta propuesta con la facilidad con que informó, podia hacer el reconocimiento al Secretario del Sr. Virey, en presencia de D. Manuel Bruñel, cuando de órden de S. E. se les mandó á ambos exponer su dictámen sobre los costos que tendria el reconocimiento del rio. _Vied._ [16] Bien pueden ser ciertas estas enfermedades, pero cuando regresó al establecimiento toda la gente, venia mas robusta que cuando fueron al descubrimiento. _Vied._ [17] Téngase presente si el intento de este piloto era examinar, como dice, los rios la Encarnacion y el Diamante, emprendiendo su navegacion en las crecientes, con las determinaciones que despues tomó, despreciando la mas favorable ocasion que se le presenta. _Vied._ [18] El haber realzado la chalupa San Juan para ponerla cubierta, fué porque Villarino así lo propuso para salir con ella á la mar en el reconocimiento del rio Colorado; y así en esta operacion, como cuando se le quitó la cubierta, estuvo él presente, particularmente en esta última obra, que mandó el Super-Intendente se hiciese á su gusto. Y si la primera la fabricó la ignorancia, y esta última no salió á su satisfaccion, pudo uno y otro haberlo remediado, representando al Super-Intendente, quien hubiera dado las providencias convenientes á este fin. _Vied._ [19] Buena está esta proposicion; y luego regresar al establecimiento con los víveres de que se dá cuenta al Señor Virey, y despreciando las proposiciones que se irán viendo en este diario. _Vied._ [20] No puede negarse que marinería mejor que la que llevó Villarino, no podia encontrarse en todo el Rio de la Plata, en honradez, vigor y conducta: de modo que por esta gente no se hubiera desmayado, segun tiene noticia el Super-Intendente, aunque pasáran mayores trabajos. _Vied_. [21] No podia Villarino apetecer proporcion mejor para desempeñar sus encargos que la que se le presenta con _Chulilaquin_ y sus indios, por la muerte de _Guchumpilqui_. _Vied._ [22] Reflexiónese en este precedimiento de _Chulilaquin_, si Villarino se hubiera empeñado en subsistir en aquel parage: que ocasion no le daba á conseguirlo. Este indio no le habia de faltar, con lo que él se mantenia y su gente, podian mantenerse los nuestros. La abundancia de manzanas era un auxilio grandísimo, y de todas suertes tiempo tenia para avisar á este establecimiento, si no podia á Valdivia, que, aun hubiera ido venciendo las mayores dificultades, se le socorriera. El debió tener presente que las grandes empresas se vencen pasando trabajos é incomodidades, pues teniendo todo lo que se necesita, cualquiera puede hacerlo. Y aquí es el propio lugar que debe hacer mérito el Super-Intendente, y recordar á V. E. se sirva combinar la ocasion que dá precisa este piloto, con la facilidad con que propuso hacer el reconocimiento. _Vied_. [23] Cada vez que el Super-Intendente reflexiona estos pasages, mira con el mayor dolor el desprecio con que Villarino los atiende, no aprovechando el vigor que pudiera darlo para adquirir mucha gloria, haciendo un particular servicio al Rey, con aprovechar su política, apoyada de una invencible constancia, lo mucho que podia adelantar; pues no se hubieran hecho las conquistas que ha logrado España en estas Américas, si aquellos gloriosos héroes despreciáran, como lo ha hecho Villarino, las ocasiones de esta misma naturaleza, con que salieron vencedores. _Vied._ [24] Mucho le urgia á este piloto el regresar al establecimiento, cuando no tiene espera con los víveres que le quedaban, á que creciese el rio, á dar parte al Super-Intendente con una de las tres embarcaciones que traia, de hallarse en aquel parage á esperar, ó que se le socorriese por tierra con carretas para egecutar su reconocimiento, ó que se le mandase regresar: mayormente cuando vé que este rio encarga el Señor Virey mas que otro alguno, sea el que se reconozca y así se le manda en la instruccion. _Vied._ [25] En este estado se le presentó al Super-Intendente este diario el dia 4 de Junio, por haberle mandado á Villarino así lo cumpliese, en orden por escrito de este dia: y enterado de la antecedente conclusion, se lo devolvió el 6 del mismo, para que enmendado y reformado los particulares que dice tiene que enmendar, y poniéndolo en limpio, se lo devolviese para remitírselo al Exmo. Señor Virey, como le previene S. E. en órden 26 de Abril de este año: y riendo el Super-Intendente lo dilatada que iba esta operacion, le envió á D. Juan Ignacio Perez, para que le ayudase y se lo pusiese en limpio, encargándole que no añadiera ni quitára mas que lo que Villarino le dijera. Así lo cumplió, y este piloto lo hizo copiar todo á la letra, y despues lo devolvió en el dia último de su fecha, con la nota que se sigue, y es igual á la antecedente. Cuyas circunstancias reflexionadas dán mérito á conocer en que forma precede este piloto. Estos motivos le obligan al Super-Intendente á poner en este diario las antecedentes notas, para que á la superior y justificada comprension del Exmo. Señor Virey, le sirvan de gobierno en sus sábias determinaciones.--Fuerte del Carmen, Rio Negro, 19 de Agosto de 1783. FRANCISCO DE VIEDMA. *** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK DIARIO DEL PILOTO DE LA REAL ARMADA, D. BASILIO VILLARINO, DEL RECONOCIMIENTO, QUE HIZO DEL RÍO NEGRO, EN LA COSTA ORIENTAL DE PATAGONIA, EL AÑO DE 1782 *** Updated editions will replace the previous one—the old editions will be renamed. Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright law means that no one owns a United States copyright in these works, so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United States without permission and without paying copyright royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to copying and distributing Project Gutenberg™ electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG™ concept and trademark. Project Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you charge for an eBook, except by following the terms of the trademark license, including paying royalties for use of the Project Gutenberg trademark. 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